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Pablo Planas

Puigdemont y Junqueras, novedades del curso

La primera clase del curso en Cataluña es un truño de cónclaves separatistas por la "renovación" del independentismo, según proponen Puigdemont y Junqueras.

La primera clase del curso en Cataluña es un truño de cónclaves separatistas por la "renovación" del independentismo, según proponen Puigdemont y Junqueras.
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. | EFE

Se van a cumplir siete años del golpe de Estado separatista y quienes perpetraron el delito se mantienen en la primera dimensión de la liga de la información política. Pudiera parecer que Puigdemont y Junqueras debieran estar retirados pero nada más lejos. El primero, líder indiscutible de las huestes independentistas, cobra fama como ilusionista, una auténtica leyenda en el tan catalán arte del trile, dónde está la bolita. El gancho, obvio, fueron los Mossos. Y que a Sánchez e Illa les venía de lujo la no detención. Puigdemont se ha convertido a ojos de muchos independentistas en una especie de aventurero entre el mago Pop y un "trabucaire" cuando es todo lo contrario a esa clase de hombres. El segundo, Junqueras, está en las mismas. Pasa por ser un beato pero no es más que otro gran discípulo de Pujol, el honrado.

Ciertas imperfecciones de nuestra democracia han propiciado que un fugitivo de la justicia sea el socio de referencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. O que un tipo como el indultado e inhabilitado Junqueras mandara en el partido que ha entregado la Generalidad a los socialistas. En ambos casos, los resultados electorales fueron peores que los anteriores, los anteriores y los anteriores. El independentismo va a la baja pero su influencia no deja de crecer con el ínclito Pedro Sánchez. Y a eso se aferran Puigdemont y Junqueras para estar jodiendo con la pelota desde hace más de una década. Junqueras ya estaba en la asonada de Artur Mas, personaje más nefasto incluso que Pujol. La de la consulta del 9 de noviembre de 2014. Puigdemont se incorporó en enero de 2016, cuando le nombraron presidente de la Generalidad para acabar lo comenzado. Y ahí siguen, con todo el papo.

La política es terreno abonado para los irresponsables en todos los sentidos del término, una ocupación en la que las acciones más aberrantes pueden no tener ninguna consecuencia. Como en el caso de Al Capone, a los políticos que caen se les trinca generalmente por evasión de impuestos cuando en realidad sus crímenes son mucho más graves que defraudar a Hacienda. Que se sepa, ni Puigdemont ni Junqueras han sido sometidos a inspección alguna, aunque al primero todavía se le acusa de malversación y el segundo todavía está inhabilitado por ese delito. La sombra de la corrupción les acecha. Los ingresos oficiales de Puigdemont no se corresponden con su despliegue de medios. Lo mismo ocurre con Junqueras. Será que sus partidos son muy generosos. Claro está que se financian con dinero público.

Junts celebrará su congreso el fin de semana del 27 de octubre, aniversario de la declaración de la república catalana en el parlamento autonómico. ERC, el fin de semana del 30 de noviembre. Entre medias, el congreso del PSOE, en Sevilla. El otoño de Sánchez y sus muletas catalanas. La misma gente con las mismas caretas. La primera clase del curso en Cataluña es un truño de cónclaves separatistas por la "renovación" del independentismo, según proponen Puigdemont y Junqueras.

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