
En una de sus dos tardías y huidizas comparecencias el día del cero en energía y cero en información, Sánchez sin venir a cuento, junto al sermoncito sobre los bulos, lanzó una arremetida contra las nucleares y defendió las renovables. Textual: "Las centrales nucleares, lejos de ser una solución, han sido un problema" y "no hubo un problema de exceso de renovables". Acababa de decir que no se conocía la causa del apagón, pero ya sabía él, por ciencia infusa, que las nucleares habían sido un problema y las renovables, una bendición. El hombre que cree que los gigavatios desaparecen por arte de magia y cuya mayor expresión de conocimiento científico se encierra en la frase "la experiencia es la madre de la ciencia", se puso el traje de profesor Bacterio para contarles a los queridos niños que nucleares, no gracias y renovables, cuanto más mejor. El presidente atacaba los bulos y, al tiempo, difundía una grave desinformación.
No lo hacía sólo por deporte, que también. Lo hacía para introducir a machetazos lo ocurrido en un marco narrativo que justifique las decisiones de política energética del Gobierno, decisiones sobre las que el suceso del apagón arroja dudas. Dudas lícitas y necesarias puesto que se pueden estar haciendo cosas que ponen en alto riesgo el sistema. Entre esas cosas está la de optar por un mix energético que reduce las posibilidades de equilibrarlo en caso necesario. Red Eléctrica es quien decide el mix, quien controla el equilibrio de la red y quien se encarga de restablecerlo. Dada la influencia que tiene el Gobierno en ese operador, quién garantiza que el mix se decide no con criterios técnicos, sino políticos.
Lo de Sánchez sobre las renovables y las nucleares era una excusatio non petita. Se quiere cortar de raíz cualquier crítica a la gestión energética del Gobierno. Pero la operación política en marcha tiene otra faceta, visible en el numerito de exigir los datos. La gran mayoría de los datos que se requieren los tenía y tiene Red Eléctrica, único operador autorizado de la red de transporte. Amenazar con el envío de personal de Interior, Defensa y Transformación Digital a las instalaciones de los distintos operadores, como si fuera necesario mandar al CNI, a los geos y a la guardia montada para acceder a los datos, es la forma de acusar a las empresas de querer ocultar que hicieron algo malo. La querella por los datos es una falsa querella, un macguffin que no da para una intriga a lo Hitchcock y sólo para una intriga política de las cutres. El Gobierno está fabricando un guión de buenos y malos de los suyos. Y un guión político de buenos y malos es incompatible con cualquier investigación.
No puede estar en manos del Gobierno la investigación sobre las causas del gran apagón peninsular del lunes, 28 de abril. Si está en sus manos, no será creíble. Al margen de cuál se considere que es la credibilidad del Ejecutivo en general, la que tiene para investigar esta insólita crisis ha quedado sepultada por todo lo que ha dicho y hecho desde que el país se sumió en el cero energético. Su actuación, sus declaraciones y sus amenazas sólo permiten esperar que la supuesta investigación sea parte de una operación política destinada a autojustificarse. Esto es el triple cero: cero energético, cero información y cero credibilidad.
Aún puede ser mejor. Que investigue el apagón aquella comisión de expertos del Covid de la que nunca se consiguió saber su composición.