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Miguel del Pino

Vinicius y el cerebelo

Homenaje a un deportista agraviado.

Homenaje a un deportista agraviado.
Vinicius | Cordon Press

El caso de la afrenta al gran jugador del Real Madrid ha sido la gota que ha colmado el vaso de esos conatos de racismo estúpido y gamberro que viene generando el deporte en los últimos tiempos. El astro brasileño tiene más que sobrados motivos para indignarse.

Los actos de desagravio por parte de la afición madridista, sin duda en nombre de todos los buenos aficionados al fútbol, y el gesto de Florentino sentando a Vini a su lado en el palco de honor tratan de lavar la imagen del deporte, de la sociedad y en definitiva de España; bien están, por lo tanto.

Pero no hablamos desde los puntos de vista deportivo o ético; intentamos asomarnos al mundo científico para comprender que es lo que distingue a Vinicius de otros futbolistas triunfadores y que desata las iras de los espectadores energúmenos y de los defensas "leñeros".

Cuestión cerebelosa

Si nos adentramos, aunque de forma elemental, en las bases anatómicas y fisiológicas del sistema nervioso central, encontramos una médula espinal protegida por las vértebras de la columna. Tal cordón medular se ensancha al llegar a la zona cervical para constituir el bulbo raquídeo y posteriormente en otras vesículas convertidas al terminar el desarrollo embrionario en grandes masas de tejido nervioso: el cerebelo y el cerebro.

La médula espinal es sede de actos reflejos: como todos sabemos, las lesiones medulares permanentes producen parálisis desde el punto lesionado hasta la totalidad de la parte inferior del cuerpo.

Al ensancharse la médula en la zona cervical para formar el bulbo raquídeo encontramos ya funciones vitales. El bulbo contiene centros nerviosos responsables de los movimientos reflejos respiratorios y cardiacos y su fractura o lesión produce la muerte.

Y llegamos al cerebelo: es el centro regulador de los más importantes reflejos motores, entre los que podemos encontrar ejemplos tan evidentes como la coordinación de los movimientos de la deambulación, la natación y en los animales voladores, el vuelo. Los animales voladores, como las aves, adelantan en perfección cerebelosa a los mamíferos, a los que, desde el punto de vista evolutivo, correspondería superioridad en este órgano: el vuelo necesita mayor coordinación que la marcha y el cerebelo responde a dicha necesidad.

Llegamos por fin al mundo del fútbol justificando así nuestro titular y nuestras intenciones. Vinicius es el último representante de la corte de los grandes regateadores, con perdón de su compañero Rodrygo, pero ¿qué es exactamente un regate?

El regateo, o gambeteo que dicen por Argentina, consiste en una sucesión de rápidos movimientos de las piernas, a veces apoyados por el resto del cuerpo, con los que, de manera casi totalmente refleja, un jugador supera en velocidad y agilidad al homólogo del contrario que trata de impedir su avance. Estamos en definitiva ante una cuestión de habilidad cerebelosa.

Aunque tal habilidad en la coordinación de las extremidades pueda mejorar con el entrenamiento no cabe duda de que existe una base innata, de manera que podemos decir que los grandes regateadores del mundo del fútbol "nacen más que se hacen".

Como prueba de tal afirmación recabamos el testimonio de los padres que han visto cómo alguno de sus vástagos presenta desde su más tierna infancia especial habilidad para aprender a montar en bicicleta, o ha sido más precoz al comenzar a andar, o no le quitan la pelota otros niños cuando juega en el parque. Estas criaturas precoces en el movimiento de piernas son "privilegiados cerebelosos".

Pero al hablar de la coordinación motora no pensemos solamente en el deporte; también otras funciones, más relacionadas aparentemente con la intelectualidad responden más de lo que suponemos a las directrices nerviosas del cerebelo, como por ejemplo lo que llamamos "facilidad de palabra".

También la oratoria y la habilidad que le sirve de base constituyen un ejemplo de coordinación, en este caso de la actividad motora de la palabra, aunque algunos pueden decir tonterías bien dichas, pero esto es otra historia.

La tartamudez puede tomarse como ejemplo extremo de dificultad en la actividad oratoria, aunque tomamos grandes reservas al entrar en campos en que también interviene el cerebro. Digamos como curiosidad que algunos cantantes pueden ser tartamudos hablando y superan esta dificultad cuando cantan. A veces falla en algunas personas el "motor de arranque de la palabra", como muestran esos inacabables "eeeeeh…" con los que comienzan sus frases.

Volvamos a Vinicius

Como seguramente podrán confirmar sus señores padres, Vinicius debió de ser un niño muy precoz al comenzar a andar y seguramente regatearía en el parque a sus amiguitos en su más tierna infancia. Después tuvo que formarse para llegar a ser un gran velocista y un formidable atleta, pero la base de coordinación motora en sus piernas que le convierte en un ser excepcional es innegablemente innata.

No son muchos a nivel mundial los grandes regateadores del fútbol; para no provocar agravios comparativos dejemos que cada lector elabore su propia lista, como yo también hago, aunque pida licencia para una excepción: mi recuerdo de Alfredo Di Stefano regateando a todo el equipo contrario, portero incluido, para depositar suavemente el balón en el fondo de la portería.

Los regateadores son rara avis y alegran el mundo del fútbol con sus habilidades y su fantasía; frente a ellos es inevitable la figura del defensa "duro", que nunca debería llegar a ser "leñero". Al abatir o incluso al lesionar con entradas antideportivas a un delantero habilidoso no sólo atentan contra él, sino contra todo el mundo del deporte.

Afortunadamente los árbitros cuentan con una importante arma defensiva contra los defensas violentos: las tarjetas; un violento lo podrá ser un máximo de dos veces o incluso una sola, si su entrada es alevosa. Sean pues los árbitros conscientes de su gran responsabilidad.

¿Racismo? ¿No será más bien imbecilidad derivada de la impotencia lo que carga las pilas de los espectadores vociferantes? En cualquier caso, intolerable.

Bien haría Vinicius en aceptar con satisfacción las muestras de desagravio que está recibiendo y en seguir disfrutando de sus habilidades futbolísticas: las innatas, como la perfección de su coordinación cerebelosa, y las adquiridas, como las muchas horas de gimnasio y de pista que le han debido costar su formación atlética.

Disfrute Vinicius con sus habilidades porque con ellas nos hace disfrutar a los buenos aficionados. Violentos, a la calle, y racistas, al diablo.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.

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