Prueba de que nuestra izquierda posmoderna —por desgracia, la única que existe— resulta incapaz de comprender las claves profundas del nuevo mundo etéreo en el que nos adentramos es que tanto Sumar como el PSOE, ambos, coinciden ahora en la necesidad urgente de rebajar la edad legal para poder votar hasta los 16 años. Porque hay muchas maneras de dispararse un tiro en el pie, pero la más eficaz de todas, sin duda, consiste en hacerlo apuntando bien al objetivo. Y justo eso es en lo que andan los partidos del Gobierno con su última ocurrencia pueril.
En su definitivo divorcio anacrónico de la realidad, las izquierdas posmodernas dan por sentado, si bien contra toda evidencia empírica, que los jóvenes de ahora son de izquierdas, igual que sus hermanos mayores lo fueron en el pasado. Tal fantasía generacional puede resultar muy gratificante, pero plantea un pequeño problema operativo, a saber: que es radicalmente falsa. Hoy, los jóvenes se dividen políticamente en dos categorías dominantes: los que son de derechas, por un lado, y los que son todavía más de derechas, por el otro. Guste o no, y a mí no me gusta, esa es la realidad. Y con la realidad se puede hacer cualquier cosa, salvo actuar como si no existiese.
Los alegres paidócratas de Sumar y el PSOE deberían leer un poco la prensa internacional antes de querer patentar la sopa de ajo. Porque esa ideita genial, lo de promover que voten los niños para aferrarse al poder, ya se les ocurrió antes a los peronistas, cuando Alberto Fernández repartía leña en la Casa Rosada. Yo les recomendaría a los propios del presidente Sánchez que busquen en Google qué pasó en las últimas elecciones argentinas con el voto de los niños. Pero si les da pereza tanto trabajo, se lo adelanto: Milei arrasó en ese segmento. Al punto de que La Libertad Avanza obtuvo más del 61% de los sufragios púberes. De ahí que el propio Milei ya haya filtrado que prepara una reforma legal para rebajar más la edad de voto, hasta los 14. ¡Cráneos privilegiados!