
Efemérides de la semana: hace 57 años Elena Ceaușescu era investida doctora en Química Macromolecular por el Instituto Politécnico de Bucarest. Una decisión extraordinaria del Consejo de Ministros había estipulado nuevas normas que la permitían defender su tesis doctoral sin examen ni entrevista de admisión y sin cumplir con las obligaciones durante el período de formación previa. Nueve días antes de que esto sucediese, Nicolas Ceaușescu, su marido y secretario general del Partido Comunista Rumano, había sido nombrado presidente de la Republica socialista. The Guardian publicó en diciembre de 2021 el nombre de los cuatro científicos autores de la tesis. Pese a carecer de cualificación, sin importar sus pobres conocimientos científicos ("no podía reconocer las fórmulas básicas que se enseñaban a los estudiantes de primer año"), la señora Ceaușescu fue directora general del Instituto de Investigación Química de Bucarest, del Instituto Central de Química y primera vicepresidenta del Gobierno. En Madrid montamos la bronca porque a la mujer del presidente la nombran directora de una Cátedra extraordinaria y unos furgones de antidisturbios toman los juzgados. Somos unos exagerados.
Ecos (progresistas) de sociedad. Algunos de los asistentes al acto manifestaron su extrañeza. "Si hubiera sido en una sede del PCE, pero en la Escuela de UGT… Nos ha llamado la atención". Un tal Jesús Gallego, que actúa como secretario de Política Internacional en la UGT de Pepe Álvarez, convocó a un acto de "solidaridad con la revolución bolivariana". El 11 de julio, a las 19h en la Escuela Julián Besteiro (si don Julián levantase la cabeza). "Nicolás Maduro presidente. ¡La esperanza está en la calle!", se leía en el cartel. Junto al ugetista Gallego, comunistas y afines. Lo mejorcito: Fullaondo, de Bildu; Santiago, jefe del PCE; voceros de IU, del PCPE (un montaje soviético en 1984 contra Carrillo) y la purrela habitual en estos saraos (Red Roja, Izquierda Castellana… hasta siete siglas más). Monedero, como intelectual (esos profesionales de la falta de profesión que diría Antonio Escohotado), se despachó por vídeo.
"Los pueblos del mundo seguimos mirando a Venezuela porque la victoria del chavismo será la victoria de toda la Patria grande y de los humildes. ¡Adelante, ni un paso atrás!". Un tal Manu Pineda, del PCE, daba voz a la pulsión revolucionaria de los asistentes, que coreaban "Guantanamera Guajira Guantanamera".
Gladys Gutiérrez Alvarado, que es la embajadora bolivariana en España, alentó (sin que su melena superferolítica se inmutase) a difundir la verdad de Venezuela. "Estamos defendiendo un proyecto social e inclusivo, en contraposición de los planes capitalistas y neoliberales que el extremismo pretende implantar en nuestro país". Todos querían una foto con Gladys delante del cartel de un Maduro que posaba imperial. La embajadora no contó nada distinto a lo que dice Pedro Sánchez: la lucha entre el bien (ellos) y el mal (todos los demás). Tras los gritos de rigor se fueron a tomar un aperitivo.

Algunos conocidos se asombran de la "deriva" de UGT. La ideología les ofusca el juicio. Desde la llegada de Pepe Álvarez el sindicato mantiene un apoyo sin fisuras al régimen chavista. El 24 de enero de 2019 emitían un duro comunicado contra la Asamblea Nacional de Venezuela que "pretende desalojar de la presidencia a Nicolás Maduro con la autoproclamación parlamentaria de Juan Guaidó". A la semana siguiente lamentaban "el anuncio del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, reconociendo al diputado Guaidó como ‘presidente encargado’, una pésima noticia para la búsqueda de una solución justa y pacífica". En diciembre de 2019, Jesús Gallego organizaba el acto "Venezuela no está sola". Extraña tanto apego porque no parece que exista una línea de negocios que lo justifique… que se sepa.
El ugetista Gallego es "antifa". Muy, muy revolucionario. De esos compañeros de viaje del gusto de Putin. Para los que el belicismo de los USA y la OTAN son responsables de la invasión rusa de Ucrania. Agradecido y obsequioso, cualidades necesarias para medrar, es de los que tira la piedra y esconde la mano. Organizó el acto de apoyo a Maduro y se escaqueó. Mandó a un propio para hacer el paripé.
Si usted ojea su cuenta en X comprobará su aversión por Isabel Díaz Ayuso y de vez en cuando, también por esta casa, con Libertad Digital. Hace unos días difundía una captura de pantalla en la que mostraba una relación de supuestos pagos por campañas de publicidad a LD. Viendo los importes entiendo porque hay que apretarse el cinturón con los artículos.
El señor Gallego preside un instituto —Iscod— controlado por la UGT y dedicado a la cooperación internacional (en 2023 recibió 4,4M€ del Ministerio de Exteriores). Desconocerá, no deja de ser un recién llegado, que el 10 de febrero de 2012, el director de la AECID solicitaba al Iscod la devolución de 674.332,82€ (principal más intereses) por irregularidades en el Convenio 04-PR2-003 adjudicado en 2004 por la inefable Leire Pajín. En la AECID vieron en 2012 lo que no habían visto en 2010.
Desprecia a la presidenta de la Comunidad (unos más) pero debería conocer (y ser más prudente, porque se van a enfadar sus compañeros), que en los dos últimos años la Administración que preside Ayuso le ha enchufado a la UGT de Madrid 7.723.359€. Un sindicalista que se precie lo primero que aprende es que una cosa es su poquito de demagogia ante la afición y otra las cosas de comer.
