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Jesús Fernández Úbeda

Las amazonas del PP machacan a un Gobierno impotente

Ana Belén Vázquez, Margarita Prohens y Cuca Gamarra –a veces, los astros se alinean– machacaron este miércoles a sus respectivos interlocutores.

Ana Belén Vázquez, Margarita Prohens y Cuca Gamarra –a veces, los astros se alinean– machacaron este miércoles a sus respectivos interlocutores.
La ministra de Justicia, Pilar Llop, interviene durante la sesión de control al Gobierno. | Europa Press

El Gobierno compareció grogui en la primera sesión de control del año. Sánchez fue más Drenthe –¿lo recuerdan?– que Mbappé. Yolanda Díaz, con ese tono de Espinete, emuló a la abuela de Cuéntame acordándose de Aznar y del lío aquel del islote Perejil. Y a Pilar Llop, ay, le faltó exhibir el paño de la Verónica con los rostros impresos de todas las víctimas de los delincuentes sexuales que se han beneficiado de la reducción de penas de la Ley del sólo sí es sí. Las populares Ana Belén Vázquez, Margarita Prohens y, sí, Cuca Gamarra –a veces, los astros se alinean– transmutaron en amazonas y machacaron a sus respectivos interlocutores.

Es de suponer que la portavoz parlamentaria del PP desayunó Colacell y, ¡milagro!, sin trastrabillarse, desplegó un ataque total, mencionando los 400 y pico condenados que se han beneficiado del engendro legislativo de Irene Montero y sus hermanas de Igualdad, los túneles ferroviarios por los que no caben los trenes, el encarecimiento de las hipotecas o la destrucción, el mes pasado, de 70.000 empleos: "Esto parece ciencia ficción, pero es real: aquí no dimite nadie. ¿Es el presidente responsable de los actos de su Gobierno?". Sánchez respondió errático y difuso, tirando de estribillos placebos como el del "escudo social" o el del Ejecutivo "feminista". No actuaba como un killer, sino como la cría de gacela que ha sido separada de la manada y que está a expensas del depredador. Gamarra se dio cuén y aprovechó la coyuntura: "Su prioridad es protegerse a sí mismo", "preside el Gobierno más sectario de la historia de la democracia", "es su soberbia lo que le impide ser feminista de verdad" –esto último dolió–, etcétera, etcétera.

Soberbio y tosco, ergo jodido, el coautor de Manual de resistencia contraatacó sacando a relucir la reunión de Feijóo con Tamames: "Lo mínimo que tiene que hacer un líder de la oposición, en este caso, es dar la cara". Abascal, acto seguido, preguntó si el Gobierno cambiará "las políticas migratorias para evitar atentados yihadistas como el de Algeciras". El líder del Ejecutivo lamentó el asesinato de Diego Valencia, citó a la Conferencia Episcopal y atacó al PP elogiando a Vox y añadiendo una primera pullita sobre la moción de censura: "Al menos, ustedes van de cara. Es verdad que nos han sorprendido con un candidato que es un antiguo comunista".

El presidente de Vox, en su réplica, continuó ceñudo con el tema de la inmigración ilegal y reprochó al Gobierno que haya traído "a la mitad de los delincuentes sexuales de España". Sobre su presunto candidato para la moción, ni mú. Y Sánchez, torticero, disparó: "Deberían ustedes desvelar lo que van a hacer: ¿van a mantener al señor Tamames como candidato de la moción de censura? ¿El señor Tamames de 2023 sería capaz de encarcelar al señor Tamames de 1973, como hizo Franco?". Me sopla Luis Fernando Quintero que Federico, en antena, ha dicho: "Si Santi le contesta: ‘Estuvo contra la dictadura y ahora vuelve a estar contra la dictadura’, le mata". Si bien es cierto que el turno de réplica de Abascal ya había pasado, las palabras de Sánchez escocieron a una parte de la bancada voxera que se puso a bufar al alimón de algún "¡Que te vote Txapote!", y ninguno de los diputados que intervinieron posteriormente sacaron las uñas por su "precandidato", o lo que acabe siendo.

Después, Rufián preguntó por Rabocop, Sánchez se piró y Calviño celebró que "la cesta de la compra de mi casa ha bajado" –siempre hay excepciones que confirman la ruina general–. Inés Cañizares preguntó a Díaz por qué no quiso asistir "a la reunión de alto nivel con Marruecos" cuando "su agenda estaba en blanco". La vicepresidenta segunda, como si anunciara Champín, pidió "una salida justa" para la cuestión del Sáhara y dijo que la política exterior de Vox es "la del ridículo de Aznar en Perejil". Margarita Prohens se refirió al quilombo del sólo sí es sí. Pilar Llop, gótica y taciturna, asumió su responsabilidad. La diputada popular se alegró de ello, "porque esta es su ley, es la ley Llop", amén de "la ley Page, la ley Vara, la ley Armengol. Es la ley del PSOE. Y usted calló". La ministra de Justicia, más que desde su escaño, desde el patíbulo, replicó: "Me siento absolutamente responsable de esta reforma. Asumo en primera persona lo que pueda pasar".

Ana Belén Vázquez, pepera galaica y guerrera, preguntó a Grande-Marlaska por la destitución del jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Melilla pero, ya puesta, continuó hurgando en la herida de la Ley Montero: "¿Que dónde estaba el PP? Diciendo que era una ley chapuza. ¿Y sabe qué se preguntan los españoles: dónde estaban los tres magistrados que se sientan en el Consejo de Ministros?". El ministro del Interior, ridículo: "Veo que no ha cambiado después de las Navidades". Continuó tirando de un manual que ya no sirve: "Los gobiernos socialistas son los de los derechos y las libertades de las mujeres, los gobiernos LGTBI", y así. Vázquez, de nuevo: "¿Es cierto que cesó al coronel porque le pidió un protocolo para los asaltos en la valla de Melilla? (…) Si el coronel Torresano fue nombrado dos meses antes por el secretario de Estado, ¿va a cesar al secretario de Estado, o sólo cesa coroneles?". Y poco más, la verdad.

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