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Cristina Losada

Adiós, Tito Berni

La corrupción es endémica en España y lo seguirá siendo por esto: la propia se tapa, mientras se exhibe la ajena.

La corrupción es endémica en España y lo seguirá siendo por esto: la propia se tapa, mientras se exhibe la ajena.
El diputado del PSOE, Juan Bernardo Fuentes, interviene en una sesión plenaria extraordinaria en el Congreso de los Diputados, a 25 de enero de 2022, en Madrid (España). | Europa Press

Igual que esos programas de televisión que se retiran al poco de estrenarse, el escándalo de corrupción del Tito Berni va a desaparecer de las pantallas en menos de lo que canta un mediador. De hecho, está haciendo mutis por el foro ahora mismo. Dentro de unos días es probable que no quede nada visible del caso en el gran escenario de la política nacional. Si los cambios de decorado ya se suceden con rapidez vertiginosa, hay ocasiones en que se les imprime un acelerón extra: ésta es una de ellas. Las hazañas del Tito Berni y sus diputados juerguistas se van a retirar de la programación política cuando no llevan un mes en el candelero. Compárese con la duración que han tenido otras historias de corruptos, que pasaron años y años en prime time o regresaron con fuerza cuando ya todo el mundo las daba por muertas.

Todo un récord va a batir esto del Tito Berni. Pocos habrán sido más fugaces en el estrellato de la corrupción. Y bien que merecía más tiempo. Pero su fulminante retirada no se debe, como la de los programas que fracasan, a un pinchazo total de audiencia. No es que nadie quisiera saber de las andanzas de la pandilla del exdiputado canario ni que éstas carecieran de espectacularidad. Al contrario. Lo tenían todo para enganchar al público. Ése era el problema. Precisamente porque reunía todos los elementos para hacerlo conocido y popular, para que fuera un auténtico y sabroso escándalo, en el partido afectado, que es el PSOE, decidieron que se retire de la cartelera ya mismo y encontraron la manera de hacerlo. ¿Cuál es? Pues sustituirlo. Quitar el caso del Tito Berni del cartel y poner otro.

El juego de manos se ha podido hacer gracias a los compinches del ilusionista. Unos y otros tenían un interés común: ninguno quería armar revuelo con un asunto turbio y zafio que mancha al partido del Gobierno en fase electoral. Y del mismo modo que el Gobierno cuida a sus socios, los socios cuidan al Gobierno. Así que delante de las narices de todo el mundo han cambiado el caso Mediador por el Caso Cuarteles. Hablar de posibles corruptelas en obras de cuarteles de la Guardia Civil les resulta más atractivo. Hasta aquí hemos llegado con el Tito Berni. El partido estaba orgulloso de haber expulsado al diputado cuando el escándalo se hizo público, pero va a dejar de hacer ostentación. El portavoz López no volverá a deleitar al público con grandes réplicas como "qué más da" y "una cosa es cenar y otra corromperse". Una lástima. La corrupción es endémica en España y lo seguirá siendo por esto: la propia se tapa, mientras se exhibe la ajena.

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