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Pedro Sánchez y la ley trans escocesa

Nuestra izquierda ha aprobado una ley que lleva a su extremo más delirante todas las salvajadas de las que los demás países se están arrepintiendo.

Nuestra izquierda ha aprobado una ley que lleva a su extremo más delirante todas las salvajadas de las que los demás países se están arrepintiendo.
Pedro Sánchez y la ministra de Igualdad, Irene Montero, este lunes en la sede del Ministerio de Igualdad, durante el acto institucional con motivo del 8-M. | EFE

Escocia aprobó recientemente una ley trans tan extremadamente radical –aunque menos que la española– que el Gobierno británico decidió bloquearla, la primera vez que anula una ley escocesa en sus 25 años de autonomía. Muchos pensaron entonces que la jugada era precisamente esa: emplear esa intervención para inflamar los ánimos independentistas ante la intolerable interferencia de Westminster. En ese caso, pronto quedó claro que no habían elegido muy bien la colina sobre la que gritar "Libertad" al estilo Braveheart. Las quejas de varias prisioneras que tuvieron que compartir condena con un violador que se había cambiado convenientemente de sexo para ingresar en una cárcel llena de presas, en ambos sentidos de la palabra, obligó a la primera ministra Sturgeon a impedir que tal caso volviera a producirse mandando a otra "mujer trans" a una prisión de hombres. Entonces llegó un periodista educado, pero persistente, que terminó de cavar su tumba política:

—Mi pregunta es: ¿son mujeres todas las mujeres trans? No ha contestado a esa pregunta.

—Ese no es el punto sobre el que estamos hablando hoy.

—Pero es mi pregunta.

—Las mujeres trans son mujeres, pero en el contexto carcelario no hay un derecho automático para una mujer trans a…

—Entonces hay contextos en los que una mujer trans no es una mujer.

—Hay… (pausa incómoda) circunstancias en las que una mujer trans estará en una prisión masculina.

—¿Hay algún contexto en el que una mujer nacida mujer podría acabar en una prisión para hombres?

—Estamos hablando de mujeres trans.

—Ahora le estoy preguntando por mujeres nacidas como mujeres.

—No creo que haya circunstancias en ese caso, pero…

—¿Hay diferencia para mujeres trans?

—Bueno, sí

—De modo que no son iguales.

—Eso no… hay un proceso de evaluación de riesgos para mujeres trans que tiene en cuenta la naturaleza del delito. Claramente surge una preocupación especial en el caso de los delitos sexuales y si es apropiado que en estos casos se encarcelen en prisiones de mujeres o de hombres.

Diez días después de esta entrevista, el servicio de prisiones escocés anunció que todas las "mujeres trans" irían a cárceles de hombres. Y cinco días más tarde, Nicola Sturgeon anunció su dimisión. La opinión pública británica ya estaba sensibilizada por el escándalo de la clínica Tavistock, la única dedicada a atender menores trans, cuyo cierre definitivo tendrá lugar en unos pocos meses al enfrentarse a más de un millar de denuncias por apostar por la terapia afirmativa, que consiste en no tratar a ningún paciente que exprese disconformidad con su género y animarle y ayudar a su transición, sin cuestionar jamás que el problema pueda ser otro, que quedaría sin tratar. Más de mil menores mutilados y esterilizados de por vida ahora exigen reparación. De ahí que el Reino Unido esté echando marcha atrás en sus leyes y prácticas referidas a la transexualidad, al igual que otros países pioneros como Australia, Nueva Zelanda, Francia, Suecia o Finlandia. Y aunque aún no ha llegado a ese punto, el debate en Estados Unidos está poniendo a la defensiva a los activistas trans por primera vez desde su irrupción.

Naturalmente, es este momento el elegido por nuestra izquierda para aprobar en el Congreso una ley que lleva a su extremo más delirante todas las salvajadas de las que los demás países se están arrepintiendo. Permite transicionar a menores a partir de 12 años. Impulsa el uso de fármacos para bloquear la pubertad cuyas consecuencias a largo plazo son desconocidas, dado que se han empezado a utilizar recientemente, pero que cada vez acumulan más pruebas sobre sus perjuicios, que van desde la infertilidad de por vida a consecuencias perjudiciales en el cerebro, la masa ósea, la tiroides, el sistema circulatorio y otros muchos. Penaliza el uso de cualquier terapia que no sea la "afirmativa" que ha llevado a escándalos como el de Tavistock y al desamparo y abandono de las personas cuyos problemas psicológicos no son examinados. Permite cambiar de sexo registral tantas veces como se desee. Permite a hombres que se dicen mujeres competir con E impone multas de hasta 150.000 euros por impedir a hombres con sus genitales de hombre pero que dicen ser mujeres entrar en baños de mujeres, o para institutos donde se enseñe que sólo hay dos sexos.

Esta ley es una aberración porque perjudicará a personas concretas, a las que se esterilizará y mutilará mientras se dejan sus problemas psicológicos reales sin tratar, pero sobre todo porque se dirige contra el principio más básico: el de la verdad. Nos dicen que las mujeres trans son mujeres, una afirmación con aroma a tautología, pero con "mujeres trans" se refieren a hombres que dicen sentirse mujeres. ¿Y qué es una mujer entonces? Y como no se puede contestar a esa pregunta sin recurrir a la biología, como demostró el hilarante y excelente documental What is a woman?, te contestarán o diciendo "quien se sienta mujer", lo cual nos vuelve a llevar a la misma pregunta inicial, o con un montón de estereotipos de género, eso que las feministas llevan décadas diciéndonos que hay que erradicar. Y como el principio de realidad termina imponiéndose, acabarán metidos en un callejón sin salida. Como Nicola Sturgeon… y Pedro Sánchez.

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