
Hoy, en la tercera semana del mes de julio del año 2024, en la ciudad de Barcelona estamos censados 1,6 millones de residentes. Y también hoy, en esta tercera semana de julio del 24, habitan legalmente en Cataluña 1,6 millones de personas nacidas todas ellas fuera de España; o sea, el equivalente al padrón completo del término municipal de Barcelona. Pero pronto, muy pronto, van a ser muchas más. Y esos nuevos que vengan a partir de ahora, arribarán desde la región central de África en su inmensa mayoría.
Vendrán aquí, y no a Madrid u otros destinos del interior de la península, porque aquí hay playa. Y donde hay playa, ya se sabe, también hay muchos empleos de muy baja cualificación y mal pagados que pueden ocupar personas sin ninguna o casi ninguna formación académica. Las mujeres africanas, también es sabido, apenas pasan por la escuela. Así que serán ellas las que desempeñen en gran medida esas ocupaciones laborales generadas por nuestro creciente monocultivo turístico. Al tiempo, ocurre que los ciudadanos, digamos tradicionales, de Cataluña ya andamos viejos. Algo que garantiza dos cosas. Primero, que no le declararemos una guerra a España. Y segundo, que tampoco nos animaremos a hacer una guerra civil entre nosotros.
Y es que a los viejos siempre les duele la espalda. Y para montar guerras y revoluciones como Dios manda no puedes tener lumbago. Además, nuestra acusada senectud colectiva también garantiza que quedarán vacantes unos 600.000 puestos de trabajo en Cataluña entre hoy y el año 2045. Y esos empleos igualmente los van a ocupar extranjeros, porque aquí no tenemos hijos. ¿Por qué cuento esto? Pues porque Cataluña no tiene un problema de financiación autonómica, sino demográfico y de modelo productivo. Lo que necesita Cataluña es lo que posee hoy Madrid. Y eso no es más dinero institucional, sino más clase media. Si nos especializamos como territorio en importar pobres y pobreza, que es justo lo que estamos haciendo, la financiación autonómica va a acabar siendo el último de nuestros problemas. ¡Es la clase media, estúpidos!