
Trump no iba de boquilla con el asunto de Israel. Se ha implicado hasta el fondo. Ha dejado constancia de que EE.UU. y el entero mundo libre en Oriente y Occidente no son nada moral, política y democráticamente sin Israel. Este país se convertirá en la punta de lanza para comerciar con el complejo mundo islámico. Por eso, ha recibido con todos los honores a Netanyahu y ha hecho el gran anuncio: "Tomará el control" de Gaza para convertirlo en la "Riviera de Oriente Próximo". Bravo. Nadie mejor que Trump, empresario de éxito entre los grandes empresarios del mundo, sabe que el mundo islámico hablará con EE.UU. si, y seguramente sólo si, se trata de negocios. Siempre fue así. El Occidente libre se entendió bien con el islam a través del mercado y el comercio.
Trump no está descaminado. No se trata sólo de la aplicación de una lógica de mercaderes, entre otras razones, porque ningún dirigente político en el mundo se ha implicado contra el antisemitismo tanto como lo ha hecho Trump. Sí, el mandatario estadounidense dio mil pruebas en el pasado sobre su compromiso con el antisemitismo y otras está dando ya contra una de las peores lacras de la humanidad: la persecución del judío solo por ser judío. Terrible. En este contexto es menester citar la seria investigación que se ha abierto contra las cinco universidades que el año pasado alentaron el prejuicio antisemita como se conocía desde la época de Hitler y Stalin. Nadie debe pasar por alto que el Departamento de Estado ha iniciado una rigurosa investigación a cinco universidades estadounidenses, incluida la Universidad de Columbia, por presunto "acoso antisemita generalizado" que se registró durante la primavera pasada, en el marco de las protestas pro-Palestina que se intensificaron en los campus universitarios del país.
Sí, sí, demos todos los datos para saber que el combate contra el antisemitismo de Trump no va de cara a la galería. Se trata de la defensa de la libertad y la democracia. Las universidades investigadas por el Departamento de Estado al amparo del Título VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que protege a los estudiantes del acoso basado en su origen nacional y ascendencia compartida, son la Universidad Northwestern, la Universidad Estatal de Portland, la Universidad de California, en Berkley; la Universidad de Minnesota, en Twin Cities; y la Universidad de Columbia. Estas universidades están acusadas de promocionar y alentar el antisemitismo. O sea, no sólo han ocultado los terribles atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre, que dejaron miles de muertos y rehenes en cautiverio, sino que han justificado todas sus atrocidades.
En fin, nadie puede extrañarse de que Trump, en ese contexto de ignominia y falsedad contra Israel, haya querido que fuera Netanyahu el primer presidente del mundo que era recibido en la Casa Blanca con todos los honores. Y menos aún podemos mirar para otro lado por el gesto generoso de Trump: mientras firmaba el decreto que congelaba los fondos para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA, por sus siglas en inglés), sacaba a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que tachó de "antisemita", a la par que hacia el gran anuncio: EE.UU. intervendrá en Gaza.