
Los ya algo cansinos protagonistas monotemáticos del ruido político a lo largo de este año 24 que se marcha han sido, de sobra resulta conocido, los Aldama, Koldo, Ábalos, Begoña y ese otro tan mal encarado siempre, el de la melena impropia de la edad y los aviones rescatados. Pero el nuevo gran influencer mediático de 2025, el usurpador de portadas y editoriales llamado a robarle el protagonismo a ese sucedáneo hortera del legendario clan de la tortilla, nadie lo dude, va a ser el espectro del difunto general del cuerpo de Infantería Francisco Franco Bahamonde.
Así, igual que la dictadura del mentado celebró publicitariamente en su día lo que llamó "25 años de paz", el PSOE y el Gobierno se aprestan ahora a replicar la misma idea con la excusa del medio siglo transcurrido desde que el gallego murió tranquilamente en su cama. Y digo que se trata de la misma idea por una razón de peso, a saber: porque efectivamente detrás de la promoción propagandística de ambos fastos latió entonces y late ahora una intención práctica similar. Los franquistas montaron aquella campaña dirigida al subconsciente colectivo porque no eran tontos. Y como no eran tontos, sabían que la mayoría de la población no sentía demasiado entusiasmo por su régimen, pero que seguiría soportando con pasividad la dictadura si la alternativa a Franco pudiera suponer el riesgo de un retorno al espanto colectivo que había implicado la guerra civil.
De ahí el énfasis oficial en la paz como argumento tácito para tratar de legitimar un orden político de facto. Y por cierto, procede admitir que les funcionó bastante bien aquella estrategia. Lo dicho, no eran nada tontos. Y Sánchez va a imitarlos a partir de enero porque resulta ser consciente de lo mismo. También él resulta sabedor de que ni en la izquierda sociológica ni entre los nacionalistas periféricos suscitan entusiasmo alguno tanto su persona como su obra. Pero igual le consta que el miedo a Vox, o sea a Franco, los retendrá a su lado. No, tampoco el PSOE es tonto.