
Antes se conocía bajo las siglas SOE al Seguro Obligatorio de Enfermedad. Ahora, SOE no son letras que amparen al PSOE sin P, ni de Partido ni de Pedro, aunque tal vez podrían. Lo que queda de España se está configurando como un territorio mutilado al que se va a imponer una solidaridad obligatoria de la que van a estar exentos (como ya lo están en unas cosas u otras) los nuevos feudos catalanes y vascos, a las que se añadirá, si puede, el gallego y quién sabe cuáles más si es que esta pseudodemocracia no revienta antes.
Es un sarcasmo a estas alturas referirse a la solidaridad entre los españoles cuando desde el origen mismo de la Constitución se santificaron los derechos históricos de los territorios forales vasco y navarro en las disposiciones adicionales desde la primera en adelante, prostituyendo el valor de la igualdad proclamado en su artículo primero. Como es mala costumbre, en España unos son más iguales que otros. Y por su fuera poco, los más iguales no quieren ser españoles.
Por mucho que el Tribunal "Deconstitucional" o "Prostitucional" (Federico Jiménez Losantos dixit) se empeñe en torturar sus preceptos, la solidaridad en nuestro texto fundacional democrático no es obligatoria sino congénita. Lo que sí es de obligada aceptación es la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles. Pero ya se sabe que las cosas acaban por convertirse en su contrario cuando se trata de contrariarlas deliberadamente.
La solidaridad, idea que procede de sólido, compacto, unido, es diferente a la caridad cristiana, que es de ida, y casi nunca de vuelta. Ser solidarios, jurídicamente, es ser socios de un proyecto común del que cada uno de sus componentes es responsable "solidario". Esto es, no sólo recibe sino que se compromete a dar con equidad. Actualmente, el fatuo prestigio del estatismo impulsado por las izquierdas banales radica en que actúa básicamente como beneficencia religiosa, aporta recursos y bienes sin esperar el reconocimiento solidario de las obligaciones que conlleva.
Por ejemplo, cualquier ayuda del Estado, la que sea, para ser considerada solidaria, debería exigir una contrapartida a quien la recibe, unas condiciones, unas normas que los ciudadanos de una democracia sana deben cumplir para no ser tratados como una especie de lumpen con derechos pero sin deberes, algo inferior y obsceno para una ciudadanía responsable. Pero cuando lo que se persigue es la dependencia creciente del Estado con fines clientelares y no la dignidad civil de sus habitantes, se quiere la servidumbre, no la libertad de la gente.
Por esto, estamos en un proceso perverso de solidaridad obligatoria sólo para los españoles que somos y queremos seguir siendo españoles, la España restante. Es perverso en cuanto que la solidaridad, para ser real y ser fecunda debe ser voluntaria, libremente decidida. En la Constitución, la solidaridad viene asegurada, no ordenada ni impuesta, por la libertad de los ciudadanos y la patria común e indivisible que conformamos. Naturalmente, tiene como fin el desarrollo coherente y equilibrado de sus habitantes sean cuales sean las regiones en que vivan.
Pero poco a poco se va deteriorando tal concepto para convertirlo en "impuesto" forzoso decidido por unas élites políticas que no tienen en cuenta la realización de un proyecto nacional de progreso equilibrado. Con todo el dineral que los españoles pagamos, y debemos, ni siquiera se ha sido capaz de alumbrar un plan hidrológico común, un plan de educación compartido, una estrategia energética conjunta e incluso una política exterior única … ¿Por qué? Porque se está en la traición a la España restante constitucional supeditándola a un Estado confederal anticonstitucional (para el que todo lo español es anatema) vertebrado por algunas buro-burguesías con vocación expansionista (Cataluña, País Vasco y, en su caso, Galicia, aún española) y la izquierda política y sus partidos.
¿Y cuál es el papel de la España restante, de la interior vascoespañola y catalanoespañola, de Asturias y Cantabria a Canarias pasando por el gran centro aragonés, castellano, extremeño y levantino y el Sur andaluz, Ceuta y Melilla? Pagar, pagar y pagar, eso sí, bajo la publicidad engañosa de la "solidaridad" forzosa cuyo destino no es otro que hacer posible que las taifas confederadas sigan chupando del bote presupuestario español, vendiendo sus productos en nuestros mercados sin sobrecoste, pagando sus pensiones de la caja común, exportándonos su inmigración indeseada, jugando en las ligas deportivas españolas y europeas, defendidos por la Unión y demás discretos encantos ansiados por sus burgues-burocracias.
Que esto lo esté apoyando la fétida izquierda española da asco y espero que tal blasfemia política y moral acabe por destruirla no a mucho tardar. Pero que el centro derecha nacional e incluso la minúscula socialdemocracia española que no acaba de querer nacer, cuya base esencial de operaciones, por ahora, es esa España restante que paga y paga, no tengan una idea clara y conjunta de cómo evitar el daño para ésta y sucesivas generaciones y carezcan de un plan lúcido, entendible y eficaz para la recuperación de una España unida y democrática, es vergonzoso y conduce a la consumación de la gran traición, con vocación de impunidad, que se cierne sobre nosotros.