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Carmelo Jordá

Seis debates y otros desvaríos de Sánchez

Los socialistas ni siquiera aspiran a ganar: están en el mero control de daños y en intentar que la derrota no sea por goleada.

Los socialistas ni siquiera aspiran a ganar: están en el mero control de daños y en intentar que la derrota no sea por goleada.
Pedro Sánchez. | EFE

Me ha llegado por varias fuentes, algunas de extraordinaria confianza, que en el Gobierno no se esperaban el revés que sufrió en las urnas el pasado día 28. Y aclaro: no es que no se esperasen la descomunal torta que se llevaron los candidatos socialistas en prácticamente toda España, es que pensaban que a trancas y barrancas podían ganar en la mayoría de las plazas importantes.

Obviamente, no es que Sánchez y los suyos se crean las encuestas del CIS, pero sí las que les sirve Tezanos a partir de los trabajos de campo que hemos pagado todos con nuestro dinero y que, al parecer, son tan malas como si las hubiera hecho Tezanos, ni más ni menos.

Así que el domingo 29 a eso de las diez de la noche el PSOE se despertó a una nueva realidad: que va a perder el poder. A partir de este nuevo dato han llegado el llanto, el crujir de dientes y, sobre todo, los errores estratégicos y los bandazos, como el asunto de los debates electorales, que es un despropósito en todos los sentidos. Porque cuando Sánchez propone seis cara a cara con Feijóo sabe que el popular no los va a aceptar, básicamente porque es una chorrada monumental, pero aun así y por pequeño que sea el riesgo de que dijese que sí, si lo corre es porque piensa que celebrar un Aló candidatos semanal que no iba a soportar ni el más convencido de los militantes sanchistas podría servirle de algo.

Que Moncloa y el propio Sánchez apuesten por exponer masivamente al que sin duda es el político más odiado de España y acaba de pegarse una torta monumental en unas elecciones en las que tuvo una exposición y un protagonismo totales, me parece de las cosas más significativas de esta primera fase, aún no oficial, de la campaña electoral.

Pero no es el único: ahí están los cambios bruscos de discurso o el arrinconamiento de Yolanda Díaz después de que Sumar haya sido creado prácticamente desde Moncloa al menos tanto como desde el Ministerio de Trabajo.

A mí todo este caos me demuestra sobre todo que los socialistas ni siquiera aspiran a ganar: están en el mero control de daños y en intentar que la derrota no sea por goleada. Y ya que nos ponemos con las metáforas futbolísticas, no hace falta que les diga el saco de goles que suelen llevarse los equipos que se limitan a intentar evitar el ridículo.

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