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EDITORIAL

O más Sánchez o elecciones

Los socialistas son los que han de resolver el grave problema de la gobernabilidad de España, sometida al capricho de fuerzas minoritarias disolventes.

El rechazo del Congreso de los Diputados a la investidura de Alberto Núñez Feijóo deja ahora la gobernabilidad de España en manos de Sánchez y sus socios separatistas, una alianza letal para nuestro país que podría llevarlo a sus horas más críticas a lo largo de la próxima legislatura si este pacto, finalmente, se consuma.

Convencidos de que tienen a Sánchez en sus manos y de la falta de escrúpulos del personaje, los partidos separatistas han elevado sus exigencias iniciales y ya no se limitan a reclamar una amnistía para los culpables de la intentona golpista del 1 de octubre de 2017; quieren también un referéndum pactado de autodeterminación, sin el cual amenazan con negar sus votos para la investidura del candidato socialista. La consecuencia inmediata, en tal caso, sería la repetición de las elecciones generales a comienzos del año próximo, una eventualidad que no puede descartarse a priori dada la volatilidad política con que actúa el sanchismo, siempre dispuesto a utilizar cualquier posibilidad coyuntural para hacer de ella la piedra de toque de un nuevo discurso.

Así pues, o Sánchez o elecciones, no hay más opciones en estos momentos, descartada la posibilidad de una abstención del PP para que el candidato socialista no dependa de los votos del separatismo. El rechazo de Núñez Feijóo a esta opción es la única razonable. Por una parte, el PP fue el vencedor de las elecciones generales, por lo que ese tipo de abstención correspondería al partido perdedor, en este caso al PSOE. Así lo entendieron los socialistas en 2016 cuando se abstuvieron en la investidura de Rajoy, una decisión que, como todos recordamos, contó con el rechazo granítico del propio Sánchez y desembocó en su expulsión de la secretaría general del PSOE.

Pero es que, además, el presidente en funciones ha demostrado sobradamente su disposición a traicionar la palabra dada; a otras fuerzas políticas y hasta a sus propios votantes. ¿Quién garantiza entonces al Feijóo que, investido con la abstención de los diputados populares, Sánchez no decida renovar su alianza con comunistas y separatistas para sacar adelante el resto de acuerdos y leyes de la legislatura?

Los socialistas son los que han de resolver ahora el grave problema de la gobernabilidad de España, sometida en estos momentos al capricho de fuerzas minoritarias disolventes lideradas por personajes estrafalarios fugados de la Justicia o condenados por ella. En esta tesitura, ciertamente lo menos malo sería una repetición electoral, aunque esa eventualidad aumente el hartazgo del electorado. Para ello, Sánchez debería sufrir un arrebato de responsabilidad y de lealtad a su país y al orden constituido y rechazar el chantaje de los partidos separatistas, algo que parece descartable a tenor de la trayectoria del personaje desde que llegó al poder.

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