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Libertad Digital

25 años en defensa de la libertad

Orgullosos de cumplir la misión para la que nació, es decir, servir con la palabra a aquello que más tranquiliza la conciencia: la libertad y la verdad.

Orgullosos de cumplir la misión para la que nació, es decir, servir con la palabra a aquello que más tranquiliza la conciencia: la libertad y la verdad.
Libertad Digital

Han pasado 25 años desde que un buen día Federico Jiménez Losantos decidió emprender la aventura de fundar Libertad Digital. Lo hizo con el lema de defender la verdad. Hoy, tras un cuarto de siglo de vida, quienes, con él, hacen el periódico se sienten orgullosos de cumplir la misión para la que nació, es decir, servir con la palabra a aquello que más tranquiliza la conciencia: la libertad y la verdad, dos nociones equivalentes y que hoy recobran actualidad ante la obsesión del presidente del Gobierno de acabar con los medios de comunicación que, a su juicio, le son hostiles y que es una señal más de la degradación de las democracias dispuestas a sacrificar el derecho al libre pensamiento. Una actitud, la de censurar y atacar a la prensa, que se produce justo en el momento en que los medios de comunicación asumen la desagradable obligación de denunciar los abusos de poder cometidos en el seno del partido y de la familia de Pedro Sánchez y que recuerdan a la Ley de Defensa de la República de 1931 que castigaba la publicación de noticias que fueran "una agresión contra el nuevo orden".

Hay un personaje cinematográfico que siempre me cautivó. Hablo de Dutton Peabody, aquel periodista de El hombre que mató a Liberty Valance (1962) al que unos forajidos le destrozan el diario Shibone Star y le dan una tremenda paliza por publicar de ellos lo que realmente eran. Casi moribundo, a Peabody aún le quedan fuerzas para decir a quienes acudieron a auxiliarle: "¡Le he explicado a ese Liberty Valance lo que es la libertad de prensa!". Antes se había dirigido a la gente de la cantina con esta arenga:

"¡Buenas gentes de Shinbone! Yo, yo soy vuestra conciencia, soy la vocecita que resuena en la noche, soy vuestro perro guardián que aúlla frente a los lobos, yo, ¡soy vuestro confesor! Yo… yo soy… ¿qué más soy?".

En realidad, Dutton Peabody era el fundador del periódico, el propietario, el director y también el encargado de barrer el local.

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Lee Marvin en "El hombre que mato a Liberty Valance"

La figura de Peabody me reafirma en que no existe ley que obligue a un periodista a depender de nadie. Esto es un dogma incontestable. A un medio de comunicación no se le pueden parar los pies por dar noticias ciertas, ni ser objeto de la presión de grandes empresas, ni dejarse coaccionar por el poder de la política o del dinero, que viene a ser lo mismo. Un periódico realmente comprometido es aquél que se jura fidelidad a sí mismo y a sus lectores. En sentido opuesto, la sumisión a quienes mandan no es más que una moneda que paga con otra moneda y no merece más respeto que el que se tiene al mono de circo que actúa con reflejos condicionados. Porque no le demos vueltas: al poder, para satisfacer su bulimia, le sobra la prensa independiente, y lo que desea es un periodismo reducido al silencio; un periodismo de compra y venta; un periodismo implicado en amorales tejemanejes o chanchullos de la política y del dinero.

Lo expresó muy bien Lord MacGregor of Durris, que fue presidente de la Comisión de Quejas a la Prensa, sucesora del Press Council, en un artículo titulado Prensa y Responsabilidad en las Democracias en el que cuenta la respuesta que el periodista Sydney Jacobson dio a Winston Churchill cuando al hablar de sus relaciones con la prensa y decir que "lo que no se puede eliminar se arregla y lo que no se puede arreglar se elimina", le replicó que "las relaciones entre el Gobierno y la Prensa se han deteriorado, se siguen deteriorando y bajo ningún pretexto debe permitirse que mejoren". El periodista obediente, el periodista uncido al carro del político, del poderoso o del zascandil de turno, ofrece a quienes todos los días leen su trabajo un espectáculo demasiado triste. No es cuestión de entrar en detalles, pero quienes incurren en la fantasía de que neutralizando a la prensa molesta se controla mejor a la opinión pública, lo que en el fondo anhelan es un gobierno despótico en el que los gobernados no sean ciudadanos sino miembros de una colectividad dócil a sus designios de poder.

"La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes. Sólo una prensa libre y sin trabas puede denunciar, de una manera eficaz, los engaños del Gobierno (…)".

Así lo sentenció el juez Hugo Lafallette Black, miembro de la Corte Suprema de los Estados Unidos entre 1937 a 1971. Algo semejante había dicho 150 años antes Thomas Jefferson, presidente de los Estados Unidos desde 1801 a 1809, al declarar que "entre un país con gobierno y sin periódicos y un país con periódicos, pero sin gobierno, yo me quedo con esto último". Dicho a las claras, para algunos la libertad de la expresión, hablada o escrita, es algo así como una fístula en salvase la parte, con perdón, que no es grave pero sí fastidiosa y encima no se cura con psicoterapia.

Compromiso cívico con los valores del liberalismo

En fin. Libertad Digital al cumplir 25 años de vida, roza el área del éxito, aunque no puede negarse que el fenómeno es fruto del cotidiano desvelo, de la arriesgada audacia y de la terca tenacidad de situar la verdad como principio rector de su existencia. Libertad Digital es un ejemplo de compromiso cívico con los valores del liberalismo y la defensa de la unidad nacional y la Constitución de 1978.

Por todo lo expuesto, quede constancia de la tranquilidad que al lector de Libertad Digital, al igual que al oyente de esRadio, le produce pensar que el que el periódico, comenzando por su director Raúl Vilas, será siendo fiel consigo mismo y con sus destinatarios. Al fin y al cabo, un periódico no es de su editor, ni de quien lo dirige, ni de los que trabajan en él, ni de los accionistas, sino de los lectores y de su ansia de una información sin límites y a la memoria me viene la solemne declaración que Abraham M. Rosental, director del The New York Times, hizo a sus lectores: "el periódico no es mío, ni de los accionistas, sino vuestro, de vuestras ansias de información, de vuestro juicio y de vuestra ética". El único compromiso del periodismo es con la verdad y la justicia, dos nociones que bien pueden considerarse equivalentes.

Feliz cumpleaños, pues, a Libertad Digital por sus 25 años. Todos nos debemos al calendario, a nuestra vocación y a la suerte. La edad no es un límite, sino un dato y no tienen razón quienes suponen que cualquier tiempo pasado fue mejor. La vida sigue siendo como si tal cosa. Ojalá que nuestro periódico continúe muchos años dando vueltas sobre su eje. Confiemos en la diosa de la libertad que, aun por débil o herida que esté, no hay quien acabe con ella, se pongan como se pongan los tiranos.

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