Menú

Un poder oculto menos

El Gobierno español quiere castigar a las grandes empresas y quiere que se sometan al castigo dócilmente. Y quiere, ante todo, que no se escapen.

El Gobierno español quiere castigar a las grandes empresas y quiere que se sometan al castigo dócilmente. Y quiere, ante todo, que no se escapen.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), junto a la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño (i), y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz | EFE

Es sorprendente que el socialismo gubernamental esté tan cabreado por la marcha de la Ferrovial. Lo es porque el presidente Sánchez inauguró el curso político en el que seguimos diciendo que había un poder oculto con intereses oscuros que se había confabulado para derrocar al Gobierno e identificó al oculto poder con las grandes empresas y grandes corporaciones. Pues si es así, aunque hay quien dice que Sánchez miente, debería estar feliz y contento. Celebrando incluso. No hay gobernante que deje de alegrarse de la marcha de alguno de los que quieren derrocarlo Y nada de lo que ha ido soltando el presidente contra las grandes empresas y corporaciones permite pensar que hace distingos entre unas y otras. Las ha metido a todas en el mismo saco y las ha retratado como enemigas del Gobierno y, lo que viene a ser aquí lo mismo, como enemigas del pueblo.

Se va Ferrovial, pues un poder oculto menos. Esto es lo que dictaría decir la coherencia con el discurso arrabalero que han estado haciendo para ver si ganan puntos en los sondeos. ¿O no dijo el propio Sánchez que las protestas de ciertos bancos y empresas por un nuevo impuesto significaban "que vamos en la buena dirección"? Entonces, lo suyo es que tome como una confirmación de que la dirección es buena el hecho de que uno de esos enemigos del Gobierno —y del pueblo— proteste con los pies y se vaya con la sede a otra parte. Pero el socialismo gubernamental lo quiere todo. Quiere castigar a las grandes empresas y quiere que se sometan al castigo dócilmente. Y quiere, ante todo, que no se escapen.

Esa es la cuestión, porque si se escapa una, se pueden escapar más. De ahí la indisimulada campaña de intimidación en forma de acerbas críticas a la primera que suelta amarras. Para que nadie más se atreva. Es el estilo de los que sustituyen la tarea de gobernar por la prepotencia de dominar. Antes que buscar soluciones, prefieren lanzar ataques. En vez de intentar persuadir, se ponen a amedrentar. En lugar de rebajar la demagogia, aumentan la dosis. Socialistas y podemitas están convencidos de que castigar verbal y fiscalmente a las grandes empresas les proporciona votos. Hasta se inventan impuestos con la única finalidad de poder jactarse de que el castigo se aplica. La indignación gubernamental por la marcha de esta empresa tiene mucho de impostura. La están utilizando para espesar su caldo populista. Y es lo único que importa.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal