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Sánchez se proclama presidente del Tribunal Supremo y del Constitucional e Intérprete infalible del Código Penal y Gestor del Civil, o sea, Dictador

Sánchez si tiene que favorecer a Laporta, lo favorece, si tiene que amnistiar a Puigdemont, lo amnistía, si tiene que indultar a Junqueras, lo indulta, y si tiene que soltar a los etarras, los suelta.

Sánchez si tiene que favorecer a Laporta, lo favorece, si tiene que amnistiar a Puigdemont, lo amnistía, si tiene que indultar a Junqueras, lo indulta, y si tiene que soltar a los etarras, los suelta.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Felipe VI. | Europa Press

Una sola frase de Sánchez debería bastar para que hasta los ciegos de conveniencia vean que el huésped de la Moncloa ha decidido convertirse en dictador. De hecho, ya actúa como tal, aunque el estrecho traje del Estado de Derecho no acabe de ajustarse a sus dimensiones despóticas. La frase no sólo "pide mármol", es la fría tumba del sistema constitucional:

"Como todo el mundo sabe, el independentismo catalán no es terrorismo. No lo es. Y, por tanto, con este proyecto de ley, yo estoy convencido, y así al final lo van a concluir los tribunales, que van a estar todos los independentistas catalanes amnistiados, porque no son terroristas".

La premisa del que parte el Sumo Sacerdote del Culto a Sánchez es típicamente comunista y subordina lo legal a lo que "todo el mundo sabe", salvo los jueces, ayunos de esa sabiduría, quizás por recentísima. De hecho, ni siquiera el Jehová del Socialismo del Siglo XXI tenía noticia de novedad tan importante cuando, hasta julio, juraba por Sí Mismo, que nunca jamás habría amnistía, porque era manifiesta y evidentemente anticonstitucional.

"Todo el mundo" es una mentira real y una gran verdad dictatorial. Significa que apartarse de esa creencia equivale a convertirse socialmente en Nadie. Pudo añadir que "la Ciencia lo ha demostrado sin ninguna duda", como ya ha hecho con el cambio climático, el genocidio de palestinos, la entrega del Sáhara a Marruecos o la Ley del Sí es sí, que tendrá una versión agravada con la reconsideración del terrorismo, ya no basada en lo que la ley dice, sino en lo que "todo el mundo sabe"… que conviene a Sánchez.

Será terrorismo lo que diga Sánchez

No "todo el mundo sabe" lo que definen como "terrorismo" la legalidad española y europea, que son inseparables. De hecho, Sánchez pensaba lo contrario que ahora cuando, siendo ya presidente, visitaba en el hospital a los policías malheridos por los terroristas de 2019. Pero digo "pensaba" y debo dejarlo en "decía". Le convenía ayer lo que le perjudica hoy, pero ni ayer ni hoy "pensaba" nada: ajustaba su discurso a su interés. Sánchez, como buen psicópata, disfruta de una total indiferencia semántica. El significado de las palabras es el que, en cada situación, se ajusta a sus deseos, que son los de manipular a los demás en su exclusivo beneficio.

El problema para Sánchez es que, en España, "todo el mundo sabe" lo que es terrorismo. Y sólo una parte de la población, la que está a su lado tras el Muro que ha levantado contra la otra parte y contra España como patria común e indivisible de los españoles, prefiere olvidarlo. Sánchez puede decir que Pumpido borrará la condición de terroristas de sus aliados, y será verdad, porque para eso está Pumpido, el Jefe Técnico del Golpe de Sánchez, pero los terroristas seguirán siendo terroristas porque sus delitos existieron, sus víctimas lo padecieron y él mismo pidió su represión.

Sánchez puede decir que hay un terrorismo humanitario, el catalán, pero nadie creerá que los que asaltaron el Prat y rompieron la cabeza a los policías en "la batalla de Urquinaona" defendían los derechos humanos. Claro que lo creerán los psicópatas golpistas, condición que esta semana han acreditado en las Cortes, respaldados por la complaciente Francina Armengol, todos sus aliados, los pilares de su Poder, su apoyo para impedir la alternancia democrática que votaron los españoles, insultando, en los mismos términos repugnantemente mafiosos y despóticos, a los jueces.

