Dos referencias poco verosímiles constan en el currículum del parado Raül Blanco. La primera nos remite a esa extravagante diéresis en el nombre de pila, algo que suena más a intento sobrevenido de catalanizar el carnet de identidad que a onomástica genuina. La otra, todavía mucho más inverosímil que la anterior, es que Raül llegase a presidir durante 21 meses una de las mayores empresas de España. Porque Raül mandó en la Renfe hasta hace un cuarto de hora. Antes de encabezar esa compañía, un gigante que cuenta con 15.000 empleados en nómina y activos en su balance valorados en 9.562 millones de euros, Raül había sido concejal de una cosa de fomento y promoción del empleo en Hospitalet.
Y parece ser que también llevó durante otra temporada el servicio de publicaciones en la Consejería de Trabajo de la Generalitat. Lo habitual antes de que te hagan responsable máximo de una de las empresas señeras del sur de Europa. Pero ayer, como decíamos, lo echaron. La gran suerte en la vida de Raül fue tener el carnet del PSC. Y su gran desgracia ha sido que Óscar Puente no tiene el carnet del PSC. Así que ha colocado a otro y le ha dado puerta a él. Pancho Taboas, su antecesor en la presidencia de la Renfe, también tenía el carnet del PSC; el carnet y un currículum laboral no menos brillante. Y es que Pancho llegó a la cúspide de la compañía con una licenciatura en Historia Moderna como todo aval académico.
Estudios que le servirían para dirigir una revista de esa materia, L’Avenç, cuya única empleada en plantilla resultó ser la hermana de Miquel Iceta. Y de ahí, a la presidencia de la Renfe. En cuanto al nuevo, cierto Fernández Heredia, feliz agraciado en la tómbola de la meritocracia socialdemócrata, leo que había sido el gerente de la empresa municipal de autobuses de Valladolid cuando el ministro ejercía de alcalde. Otro, pues, que tampoco viene de una dura selección de personal tras curtirse durante varios años en el Silicon Valley. Pobre Raül.