Menú
José García Domínguez

Fusilar a Tamames

Como dicen los catalanes, la sesión será para alquilar sillas.

Como dicen los catalanes, la sesión será para alquilar sillas.
El profesor Ramón Tamames | LD

Una camisa vieja del Partido Comunista de España, Ramón Tamames, va a subir en breve a la tribuna del Congreso de los Diputados para tratar de convencer a los representantes de la soberanía nacional de que le abran las puertas del Consejo de Ministros al quinto marqués de Valtierra, última posta en el camino para la que da la sensación de que sobraban casi todas las alforjas. Aunque no voy a ser yo, Dios me libre, quien compare lo de don Ramón (una de las cosas anticuadas y bonitas de la derecha es que todavía conserva el uso del "don") con aquello tan célebre de Belmonte, cuando le preguntaron cómo era posible que un miembro de su cuadrilla hubiera acabado de gobernador civil en Huelva, y el maestro respondió, lacónico: "Degenerando".

Don Ramón es conocido por el personal de ahora que no había nacido cuando la Transición, sobre todo, por una frase apócrifa que él confiesa haber oído en Salamanca, pero cuya autoría todo el mundo le atribuye. Hablamos de esa, tan cierta por lo demás, que vincula los iniciales cien años de honradez del PSOE con los cuarenta de vacaciones que, acaso para compensar, se tomaron los socialistas tras proceder el gallego a fijar su residencia en el Pardo. Lo que casi nadie sabe tampoco es que un alto preboste del régimen amenazó a su padre con fusilarlo (al hijo, no al padre) allá por 1956. Ocurrió tras un alboroto de estudiantes falangistas hiperventilados en la Complutense que acabaría con un manifestante herido de bala. Al parecer, se le disparó accidentalmente la pistola a un joven del SEU, destacado dirigente de la extrema derecha madrileña años más tarde, en los inicios de la democracia.

Don Ramón, detenido y encarcelado a raíz de aquello, lo pasó mal. Pero Franco, clarividente, tuvo el buen criterio de no enviarlo al cielo antes de tiempo. Una temporadita en Carabanchel, y para casa. De lo que tampoco posee constancia casi nadie hoy es de que en 1978, cuando Santiago (Carrillo, no Abascal) propuso que el partido abandonara el leninismo, don Ramón votó en contra. Solo por joder, pero se opuso. Cuenta Gregorio Morán que la última intervención interna de Tamames antes de romper el carné fue para defender que los líderes se jubilasen de forma obligatoria al cumplir los 65; casualmente, la edad que entonces tenía el otro Santiago; una idea que también parece haber abandonado con los años, por cierto. En fin, como dicen los catalanes, la sesión será para alquilar sillas.

Temas

En España

    0
    comentarios