Que Pepe Álvarez, el secretario general vitalicio de la UGT, diga algo no sólo razonable sino hasta sensato, el infrecuente acontecimiento que sucedió ayer en Madrid, merece que se le dedique algún comentario. Y es que en un repentino ataque de sentido común, a Álvarez se le ocurrió soltar en público lo que todos los socialistas barruntan en su fuero interno: que constituye un perfecto disparate ir a buscar cientos de miles de africanos no cualificados en el Sahel cuando aquí, en España, residen legalmente 2,7 millones de personas en situación de desempleo, el mayor porcentaje nacional de desocupados en el conjunto de los países que integran la OCDE.
Predicar que España necesita inmigrantes, como tanto nos insisten machaconamente a diario, viene a ser lo mismo que decir que el aire acondicionado resulta imprescindible en el Polo Norte. España no necesita inmigrantes ni los ha necesitado nunca. Cosa bien distinta es que ciertos sectores de su economía se hayan especializado, y de modo crónico, en la creación de empleos que ningún nacional quiere ocupar. Una cuestión, esa de generar en la Península Ibérica millones de empleos destinados en exclusiva a aspirantes del Tercer Mundo, que ni la izquierda ni la derecha se han atrevido nunca a discutir en serio. ¿Por qué hay trabajos que un japonés, un polaco, un portugués o un coreano del sur pueden ejercer, pero un español no?
¿Por qué un español no puede ganarse la vida de camarero o faenando en un barco de pesca? ¿En qué declaración de los derechos humanos figura escrita semejante prohibición? Marx, que no era de Vox, creó, recuérdese, un concepto llamado "ejército industrial de reserva". No existe una condena divina para que los camareros en España ganen tan poco. Ganan tan poco en España porque la inmigración no cualificada y masiva hunde sus salarios en el mercado, única y exclusivamente por eso. Porque los españoles, sí, pueden ser camareros, claro que pueden, igual que pueden los japoneses en Japón. Pero sobre eso, nadie, ni la izquierda ni la derecha, se atreve a abrir la boca. Bien por Pepe.