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Con la amnistía a los golpistas de 2017, nace, inevitablemente, la dictadura de Sánchez

Aquí no habrá más derecho que el que convenga a Sánchez según el día. La Ley será él. El derecho, él.

Aquí no habrá más derecho que el que convenga a Sánchez según el día. La Ley será él. El derecho, él.
Mural de Sánchez y Puigdemont besándose obra del grafitero TVBoy en la plaza de las Glorias en Barcelona. | Europa Press

Hace mucho tiempo, los cubanos exiliados decían "vengo del futuro". Y nos reíamos. Hace algunos años, los exiliados venezolanos, insistían: "venimos del futuro". Y nos reíamos, pero menos. Pues bien, Santiago Auserón, "el futuro ya está aquí". Esta semana, en la apertura del Año Judicial, no había duda entre los allí presentes -en público silentes- de que estamos a las puertas de la destrucción del régimen constitucional.

El mecanismo de demolición del régimen del 78

Libertad Digital explicaba ayer el mecanismo de demolición de la democracia en España según los juristas dignos de ese nombre, no las togas corruptas cuya opinión depende de Sánchez. Para empezar, y de inmediato, "el Gobierno va a elaborar la Ley de amnistía. Es algo que se da por hecho y se espera conociendo a Pedro Sánchez. Es un proceso constituyente de facto, un cambio de régimen. Tendría que ser una proposición de Ley y no proyecto de Ley, al estar el Ejecutivo en funciones. Por tanto, no se pedirían informes a los órganos consultivos como el CGPJ o la Fiscalía".

Todos saben que la amnistía compra los votos de Puigdemont, y que de hecho deroga la administración de Justicia y todas las leyes que llevaron a la condena de los culpables del golpe de Estado de 2017. En la práctica, vemos que, para juntar los votos necesarios para la investidura, Sánchez se proclama Juez Supremo, por encima de la ley, la Justicia y del Estado:

"Se pretende expropiar a los jueces la capacidad de juzgar. El objetivo es hacer desaparecer la inhabilitación a los golpistas para que puedan volver a presentarse a las elecciones y que Puigdemont regrese a Cataluña".

La amnistía, impuesta por Puigdemont como condición para que sus diputados voten a Sánchez, y cuyo primer beneficiario es él, es técnicamente ilegal, porque un Gobierno en funciones no puede gobernar por decreto-ley, y está prohibida por la Constitución:

"La amnistía no cabe en la Constitución, sería necesaria una reforma. Es absurdo el argumento según el cual lo que no está prohibido en la Carta Magna, está permitido. El Ejecutivo tiene mayoría para volver a hacer una reforma en el Código Penal como cuando eliminó el delito de sedición y rebajó el de malversación, pero no tiene mayoría para reformar la Constitución".

Si Sánchez lo hace, y sin duda lo hará, se habrá proclamado dictador.

Basta la amnistía para hundir irreversiblemente el sistema democrático

A lo largo de los cinco años de la llegada de Sánchez y sus socios al Poder, utilizando una corrupta sentencia judicial urdida por sus garzones, se han vulnerado de mil formas la Ley y la Constitución, pero no derogado. Ahora, sí. La amnistía liquida de un solo golpe la división de poderes, toda pretensión de legalidad en la acción política y cualquier protección de los ciudadanos mediante el Estado de Derecho. Aquí no habrá más derecho que el que convenga a Sánchez según el día. La Ley será él. El derecho, él. Como teorizó Carl Schmitt para justificar la dictadura de Hitler, el líder "es fuente de derecho". El camino ha sido largo, pero el hachazo es fulminante.

A la vista de los precedentes en el control de la fiscalía y los jueces, nadie dudará de que Sánchez culmina un proyecto de poder personal. Pero incluso si no fuera así, la amnistía es un punto de no retorno en ese sentido. Aunque no quisiera -que quiere o le da igual- Sánchez deberá convertirse fatalmente en dictador, destruir el régimen constitucional y con sus socios comunistas y separatistas, instaurar de hecho una república plurinacional cuya única nación prohibida será España. Ya digo que es seguramente lo que quiere, pero, aunque no quisiera, la amnistía le obligará a esa traición.

