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Milei predica con el ejemplo

El presidente argentino está siendo fiel a la tradición intelectual de la que procede: la liberal.

El presidente argentino está siendo fiel a la tradición intelectual de la que procede: la liberal.
El presidente de Argentina, Javier Milei. | Europa Press

Ningún ciudadano con instinto moral, esa facultad del alma entre el coraje político y la voluntad de afirmación personal, dejará de aplaudir el viaje del presidente de Argentina, Javier Milei, al Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) en un vuelo regular. Esta decisión ha permitido ahorrar a las arcas públicas de su país entre 360.000 y 320.000 dólares. El ciudadano de a pie también deberá alabar su discurso crítico sobre el propio Foro de Davos, un espacio de discusión mundial absolutamente contaminado por la agenda socialista 2030, porque muestra una coherencia política y moral difícil de hallar en otros liderazgos del mundo. ¡Para qué citar a Sánchez! Sería ridículo comparar al presidente del Gobierno de España, principal "monstruo político" de la UE, en el sentido que le da a esa expresión Antonio Negri, con el profesor Milei, recién llegado por el camino de la verdad y los votos a la presidencia de su país. El dirigente argentino está cumpliendo todo lo que había prometido.

Pero, sobre todo, está dando una lección moral al mundo entero. Está siendo fiel a la tradición intelectual de la que procede: la liberal, o mejor, a la corriente liberal representada por dos escuelas económicas, la escocesa y la austriaca, que han conseguido algo inédito en nuestras sociedades, a saber, no desligar la economía de la moral. Los grandes-maestros de esta tradición han mostrado ese vínculo doblemente, por un lado, con sus doctrinas y desarrollos teóricos y, por otro, con sus propias trayectorias vitales. La coherencia vital e intelectual de estos autores es digna de estudiarse. Ni a Adam Smith, principal representante de la Ilustración británica, ni a Ludwig von Mises y Friedrich August von Hayek, por parte de la Escuela Austriaca, podrán acusárseles jamás de displicencia o dejadez a la hora de defender sus ideas. Han hecho vida, alimento espiritual y moral de sus teorías; y, lo que es aún más importante, el modo ilustrado de defenderlas y divulgarlas constituyen un impulso decisivo para que la autenticidad del ser humano no muera arruinada por imbéciles, o peor, por tipos inmorales y comunistas, en fin, totalitarios de toda laya y condición.

Von Mises y Hayek, por citar sólo dos autores de esta corriente liberal, son autores de referencia de Milei no sólo en términos teóricos o intelectuales, sino morales. Su compromiso por erradicar la pobreza es el objetivo común de estos personajes. Fueron autores que dedicaron toda su existencia no sólo a exponer y desarrollar sus teorías económicas, sino también a explicar y defender los ámbitos políticos, sociales y económicos más propicios para desarrollar la libertad individual y un mayor desarrollo económico. El principal objetivo de sus ideas era elevar el nivel de vida de todos los ciudadanos de un país, especialmente el de los pobres. Milei sigue a pies juntillas, en efecto, no sólo las doctrinas principales de esos dos autores, sino también el modo de defenderlas. Allí donde hay un espacio para defenderlas debe estar el economista, en verdad, el moralista que pretende persuadir de su saber a quienes les persiguen. Eso es lo que ha hecho Milei en Davos.

Sí, Von Mises y su principal discípulo Hayek, en el momento de mayor auge del intervencionismo keynesiano, tuvieron el coraje de criticarlo y oponerse a él, mostraron con precisión que ese modelo provocaría un mayor intervencionismo estatal en la economía y una situación de crisis e inflación persistente. Basta un ejemplo para hacerse cargo de la valentía moral de la tradición en la que bebe Milei, y la hipocresía en la que están instalados la mayoría de los intervencionistas neokeynesianos de Davos.

Mientras que Luwig von Mises fue perseguido por oponerse radicalmente a la dictadura nazi y al sistema económico hitleriano, Keynes publicaba en Alemania su Teoría General, en septiembre de 1936, donde, después de hacer mil elogios a la economía de los nazis encabezada por Hitler, afirma: "La teoría del producto en su totalidad que este libro tratará de ofrecer es, por mucho, más fácilmente adaptable a las condiciones de un Estado totalitario que la teoría de la producción y distribución de un producto dado bajo las condiciones de libre competencia y en buena medida de Laissez Faire".

El discurso Milei en favor de todos los argentinos, especialmente de los más pobres, en Davos será recordado por mucho tiempo, entre otros motivos y razones porque ha sabido ser fiel a la bella idea de Luwig von Mises: "Ideas y sólo ideas, pueden iluminar las densas tinieblas que nos circundan. El pensamiento fecundo, sin embargo, hay que saber presentarlo, para que sea acogido favorablemente por quienes no quieren hacer el esfuerzo de pensar, aunque en ellos les va la vida".

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