
En Cataluña, los menas se han convertido en el nuevo petróleo del siglo XXI, una fuente inagotable de riqueza para los dueños de los pozos. Léase residencias privadas montadas por dirigentes políticos con poder institucional y subvencionadas, huelga decir que de modo turbio y opaco, con fondos públicos que controlan los mismos partidos a los que pertenecen los beneficiarios de las ayudas. Así es como el control político del tráfico de menas ha dado lugar al surgimiento del mayor entramado mafioso de desvío de dinero de la Generalitat posterior a la red pujolista del 3%. Si bien el negocio de los menas no lo regentan los antiguos convergentes (era un asunto demasiado cutre para ellos) sino altos cargos de Esquerra Republicana.
Y de ahí la impunidad tanto mediática (ningún medio catalán toca jamás esa cuestión) como política de los kapos de las oenegés de la Esquerra que mueven el dinero, toda vez que el apoyo de ERC resulta imprescindible para cualquiera que aspire a gobernar Cataluña. Por lo demás, el modus operandi de las bandas que monopolizan el mercado de los menas resulta de una sencillez palmaria. Así, todo el dinero que el Gobierno de la Generalitat destina anualmente a los menores tutelados a su cargo es transferido íntegramente, hasta al último céntimo, a los chiringuitos bajo la apariencia de oenegés que administran los mismos dirigentes de ERC que distribuyen las partidas presupuestarias para esa materia en la propia Generalitat.
Sólo uno de esos clanes organizados, un entramado que responde por "Plataforma Educativa", ha conseguido apropiarse ya de 300 millones de euros. Se trata del mismo grupo que se ha hecho con el control directo de 500 viviendas a lo largo de Cataluña; un imperio inmobiliario, superior al de cualquier fondo buitre, que destina a alojar, subvención mensual mediante, a antiguos menas que hayan alcanzado la mayoría de edad. Por supuesto, no hace falta mencionar que administración pública alguna fiscaliza la forma en que ese dinero es empleado por los distintos clanes que, año tras año, se apropian de él. Ni en Sicilia ocurre.