Menú

Puigdemont humilla y exprime a Sánchez

El prófugo ha vuelto a exhibir el poder que detenta sobre un Sánchez capaz de cualquier cosa por mantenerse en La Moncloa.

Nueva humillación de Pedro Sánchez a manos de su socio de referencia, alguien tan respetable y presentable como Carles Puigdemont, un prófugo de la justicia, un golpista declarado y el líder un partido que con tan solo siete diputados en el Congreso zarandea a Sánchez, al Gobierno y al PSOE a placer, con indisimulada satisfacción. Como cabía esperar, ni Sánchez se ha plantado ante semejante personaje ni Puigdemont ha cortado el cable rojo para dinamitar la legislatura de la demolición del Estado de derecho.

El prófugo ha vuelto a exhibir el poder que detenta sobre un Sánchez capaz de cualquier cosa por mantenerse en La Moncloa y proseguir el desguace del Poder Judicial y de la separación de poderes. Acorralado por las evidencias y las pruebas contra su fiscal general, contra su esposa, contra su hermano, contra sus principales colaboradores políticos, Sánchez hace lo que le mande Puigdemont, que ahora dice que suspende las relaciones con el presidente pero que mantiene abiertas las mesas de negociación sobre el traspaso a la Generalidad (circunstancialmente en manos socialistas) de las competencias de inmigración, con el control de las fronteras incluido, o la relativa a la imposición del catalán como lengua oficial en la Unión Europea.

Es decir, que Puigdemont desprecia a Sánchez pero está dispuesto a exprimirlo sin compasión y hasta el final. Tras el aplazamiento del trámite de la cuestión de confianza (ese tiempo muerto ganado por el PSOE y Sumar en la Mesa del Congreso), la nueva exigencia es que el verificador internacional, un diplomático salvadoreño, audite el grado de cumplimiento del acuerdo de Bruselas del 9 de noviembre de 2023 en virtud del cual Sánchez es el presidente del Gobierno. De modo que los emisarios del Gobierno, Santos Cerdán y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero están citados en Suiza para repasar los puntos del chantaje.

Se queja Puigdemont de que el Gobierno no ha cumplido su parte. El prófugo es insaciable y además tiene que aparentar más dureza que Oriol Junqueras, encargado de atornillar en Cataluña a Salvador Illa y negarle los ansiados presupuestos. El juego actual entre los independentistas es ver quién es más duro, quien desprecia más a Sánchez al tiempo que le arrancan hasta la última de las concesiones acordadas para que el PSOE se apalanque en el poder. Que las maniobras de los separatistas socaven por completo la dignidad del Gobierno es algo que a Sánchez le trae sin cuidado. Su respuesta es desmantelar el Estado para salvarse y destrozar España para cumplir los deseos de los separatistas.

Que Puigdemont se ría de él es un precio que asume Sánchez sin despeinarse mientras el golpista le sostenga y le permita desplegar la batería de iniciativas encaminadas a anular a los jueces, sean los que investigan a su entorno o a los que actuaron contra un golpe de Estado separatista que se antoja una broma en comparación con el que está en curso en estos momentos.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Escultura