
Cuando una piensa que los socialistas no pueden caer más bajo, llegan sus representantes para demostrar que la degradación del PSOE no tiene límite. La semana que acaba de finalizar habrá de recordarse como el momento en el que el PSOE metió en campaña a ETA, porque hay que reconocer que, en este caso, no han sido los representantes legítimos de la banda los que han tomado la iniciativa -como hicieron en las elecciones del 28M, que pusieron terroristas en las listas para que nadie olvidara quienes son y por qué están ahí-, sino que ha sido el blanqueador oficial de terroristas quien les ha brindado los titulares y el protagonismo.
Una vez más se puede decir que todo comenzó con Zapatero, pues fue él quien puso directamente a ETA en la campaña, lo que por otra parte resulta coherente con su historia dado que fue el presidente socialista del Gobierno de España quien perpetró la traición de reconocer a ETA como interlocutor político. Con esos antecedentes, resulta lógico que Zapatero haya querido que la banda terrorista esté presente en los debates electorales previos al 23J, aunque Sánchez haya simulado que quiere confrontar con Feijoo. De ahí que Zapatero aprovechara una entrevista que gentilmente le brindó Carlos Herrera para reivindicarse y reivindicar a la banda terrorista, de la que dijo "se rindió" ante él "a cambio de nada". Ni la primera ni la segunda afirmación son ciertas. La banda terrorista nunca se rindió ante Zapatero; la banda terrorista fue derrotada en su vertiente criminal y operativa por el trabajo continuado de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con la cooperación internacional y gracias a la resistencia activa de miles de ciudadanos que estuvieron dispuestos a arriesgar su vida y su seguridad para impedir que triunfara su proyecto totalitario.
Y es igualmente falsa la afirmación de Zapatero de que la simulación de fin de ETA fuera "a cambio de nada". La banda terrorista no ha desaparecido, no se ha disuelto. Y si hoy ETA no asesina es porque los cuerpos y fuerzas de seguridad destruyeron su capacidad tanto operativa como para rearmar nuevos comandos; eso es lo que provocó que la banda tuviera que mutar cuando Zapatero se ofreció a rescatarlos y desde ese momento de imponer su proyecto totalitario desde las instituciones. Instituciones a las que los comandos políticos han llegado gracias al PSOE –tal y como reconoció recientemente el propio Zapatero– que les salvó de la extinción definitiva cuando la banda criminal estaba operativamente muerta.
Pero lo más significativo para el análisis de lo que hemos visto esta semana no es la evidencia de que Zapatero mintiera al hacer esas dos afirmaciones, sino el hecho de que Zapatero ha querido reivindicar a la banda terrorista ETA y no solo a sus representantes políticos. Lo más significativo de las palabras de Zapatero es que estuvieron destinadas a alabar la actitud de la banda, su generosidad para dejar de asesinar y rendirse "a cambio de nada". Lo más revelador es que Zapatero ha querido meter directamente a ETA en la ecuación política y en la campaña electoral para legitimar a la banda como interlocutor político con el que cuentan para hacer esa segunda transición con la que Zapatero soñaba desde que llegó a la Secretaria General del PSOE y a la Moncloa y que Sánchez ha impulsado poniendo en el Constitucional a magistrados dispuestos a reformar de facto la Constitución sin darnos la palabra a los españoles.
Y tras la pauta marcada por Zapatero llegaron las actuaciones de los delegados del Gobierno del País Vasco y de Madrid. El primero de ellos contrató a una dirigente de las Gestoras Pro Amnistía –una de las muchas marcas de ETA– para que diera cursos a la policía de sensibilización contra la violencia de género. Como ustedes comprenderán no estamos ante un desliz o ante unas palabras mal entendidas o una idea mal expresada, sino ante un acto político determinado en el que quien representa en Euskadi a Pedro Sánchez decide que para dar lecciones de cómo proteger la vida y la seguridad de las mujeres no hay nadie mejor que alguien que ha defendido a los asesinos de cuarenta y cuatro mujeres y 21 niños (14 de las cuales eran niñas) además de herir a más de cien menores en distintos atentado. Han tenido que ser los sindicatos de la policía los que denuncien el abuso y la ignominia; pero Denis Itxaso, el delegado del Gobierno, sigue en su puesto pues al fin y al cabo lo único que hizo fue seguir la norma de comportamiento establecida por su Gobierno y su partido, el PSOE que gobierna en España con la ayuda de los representantes políticos de los terroristas y en Euskadi con el PNV.
Y entonces entró en escena Francisco Martín, delegado del Gobierno en Madrid, ese tipo que llegó al cargo directamente desde el Gabinete de Bolaños y Sánchez en Moncloa, que en una comparecencia pública ante Marlasca afirmó que "los supuestos enemigos de España han hecho más por los españoles y por España que lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera". Y remató: "Bildu ha contribuido a salvar miles de vidas de ciudadanos".
Quédense con "supuestos" y "salvar miles de vidas", porque ahí está la clave que confirma que estamos ante una estrategia de reivindicación de la banda terrorista y no ante una serie de deslices verbales de sus protagonistas. Para el delegado de Sánchez ETA es "supuesta" enemiga de España, no enemiga. Y Bildu, el representante político de la organización criminal que asesinó a 857 inocentes y expulsó del País Vasco a 180.000 de nuestros conciudadanos, el partido que homenajea a los terroristas y pone es alabado por "salvar miles de vidas". Francisco Martín ha cerrado el circulo abierto por Zapatero: ETA buena, "patrioteros" que llevan pulsera con los colores de la bandera de España, malos.
Tras estos tres ejemplos de ignominia y desprecio a la verdad y a las victimas de ETA protagonizados por altos representantes de Sánchez una podría preguntarse si estamos ante un traspiés que le ha torcido la campaña al propio Sánchez y al PSOE o si, más allá de los efectos electorales negativos que estos episodios puedan suponer, la confluencia estratégica con ETA es una apuesta tan a largo plazo que Sánchez está dispuesto a sacrificar a su partido para mantener la alianza y las buenas relaciones con la banda y sus representantes. Aunque, claro está, también hay otra explicación posible: que Zapatero y Sánchez estén obligados a cumplir sus compromisos con la banda porque esta no esté dispuesta a desparecer de la escena política sin llevarse a lo que queda del PSOE por delante. "Los acuerdos democráticos hay que cumplirlos", explicó Zapatero durante la campaña de municipales cuando contó que prometió a ETA que entrarían en las instituciones. ¿Y si hay más compromisos que no conocemos y de ser desvelados se llevarían por delante la escasa reputación democrática que le queda el PSOE? ¿Y si Otegi, al igual que hicieron todos los comandos de ETA a lo largo de su criminal vida, levantaba actas de sus conversaciones con Eguiguren, Zapatero y Sánchez? ¿Y si hay grabaciones comprometidas? ¿Y si el precio a pagar para no desvelarlas es que el PSOE prime a ETA/Bildu durante la campaña electoral?
A ver si resulta que ETA, que no pudo destruir la democracia, va a acabar matando al PSOE…
