
¿Qué logró Antonio Basagoiti en 2009 cuando apoyó gratis la candidatura de Patxi López a lehendakari del Gobierno Vasco? Nada. Y para verlo no hay más que valorar las políticas socialistas que acabaron devolviendo el poder a los nacionalistas. Puede ser que Basagoiti se sintiera satisfecho pensando que "el PP quita y pone lehendakari", tal como declaró en su día, pero de la nada era difícil que saliera un cambio sustancial de la deriva vasca. Y así fue.
Ahora, Carlos Iturgaiz está dispuesto a cometer el mismo error cediendo gratis los votos cruciales del PP para la investidura de la socialista Maider Etxebarria en el ayuntamiento de Vitoria y de la nacionalista Eider Mendoza en la diputación de Guipúzcoa. La excusa es que, de esa manera, se evita dejar en manos de EH Bildu ambas instituciones. El pretexto no es baladí, pero obvia el hecho de que en ambos casos cualquier gobierno estará en minoría y sus regidores tendrán que arbitrar consensos puntuales para dar salida a sus decisiones. Y obvia también que la aritmética electoral es propicia a la presentación de mociones de censura, con lo que, como solemos decir los economistas, estamos ante un mercado contestable. O sea que, aunque la preeminencia de EH Bildu no sea deseable, su inmediata instalación en los gobiernos vitoriano y guipuzcoano ni es trágica, ni necesariamente ha de durar toda la legislatura.
Pero vayamos a lo nuestro. ¿Es razonable que Iturgaiz les ceda los votos del PP a quienes han fracasado en la gobernación del País Vasco? Porque no olvidemos que PNV y PSOE están juntos en un Gobierno Vasco que, a lo largo de la actual legislatura autonómica, ha favorecido con su política el ascenso de EH Bildu. Lo ha hecho, por supuesto, aceptando una buena parte de su discurso nacionalista con respecto al pasado de violencia que asoló el País Vasco durante la campaña terrorista de ETA. Y también, de manera principal, adoptando una política penitenciaria favorecedora para los presos de esa organización terrorista mientras se discriminaba a los reclusos que no tenían nada que ver con ella. Dicho de otra manera, con esa gestión carcelaria, lo que el gobierno PNV-PSOE ha hecho es elevar a los etarras penados al rango superior de presos políticos, alimentando así el discurso de EH Bildu. Pero es que, además, los socialistas por su cuenta han legitimado a este partido heredero político de ETA haciéndole socio preferente del gobierno de Pedro Sánchez, como se comprobó reiteradamente en las Cortes Generales ahora disueltas y como recordó acertadamente Arnaldo Otegi hace unos días.
El ascenso de EH Bildu en las elecciones locales —mientras retrocedían todos los demás menos, curiosamente, el PP— ha tenido, además, un fundamento principal en la conexión de sus candidaturas con ETA, un factor éste que le ha servido para legitimarse en el mundo de la izquierda abertzale, en el que sobre todo la contestación juvenil a Otegi y su política, llamémosla "pacificadora", se mostraba como un riesgo relevante. El discurso de los etarras candidatos manchados de sangre no lo dejaba en duda: "No queremos un futuro sin pasado", dijeron, traspasando así la legitimidad abertzale desde ETA hacia EH Bildu, mientras desde el partido socialista se justificaba su actuación y desde el partido nacionalista se hacía una crítica menor con la boca pequeña. Otra vez encontramos a PNV y PSOE incapaces de hacer frente al discurso y la praxis política de los herederos de ETA.
Iturgaiz, con su error, va a bendecir a esos dos actores —PNV y PSOE— para que sigan haciendo lo mismo; o sea, para que continúen dirigiendo al País Vasco hacia el abismo radical. Y además, sin agradecimientos, como dejó claro Eneko Andueza —el líder socialista— en una reciente entrevista en Radio Euskadi. Por cierto que este dirigente apuntó también que no le hace ascos a los que denominó "acuerdos puntuales" con EH Bildu.
Escribo este artículo con la esperanza —ilusoria, probablemente— de que el PP vasco rectifique y exija contrapartidas razonables tanto al PNV como al PSOE. Por ejemplo, hacer más parsimoniosa la política penitenciaria o intensificar las ayudas a las asociaciones de víctimas del terrorismo para que impulsen sus acciones referidas al relato del ominoso pasado vasco. Eso es todo.