
"A esos campos ganaderos, a esas tierras. Somos campo, somos libertad, somos pasión, somos efímeros, inherentes. Y somos salvajes y como lo somos, lo es el jamón ibérico,que decidió contar su historia a nuestro paladar". Ensartada en el jamonero, mientras se aprestaba a ser esculpida por Florencio Sanchidrián, la pata de ibérico de Guijuelo escuchaba impávida las palabras de su Embajador Mundial. Sintió que vivía uno de esos instantes en los que la dignidad está por encima de cualquier vulgaridad... Que era la hora de defenderla frente a las amenazas de esos tragaldabas de burgers y cocacolas. Y nuestro ibérico alzó la voz y su gritó retumbó por la dehesa: ¡¡Al yanqui ni en mortadela!! En el secadero, colgados por centenares, jamones y paletillas lo secundaron: ¡¡Al yanqui ni en mortadela!! Fue una catarsis.
El ibérico no le tiene miedo a Donald Trump. "En China son más charcuteros y conocedores del cerdo que en Estados Unidos, donde ponen muchos inconvenientes. Allí se rinde especial culto no solo al producto, también a la figura del cortador". El pasado 12 de febrero, Jamones Juan Manuel (DO Guijuelo) organizó la Jornada de La Montanera en las dehesas de La Roca de la Sierra (Badajoz). Le plantaron cara al arancel. Según la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico, en los últimos cinco años las exportaciones se han incrementado un 24% en Francia, un 24% en Alemania, un 25% en México y un 104% en China, donde superaron los 28 millones en 2023. Se espera que las ventas con el gigante asiático mejoren desde que el presidente ‘trumpetista’ nos asoció a los BRICS.
Fuentes habitualmente bien informadas no han podido confirmar si el líder de Patriotas por Europa, el señor Abascal, ha solicitado audiencia con el presidente de Make America Great Again (MAGA) para interesarse por el castigo al campo español. Añaden que quizá se esté sobrevalorando la influencia del dirigente de VOX. "Es cierto que tiene mano en la Administración americana, pero por ahora esta se limita al aplauso. Esperamos que la situación cambie próximamente", añaden no sin cierta malicia.
Siguiendo con su diplomacia de palo y tentetieso, los trumpetistas han decidido hacerle la trece catorce al heroico pueblo ucraniano, a sus Fuerzas Armadas y al presidente Volodímir Zelenski, que han dado sobradas muestras de tener más dignidad y coraje que todos ellos juntos. El pasado 12 de febrero el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, intervino en la 26ª reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania celebrada en Bruselas. Lo suyo fue una sucesión de bravatas: Ucrania no podrá recuperar sus fronteras. No será miembro de la OTAN y "para que quede claro, en el marco de cualquier garantía de seguridad, no se desplegarán tropas estadounidenses en Ucrania". Mientras, a ustedes europeos les haremos un buen precio con nuestro gas y petróleo. "Para facilitar una diplomacia eficaz y reducir los precios de la energía que financian la maquinaria de guerra rusa, el presidente Trump libera la producción energética estadounidense". ¿Estos son los superdotados que van a negociar con Putin?
A los dos días —el 14 de febrero— el vicepresidente J.D. Vance se encontraba en Múnich y tuvo tiempo para hacer unas declaraciones al Wall Street Journal en las que le enmendaba la plana al secretario de Defensa y, por extensión, a su jefe trumpetero. Advertía que "existen herramientas económicas de influencia", y por supuesto también "herramientas militares de influencia" si Putin no negocia de buena fe un acuerdo de paz con Ucrania. Añadió que la opción de enviar tropas estadounidenses a Ucrania estaba "sobre la mesa". Todo un ejemplo de la coordinación de estos fuera de serie que van con el bastón repartiendo mandobles. Después participó en la Conferencia de Múnich, que se reúne anualmente y trata temas de seguridad y defensa. El señor Vanceregañó a los líderes europeos porque son todos "unas nenazas". Les afeó que hagan el vacío a los putinianos de Alianza por Alemania, unos nazis muy democráticos. El pacto Ribbentrop-Molotov se llama Vance-Lavrov. En 1939 nazis y comunistas se repartieron Polonia; ahora el botín son las tierras raras y una Ucrania subyugada a la que Trump ordena: "déjese de monsergas y obedezca a las autoridades de Moscú", escribe Federico Jiménez Losantos en un excelente artículo que ha encolerizado a los acosadores voxeros en la red X.
Mientras, en el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, el Ministerio de Defensa británico anunciaba un nuevo paquete de ayuda militar de 150 millones de libras. Alemania confirmaba el envío de 100 de sus misiles más avanzados (IRIS-T), tanques y defensa antiaérea. La ministra de Defensa Margarita Robles no quiso ser menos y anunció el próximo envío de diez generadores eléctricos y una oferta de nuevos cursos de adiestramiento para el personal de las Fuerzas Armadas de Ucrania. La señora Robles confirmó que los cursos de formación no los impartirá la UGT.
Entrevistado por Dieter Brandau, el historiador Florentino Portero, refiriéndose a Trump, reconocía que "hay cosas que sorprenden por la magnitud de la barbaridad" y añadía: "El mensaje que está enviando es ‘solo un idiota es aliado de Estados Unidos’ y por lo tanto, que a nadie le sorprenda que el futuro EE.UU. tenga serias dificultades para encontrar compañeros de viaje en este mundo".
Pues bien, haciendo de tripas corazón, nosotros los españoles, nuestros gobiernos, desde que Francisco Franco firmó con los Estados Unidos los Pactos de Madrid en 1953 y se instalaron bases americanas en territorio español, somos uno de esos idiotas. ¿Deberíamos aumentarles el alquiler por Morón de la Frontera y Rota? Como nos descuidemos nos aplican la doctrina Cost Plus 50, con la que ya amenazó Trump. Consiste en que si un país tiene bases americanas debe pagar un 150% del coste de mantenerlas porque se supone que están para defender a los lugareños. En el caso de España nos defienden de nosotros mismos pero a la vista está que no funciona. Así que lo mejor sería rescindir el contrato antes de que se declaren okupas vulnerables y les tengamos que pagar la luz.
Putin se rodeó de oligarcas. Algunos terminaron fatal. Trump tiene al suyo de cabecera. Alguien podría advertirle al señor Elon Musk que una sociedad democrática no se dirige como si fuese una empresa. Que lo más parecido es una Junta de vecinos, y además malavenidos. Que el arte de la política está en asegurar la convivencia y evitar que nos liemos a palos. Veremos cómo acaba. Confiemos en la democracia americana.
