Tras degradar las instituciones democráticas de nuestro país hasta extremos nunca vistos, Sánchez se propone ahora controlar las grandes corporaciones mediáticas para ponerlas también a su servicio.
Al presidente del Gobierno no le basta con RTVE para tratar de imponer diariamente su relato torticero de la actualidad, por lo que sus esbirros tratan de someter también la voluntad de los grandes medios de comunicación a través de la intimidación y el juego sucio. El caso del grupo Prisa, de rabiosa actualidad por la denuncia documentada que recogía hace unos días la prensa francesa, es paradigmático de la manera en que el Gobierno trata de torcer la voluntad de los empresarios, utilizando tácticas más propias de la mafia que de un Ejecutivo respetuoso con la propiedad privada y la libertad de expresión.
En la raíz de este intento de extorsión está la negativa del máximo accionista de Prisa y presidente del diario El País, Joseph Oughourlian, de crear una televisión al servicio del Gobierno, un plan que los infiltrados de Moncloa en la compañía trataban de poner en marcha cuando fueron puestos en la calle por la nueva dirección del grupo mediático. El enfado y asombro de la nueva dirección de Prisa se puede resumir perfectamente en la alusión de Oughourlian a las tácticas de Sánchez, que el nuevo presidente de El País compara con Franco en una pieza de opinión publicada ayer mismo en su diario.
El rechazo taxativo de Oughourlian a los planes del Ejecutivo social-comunista hizo que Sánchez enviara a París a su esbirro de cámara, Óscar López, para extorsionar a los directivos de Vivendi, uno de los principales inversores de Prisa. O vendían su participación a un grupo de accionistas cercanos al Gobierno "o de lo contrario pueden despedirse del presupuesto publicitario de Telefónica gestionado por su filial Havas", una amenaza recogida por la prensa francesa, a la que otorga credibilidad el hecho de que Puente estuviera acompañado en la reunión por el nuevo presidente del gigante español de las telecomunicaciones, impuesto por Sánchez tras descabezar a la cúpula de la compañía.
No deja de resultar irónico este intento de asalto socialista al grupo Prisa, cuya hegemonía en los medios españoles se forjó tras la compra ilegal de Antena 3 Radio, la cadena que, cuando era líder de audiencia con Antonio Herrero por la mañana y José María García por la noche, vio cómo Jesús Polanco decidía comprarla para cerrarla inmediatamente después. Pues bien, el famoso acorazado de izquierdas, al servicio en otros tiempos de los ejecutivos socialistas, es hoy víctima de los intentos de chantaje de un Gobierno de la misma filiación política que los que lo llevaron en España a la cima del poder mediático.
Pero nadie se llame a engaño: el rechazo de los planes de Sánchez por parte de la corporación mediática sedicentemente progresista no tiene tanto que ver con el prurito de la independencia periodística, que nunca ha figurado en el frontispicio de aquella casa, como con las tremendas urgencias financieras que aquejan al grupo encabezado por el diario El País.