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¿Elecciones generales?

Sánchez puede llamar a las urnas a los españoles de cara a conseguir una victoria que le libere de las ataduras de los independentistas catalanes.

Sánchez puede llamar a las urnas a los españoles de cara a conseguir una victoria que le libere de las ataduras de los independentistas catalanes.
Pedro Sánchez. | Europa Press

Soy consciente de que sólo pensar en unas nuevas elecciones generales en otoño seguramente produzca pereza, cansancio y hartazgo en muchos ciudadanos. Pero, los resultados realmente "endiablados" de las elecciones catalanas celebradas este pasado domingo abren esa posibilidad, con argumentos que intentaré explicar a continuación.

Aunque la victoria de Illa, y por lo tanto de Sánchez, ha sido clara en estas elecciones catalanas, la pregunta obvia es: ¿podrá el líder de los socialistas catalanes lograr los apoyos necesarios para su investidura? Recuerdo que, para lograrla, necesitaría la mayoría absoluta —68 votos— en la primera vuelta y más síes que noes en la segunda votación.

Eso quiere decir que, aunque la lógica del frente popular planteado por Sánchez llevaría a pensar en un gobierno PSC-ERC-Comunes que, efectivamente, suman 68 escaños, el batacazo que han sufrido los de Junqueras, debido fundamentalmente al apoyo que han prestado durante estos últimos cinco años a Sánchez en Madrid, hace difícil pensar que los republicanos vayan a facilitar la investidura de Illa. El debate interno que existía en ERC antes de la jornada electoral se ha agudizado desde que el recuento de votos terminó y arrojó una derrota sin paliativos de los de Pere Aragonés, primera víctima política del resultado, quien en su comparecencia de este lunes para anunciar su "adiós" a la política, ha dejado claro que ERC estará en la oposición y que no facilitará la investidura ni de Salvador Illa ni de Puigdemont.

Si se descarta ese apoyo imprescindible de ERC, que necesitaría Illa para ser Presidente de la Generalitat, no hay ninguna otra opción posible para ser investido, descartando también la "locura" —propuesta por algunos opinadores y políticos como Vidal Quadras— de que el PP debería apoyar la investidura del socialista. Es decir, le piden a los populares que además de "cornudo", sea "apaleado".

Mientras tanto, el prófugo Puigdemont, que tuvo un buen resultado, pero bastante alejado de Illa, ya ha planteado un primer envite a Sánchez. Le ha venido a decir que lo mismo que él le apoyó en Madrid para que gobernara, siendo el PSOE la segunda fuerza política el 23-J tras el PP, ahora tiene que dejarle gobernar a él en Cataluña, donde ha sido también segunda fuerza, con una diferencia respecto al PSC muy similar a la que Sánchez tuvo en el Congreso respecto al PP.

En esta tesitura, Sánchez tendrá que decidir qué hace. Por los precedentes que conocemos, lo lógico es pensar que, con tal de permanecer en el poder, y no poner en riesgo el apoyo de los 7 escaños de Junts, el actual inquilino de la Moncloa podría ceder ante la petición de Puigdemont, lo cual, previsiblemente, produciría un gran descontento, no sólo en los dirigentes del PSC, sino en todos los que le han votado, porque seguramente lo han hecho para echar al independentismo del gobierno de la Generalitat.

Es evidente que, hasta después de las elecciones europeas del próximo 9 de junio, no se moverá ninguna ficha en el tablero catalán. Y será a partir de ese momento donde Sánchez podrá plantearse convocar elecciones generales a la vuelta del verano, en base a los siguientes argumentos: a pesar del fuerte varapalo que sufrió en Galicia, se puede decir que salvó los muebles en las elecciones vascas de abril y ha ganado en Cataluña, aunque con las dificultades apuntadas para que pueda gobernar Illa, cosa que no creo que le importe mucho al jefe del sanchismo.

Si en las elecciones europeas, el PSOE no sufre una dura derrota a manos del PP, y aunque el partido de Feijóo quede por delante, Sánchez puede llamar a las urnas a los españoles de cara a conseguir una victoria que le libere de las ataduras de los independentistas catalanes, sobre todo de Puigdemont, y con el argumento de que él ha conseguido "pacificar" y "resolver" el problema catalán.

Además, Sánchez sabe que esa llamada a las urnas cogerá a la alternativa que forman PP y VOX en la misma situación que tenía antes del 23-J, es decir, sin entenderse, con muchas dificultades para hacerlo, y con muy poca voluntad de lograrlo. Por eso, está bien que los de Feijóo y los de Abascal se alegren de sus resultados de este domingo en Cataluña —en ambos casos fueron buenos, aunque no influirán nada en la conformación de un hipotético gobierno de la Generalitat—, seguramente conseguirán también unos buenos resultados en las europeas, pero deberían pensar que las elecciones generales pueden estar muy cerca, y que no deberían repetir lo del 23-J, porque sería literalmente imperdonable, pensando en sus votantes y, sobre todo, en España.

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