Tras la amnistía ilegal e inconstitucional para llegar a presidente del Gobierno, esa presidencia y ese gobierno son ilegítima de arriba abajo y de principio a fin. Es imposible una vida parlamentaria mínimamente normal, porque el Parlamento, el Poder Legislativo, se ha alzado contra otro Poder, el Judicial, y los jueces que deben aplicar la ley el Gobierno que debería asegurar que se cumpla, habrán perdido su razón de ser. El país vivirá una situación de hecho en la que, por culpa de Sánchez, no existirá el Derecho. Los medios de comunicación, que, en democracia, deben defender unos determinados valores, matizarlos, criticar o apoyar unas opciones políticas, se verán, nos veremos obligados a las trincheras. Ante el Golpe de Estado de Sánchez, no por no proclamado menos cierto, que reivindica el de 2017, sólo se puede estar con el Golpe, o sea, con Sánchez y su banda o contra él.

Hacia una Ley de Defensa de Sánchez

La Oposición no podrá serlo al Gobierno, aunque la tentación de una parte del PP será fingir normalidad con la excusa de "evitar el frentismo". Pero cuando tienes un bloque enfrente, o le opones otro o le das la victoria. El proceso de liquidación del régimen constitucional mediante la traición de las togas de Pumpido será sinuoso, prolijo y, como obra de traidores, abundará en ofertas de consenso para fingir normalidad en lo que ya nunca puede ser normal. Después de proclamada la amnistía, la vida democrática es, sencillamente, imposible. Nadie podrá dejar de ver en Sánchez a un impostor. Y el impostor no dejará que ese estado de opinión cuaje. Más pronto que tarde habrá una versión de la Ley de Defensa de la República perpetrada por Azaña con la excusa del Golpe de Sanjurjo, que prohibió la mayoría de periódicos de oposición, los cerró, multó o atropelló. Y aunque, tras lo de Casas Viejas, la censura no impidió la derrota electoral, había marcado, con la Constitución sectaria, la quema de iglesias y la defensa de una República "sólo para republicanos", el camino al enfrentamiento civil. Aquí, se nos viene encima, a toda PRISA, una Ley de Defensa de Sánchez.

España está rota porque la media España viva no se resigna a morir. Y el medio país al que le da lo mismo la nación, el Estado y todo lo que no siga las consignas de la izquierda, está dispuesto a atropellar al otro medio. La única defensa de un gobierno que nace infame será defender su infamia de los que lo critiquen, de palabra u obra, en la calle o en las Cortes. Habrá un Ministerio de la Verdad, al estilo de las mamachicho de Igualdad, que no dudará en sancionar, sin jueces que estorben, sólo por razones políticas. En fin, el futuro del que venían los cubanos y venezolanos, ya estará aquí.

La oposición, más perdida que Pulgarcito en el bosque

Es preciso que el Partido Popular no insista más en sus ofertas al PSOE y, menos aún, a los separatistas vascos y catalanes. No sólo porque perjudica grave e innecesariamente la posición de Feijóo en la investidura, sino porque al asumir públicamente el PSOE, pese a los mohínes de Felipe y compañía, la amnistía como pago previo a la investidura de Sánchez, es inútil insistir en evitar el "error Rivera". Feijóo ya lo ha evitado de sobra. Ahora corre el peligro de parecer un simple testigo del golpe de Sánchez.

Si la comunicación en la Derecha ha sido siempre desastrosa, lo de este PP es artístico de tan estúpido. Que González Pons sea el embajador en Waterloo es como si el general Castaños, en Bailén, hubiera propuesto una tregua al ejército de Napoleón en vez de atacarlo. Deben asumir que los trámites de la investidura de Feijóo han terminado ya. Pues no hay manera.

Vox ha entregado la defensa del bunker al Frente de Juventudes parlamentarias. Nadie con experiencia. Y Génova 13 no sale de un guion que murió el 11M de 2004. Es lógico que el Déspota crea que puede ganar. Se equivoca, pero cuanto más tarden los partidos en reconocer la gravedad de la situación y pedir el apoyo de la opinión, más dura será la batalla. Por ahora, PP y Vox están más perdidos que Pulgarcito en el bosque, y no será porque Sánchez no deje migas por el camino. De hecho, la amnistía dejará a España, literalmente, hecha migas. Pero la Oposición, ay, sigue afinando el violón.

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