
Pedro Sánchez consiguió que no se hablara del éxito electoral del PP en las elecciones municipales y autonómicas convocando unas generales a finales de julio. Su plan aguafiestas, que en realidad duró sólo un día, consistía en convertir en campaña nacional los pactos entre el PP y Vox, "la derecha extrema y la extrema derecha", para poder gobernar ayuntamientos y comunidades autónomas, cosa terrible a todas luces. El tinte azul del mapa serviría de revulsivo, pensó o le pensaron, y el PSOE Frankenstein de Sánchez (Podemos, ERC, Bildu…) criticaría con denuedo los pactos entre dos partidos… democráticos.
Pero la realidad recuerda más bien aquella frase pronunciada por Adolfo Suárez que caracterizó la Transición, punzante piedra en el zapato del PSOE, y que pedía "elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es simplemente normal". Hoy esa normalidad es que el PP hace pleno en las capitales andaluzas, domina en Madrid y desaloja al PSOE en la mayor parte de España llegando a más del 60 por ciento de las capitales.
Las alianzas coyunturales entre liberales y conservadores, unas más afortunadas que otras, también forman parte de la normalidad y, además, tienen una base social que lleva tiempo reclamando un entendimiento sin histrionismos. En la calle se ve normal que Alberto Núñez Feijóo sea el próximo presidente del Gobierno y que, si lo necesita, pueda contar para ello con el apoyo de Vox.
Lo que no es normal, ni en la calle ni en sitio alguno, es conceder a una banda terrorista el poder de gobernar, dinero para hacerlo y vía libre para aplicar su doctrina. Quizá, y ese es el problema, resulte menos extraño mediando el PSOE. Porque la normalidad no ha acompañado históricamente a ese partido por más que se empeñen en que el pasado malo es el del PP.
Francisco Martín Aguirre, delegado del Gobierno en Madrid, convierte lo indefendible en alabanza, en apología. No hay lugar a dudas sobre lo que dijo porque él mismo quiso contextualizar su declaración: "Ya que me pregunta por los pactos con Bildu y por esa equiparación que en ocasiones se trata de hacer, quiero compartir con ustedes una reflexión personal que no puedo evitar hacer". Y dijo así:
"Esos supuestos enemigos de la patria, esos supuestos enemigos de España, a lo largo de estos últimos cinco años han hecho mucho más por todos los españoles y españoles, por España, de lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera juntos. Y me voy a explicar. Es que esos supuestos enemigos de España han contribuido a salvar miles y miles de vidas de ciudadanos españoles apoyando el estado de alarma en los momentos más complicados (…) Han contribuido a dignificar la vida de millones de pensionistas españoles, mejorar las condiciones laborales de millones de ciudadanos (…) o a posibilitar unos presupuestos que materializaban todas las anteriores cuestiones".
Cabe la tentación de renombrarle como delegado del PSOE en Madrid pero lo correcto sería delegado de Bildu, donde milita la ETA disfrazada de política. Insultante e hiriente. Nauseabundo. Pero muy valioso.
Antes de seguir: Bildu no apoyó ni una sola prórroga de estado de alarma, se abstuvo en todas. El PP apoyó tres y Vox, una, la primera votación.
La declaración de Martín Aguirre tiene de valioso que levanta acta de la relación entre el Gobierno del PSOE y el partido de ETA. Sin remilgos. Y la reacción posterior de Arnaldo Otegi en una entrevista en Radio Popular lo certifica: "Dijo algunas cosas que son ciertas". Presumió el condenado por terrorismo de que sus apoyos al Gobierno han servido de mucho y aprovechó —el que tuvo, retuvo— para lanzar una amenaza ante el avance electoral del PP:
"Deberían darse cuenta de que si tensan mucho las cuerdas el problema de construcción de independencias en Euskal Herria y en Cataluña va a aumentar de modo muy, muy, muy intenso".
No tiene pinta de referirse a la mera discusión política. Si a lo de quemar cajeros y autobuses lo situaban en la "baja intensidad"…
Las mentiras y el "sábado negro"
Según Félix Bolaños, el PP de Feijóo mintió porque dijo que no iba a pactar con Vox y ahora va y lo hace. ¡Que mintió Feijóo, dice! Como copiar y pegar es fácil en estos tiempos de editores de textos y, además, el espacio no es problema en internet, ahí va la enésima repetición. Por la causa:
"Le estoy diciendo que con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces, o veinte durante la entrevista. Con Bildu no vamos a pactar. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar. Si quiere se lo repito otra vez".
Lo dijo Pedro Sánchez en 2015 pero alguien podría achacarlo ahora a un pecado de bisoñez. Pues en 2019, siendo ya presidente del Gobierno y refiriéndose a la formación del Gobierno en Navarra, dijo:
"El PSN y el PSOE tenemos la misma posición y es que con Bildu no se acuerda nada".
Además del poder, a Bildu le han regalado el acercamiento y excarcelación de presos etarras, la salida de la Guardia Civil de Navarra o llevar la Memoria Democrática hasta el 1983 en el que asomaban los GAL. El partido de Otegi ha sabido corresponder apretando el botón que sostiene a Sánchez.
Los nervios por el 23 de julio han desquiciado igualmente al secretario de Política Local del PSOE, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que también es vicepresidente del Congreso de los Diputados. Este sábado se configuran los gobiernos locales tras las elecciones del 28-M que Sánchez quiere ocultar porque se ve poco, muy poco, el color rojo. El socialista, como otros que llevan a Otegi con orgullo, dice así:
"Será un sábado negro para la democracia en España porque en 187 ciudades y pueblos serán las políticas ultraconservadoras del Partido Popular más ultraconservador de Europa junto la con la extrema derecha quienes tengan una incidencia directa en la vida de los ciudadanos".
Indudablemente será un sábado para olvidar en cualquier sede del PSOE, partido que no ha hecho otra cosa que perder votos desde que llegó el hombre del Peugeot, el tipo al que habían echado. Sólo con la ayuda del peor extracto de los males que nos aquejan —comunismo, separatismo y terrorismo— y por culpa de una derecha deshecha había sido capaz de mantener la cabeza fuera del agua. Se le acaba la suerte. Y se nota. Hasta quieren denunciar a los que hacen encuestas fuera de su cocina, desanimando al votante socialista. Otra verdad que aflora.
Los nervios de la derrota venidera pueden terminar de hacer la campaña de Feijóo. Al PP le bastaría con presumir de listas y hasta de ministros y tener bien claro que el sanchismo, ahora mismo, no es otra cosa que el PSOE, el partido al que da la razón Arnaldo Otegi. ¿Y a quién iba a votar si no Txapote? El miedo sacará a la luz más verdades.
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