Cándido Golpe-Pumpido, el primo de Zumosol del dictador Sánchez

La calaña del Gobierno Sánchez la retratan perfectamente esos aliados, mezcla de abyección moral y analfabetismo irredento. Sánchez decir que el terrorismo no es terrorismo y que el Golpe de 2017 nunca lo fue, porque ese discurso, la negación esquizofrénica de la realidad, es el del separatismo catalán, que dice que "lo volverá a hacer" pero que nunca hizo nada, o nada delictivo, o sí pero no, qué pasa. Pero la Ley de Amnistía y el borrado absoluto de su realidad delictiva sería incompleto sin el invento del lawfare contra los mismos jueces que condenaron a los golpistas, que son los redactores de la ley, con la colaboración de Pumpido y sus pumpidettes. El presidente del Constitucional es el primo de Zumosol de Pedro Sánchez.

El Preámbulo, exposición de motivos o simple excusa del delito de prevaricación en la Ley de Amnistía lo demuestra, como ya comentamos aquí apenas se hizo pública, en las ocho veces, ocho, en que la Ley asegura sobre sí misma que es constitucional. Nunca jamás ha dicho ni puede decir una ley si es o no es constitucional, salvo que, prevaricando a lo bestia, sea el Tribunal Constitucional, o sea, su presidente, quien la haya redactado. Y, en el fondo, lo que hace el pórtico pumpidiano es lo mismo que Sánchez: identificarse con el discurso delirante del separatismo catalán, que asegura estar perseguido por el Estado español desde hace varios, muchos siglos.

Y eso exonera de cualquier delito a cualquier catalán, siempre que sea separatista. Del terrorismo al latrocinio o la compra de árbitros, porque Sánchez también ha puesto su fiscalía de presa al servicio del FC Barcelona para evitar la persecución judicial del Caso Negreira, el mayor caso de corrupción en la historia del futbol y de todo el deporte español. Nada es casual en Sánchez, a nada le hace ascos, y si tiene que favorecer a Laporta, lo favorece, si tiene que amnistiar a Puigdemont, lo amnistía, si tiene que indultar a Junqueras, lo indulta, y si tiene que soltar a los etarras, los suelta. Basta llamar "apuesta por la convivencia" a la corrupción más descarada de toda la historia política española, que consiste en borrar cualquier delito de los que le ayuden impedir la alternancia democrática y lo hagan presidente.

Sánchez lleva a España por el camino de Cuba y Venezuela

El gesto de ponerse por encima de la Ley y corregir lo que hayan decidido los jueces identifica a Sánchez con dictadores como Fidel Castro, que obligó a repetir el juicio que absolvía a dos aviadores de Batista y a condenarlos en un espectáculo de masas televisado. O al Hugo Chávez del "¡exprópiese!", como si el Gorila Rojo fuera el Tribunal Supremo. Lo era, gracias a los fiscales y jueces expulsados o corrompidos por su dictadura.

Se han cumplido 25 años de la dictadura bolivariana en Venezuela y este año se cumplen 65 de la dictadura castrista en Cuba, una modelo de la otra, ambas comunistas y ambas parte del Cartel de Puebla al que pertenece el gobierno de Sánchez en sus dos facciones: la socialista y la comunista, ambas apadrinadas por Rodríguez Zapatero, embajador de la Narcoesfera y defensor, esta misma semana, del "reconocimiento de la realidad nacional de Cataluña", mientras en Cataluña se niega la realidad nacional de España.

El sanchismo burriciego, encampanado en la plaza

La república plurinacional que, siguiendo a ZP, busca Sánchez, junto a los separatistas y comunistas que le prestan la fuerza que no tiene y a los que él les presta la legitimidad de la que carecen, tiene como gran objetivo acabar con la monarquía parlamentaria, el régimen constitucional y su base, que es la única nación que legal, histórica y políticamente ha existido desde nuestra primera Constitución en 1812, la española. Ese ese el envite. Ese es el mortal desafío. Y la cabeza de ese morlaco burriciego es la de Sánchez. Muchos confían en que el Florito europeo lo devolverá a los corrales. Pero incluso condenado a banderillas negras, la lidia nos corresponde a todos los españoles amigos de la libertad. Enfrente, encampanada, la fiera burriciega. Y por cierto, el presidente de la corrida también es un tal Pedro Sánchez.

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