
Las manifestaciones del "orgullo" en España se han convertido en exhibiciones de odio hacia los judíos y de apoyo a la organización terrorista palestina Hamas. Los alegres manifestantes tal vez ignoran que en el mundo islámico se asesina sin contemplaciones ni consecuencia alguna a los homosexuales, a quienes llaman invertidos, pervertidos e infrahumanos. En ningún territorio palestino se admitirían muestras como las de estos días en las principales ciudades españolas. De celebrar algún orgullo sería el orgullo misógino por el maltrato sistemático a las mujeres o el orgullo pedófilo por la laxitud de las costumbres en lo que se refiere al sexo y al matrimonio con menores.
Lo cierto es que las manifestaciones del "orgullo" cada vez tienen menos que ver con la defensa de los derechos sexuales, sociales y humanos y más con la agenda woke del comunismo. Si el Che Guevara levantara la cabeza pondría el grito en el cielo y encerraría a todos los manifestantes en aquellos campos de concentración cubanos que practicaban "terapias" de reorientación sexual. Y aún así hay quien luce camisetas de ese personaje en las manifestaciones.
También hay quienes lucen la sardina cerca de las ministras y los ministros que asisten encantados a los desfiles, todos miembros, miembras y miembres del gabinete que está dispuesto a establecer un "pajaporte" para los mayores de 18 años con el bienaventurado propósito de impedir que los menores de 18 años accedan al porno. ¿Sinsentido? Absoluto. Una cartilla de racionamiento del porno mientras tipos en pelotas enseñan sus atributos libre y literalmente en las calles de España. Por no hablar del control digital de la población, el rasgo inequívoco de las dictaduras comunistas.
Más contradicciones. El Gobierno de izquierdas sostiene que todos los españoles son iguales ante la ley hasta que es llamada a declarar la esposa del presidente investigada por presuntos delitos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias. Entonces la igualdad se convierte en presiones, infundios y noticias falsas contra el juez difundidas por los medios afines al sanchismo y en que se intenta que no haya imágenes de la Señora deponiendo (o no) ante el magistrado. El fango, qué cosas.
Suma y sigue, la izquierda en versión nacionalista, ERC. El partido que presume de transparencia, ética y honradez organizó una campaña de falsa bandera sugiriendo que su propio candidato a la alcaldía de Barcelona, Ernest Maragall, sufría la misma enfermedad que su hermano Pasqual. ¿Cómo? Sí, el partido del beato Junqueras maquinando operaciones subterráneas para desacreditar a propios y extraños. Muy edificante.
Tan edificante como los gastos privados de sus vacaciones que el fugado Toni Comín intentó endosar al Consejo de la República organizado por Puigdemont para soportar el terrible "exilio". Comín, que antes de Junts estuvo en ERC y aún antes en el PSC, quería que el pueblo catalán que contribuye con sus dineritos a la causa republicana le pagaran a él y a su amiguete Lluís Llach el alquiler de un velero en la Costa Azul.
Y así ad nauseam.
