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Comienza la purga sanchista

Ningún dictador tolera la disidencia y mucho menos dentro de sus propias filas; Sánchez, tampoco.

El control granítico del partido es imprescindible para negociar con entera libertad todo tipo de arbitrariedades, que es lo que lleva haciendo Sánchez desde que llegó a la presidencia del Gobierno y, muy especialmente, ahora que necesita imperativamente el apoyo de las minorías radicales y separatistas del parlamento para renovar su investidura y mantenerse en el poder. En consecuencia, el sanchismo no podía tolerar que un referente moral del socialismo como Nicolás Redondo expusiera públicamente su rechazo a la amnistía que el PSOE está negociando con el separatismo catalán. Una amnistía que, además de absolutamente inconstitucional desde todos los puntos de vista, es una traición a los españoles que ningún político con sentido de Estado puede aceptar, sea cual sea el coste a pagar en términos de mantenimiento del poder.

Pero la expulsión del PSOE de Nicolás Redondo Terreros es también un golpe en la mesa de Sánchez para impedir que siga aflorando el descontento entre las filas socialistas por sus cambalaches con Puigdemont, el prófugo del maletero, entre otros personajes atrabiliarios a los que el sanchismo halaga vergonzosamente cada día ofreciendo un espectáculo de servilismo político realmente asqueroso.

Por otra parte, la salida de Redondo Terreros de las filas socialistas constituye, qué duda cabe, un hecho que pone aún más de relieve la hipocresía de algunos barones socialistas, que critican a Sánchez por sus genuflexiones ante las fuerzas independentistas pero siguen prestándole su apoyo y el de sus diputados para validar en el parlamento todas las canalladas contra las que antes fingían indignarse.

La expulsión de Redondo Terreros se ha producido de forma irregular según los propios estatutos del PSOE, pero ese es un detalle que a nadie puede escandalizar tratándose de Sánchez. Si es capaz de poner en almoneda el orden constitucional para contentar a sus socios políticos ¿Qué no hará con los estatutos de su partido, en última instancia un documento privado cuyo incumplimiento carece de relevancia pública?

El sanchismo ha comenzado a eliminar del PSOE cualquier elemento que se atreva a cuestionar la voluntad del líder o, simplemente, defienda la necesidad de mantener una cierta dignidad nacional. Las purgas de Sánchez, inauguradas con Redondo Terreros, ponen a los socialistas ante la tesitura de aceptar que su partido se convierta, a partir de ahora, en un aparato en descomposición controlado por la camarilla de un sátrapa que solo admite lacayos a su alrededor.

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