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De 'Parenostre' a Pedronuestro

Su uso despótico de las instituciones para ponerlas a su servicio, la utilización de una tropa nacionalista alistada a sus órdenes, ha sido mimetizada por Pedro Sánchez en España.

Su uso despótico de las instituciones para ponerlas a su servicio, la utilización de una tropa nacionalista alistada a sus órdenes, ha sido mimetizada por Pedro Sánchez en España.
Jordi Pujol, en los años que presidía la Generalidad. | Cordon Press

Martes, 6 de Mayo; cine Mooby Bosque de Barcelona, 22:05 h. de la noche. He reservado por internet una entrada para ver Parenostre, una hagiografía sobre Jordi Pujol. Llego al límite de la hora a paso ligero, sala 8. Parada de burro, no me lo podía creer, nadie, ni un solo espectador, toda la sala para mí. Casi daba miedo.

Las críticas han sido despiadadas, ¿pero tanto para que no hubiera ni un solo espectador? Y caigo en la cuenta… ¡Alma de cántaro! En ese momento jugaba el Barça en Milán en disputa por la final de la Champions ligue. Con la religión hemos topado. Y en Cataluña reside la Santísima Trinidad: Montserrat, la nació y el Barça, que lo condiciona todo. No apago el móvil, saco las palomitas que me he llevado de casa. La pela es la pela.

Aquí se podía acabar el artículo, pero algo habría de decir de esa falsificación obscena de la reciente historia de Cataluña y de la beatificación del padre de la patria. Y pensar que a pesar de que más del 70% de su producción lo hemos pagado los ciudadanos de a pie, su beneficio social es nulo. O mejor, un timo. El costo del largometraje ha sido 2,7 millones. De ellos, casi 2 millones de euros lo han cubierto las subvenciones oficiales (exactamente 1.746.932 millones de euros): 958.016 € los ha aportado el Ministerio de cultura (ahora es el gobierno de España el que subvenciona el procés), 787.616 euros lo ha aportado el Institut Català de les Empreses Culturals (ICEC) y 400.000 euros la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA). Pero desde que se estrenó el 16 de abril sólo ha recaudado un 10% de la inversión. Negocio redondo para pesebristas habituales del régimen, el guionista Toni Soler y el director Manuel Huerga. ¿Qué podía salir mal?

La crítica ya no es cinematográfica (¡menudo tostón!), sino política, histórica, sociológica, ética. En su afán por rehabilitar a Jordi Pujol convirtiéndolo en un patriota que sacrificó todo (seguridad, familia, negocio, vida…), el guionista Toni Soler acaba convirtiéndolo en un esperpento con la colaboración necesaria de su director, Manuel Huerga. Hasta la manipulación más desvergonzada que aspire a sugestionar habría de derrochar glamour; pero ni en eso hay talento, sólo burdo y simple aburrimiento. Ni siquiera cabrea. El guion y su propósito parecen haber sido diseñados por un adolescente repetidor de la ESO. ¡Qué daño hace a la materia gris vivir del pesebre toda la vida!

Propósito: blanquear a Jordi Pujol, hacer de él un coloso moral sin mácula, entregado en cuerpo y alma a la construcción de Cataluña que un día adivinara desde la cima del Tagamanent como Moisés lo hiciera con la Tablas de la Ley, y relegando a su entorno familiar toda la responsabilidad de las pequeñas travesuras andorranas. Hasta el actor que lo encarna, Josep Maria Pou, es un gigante físico comparado con el original. Como si pretendieran emular esas estatuas descomunales que los pueblos sometidos erigen a sus dictadores. Es un intento vano de borrar la codicia de un ser mezquino y ambicioso obsesionado por controlar el poder hasta el último detalle a base de pervertir a todo un país. La mental (Programa 2.000, Juez Estivil, Prenafeta…) y la económica (Banca Catalana, Palau de la Música, el 3%, la evasión fiscal andorrana…). El vivo retrato del dictador que quiso denunciar en aquella octavilla del Palau de la Música en 1960: "El General Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha elegido como instrumento de Gobierno la corrupción. Ha favorecido la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre prisionero". Imposible obviar la proyección de lo peor de sí en su enemigo más odiado. Pero de todo eso nada.

Ni rastro tampoco de su hipocresía de misal, ni rastro de su prepotencia, tan cruelmente retratada por Tarradellas con la "dictadura blanca". Incluso cuando, acorralado por las cuentas andorranas, carga sobre sus hombros la corrupción de sus hijos. Es falso y taimado. No lo hizo por salvarlos, estaba seguro que él podía confesar sin consecuencias. Se consideraba el dueño del país. Tan acostumbrado estaba a ser el amo de Cataluña, tan convencido estaba de que nada ni nadie se atrevería a tocarle un pelo, que sobredimensionó su mito y confesó el delito. No esperen ver nada de esto en la película.

Ya nadie, a partir de esa confesión, podría decir jamás que era "una maniobra indigna" del Gobierno central, de la policía española o de los enemigos de Cataluña. Había confesado públicamente de motu propio. Por lo que estamos viendo desde hace ya tiempo, por lo que vemos en la película, no erró tanto: la sociología nacionalista de Cataluña (para él Cataluña) le acabará justificando todo, incluida la corrupción, como le justificaron todo durante 23 años a pesar de que su política excluía a media Cataluña, y las leyes eran ignoradas en función de sus conveniencias. Aquí se lo permitían, formaban parte de su omertà; y allí, en Madriz (como decían aquí) se lo consentían todo.

El borrado de su biografía más racista y corrupta es tan generalizado que nada hay de Banca Catalana y aquello de: "A partir de ahora los que hablaremos de ética seremos nosotros", ni de su despotismo con los pobres obreros andaluces de Santa Coloma aporreados por un gobernante déspota, ni de su determinación por eliminar los derechos civiles de los castellanohablantes en Cataluña, ni de sus maniobras para convertir los medios públicos de la Generalitat en medios privados de su propio despotismo, ni del 3% que presidió su vida política, ni de la corrupción del Palau, ni del Programa 2.000 para nacionalizar las conciencias de cada ciudadano de Cataluña, ni de sus manejos mafiosos con Alabedra, Prenafeta, el Juez Estivil, ni de los negocios paralelos de su mujer, santo y seña de los intereses familiares, que acabaron por servir en manos del guionista para enjuagar sus propia culpas. ¡Qué burdo todo!

Pero, sin proponérselo, la película deforma tanto la realidad histórica que, por contraste, refleja el despotismo, la malversación política y el desprecio a las instituciones democráticas que hoy estamos sufriendo también en el resto de España a manos del Gobierno de Pedro Sánchez. Él, Jordi Pujol, fue el modelo, el origen de todos los males que nos aquejaron desde su llegada al poder en Cataluña y nos ahogan hoy en España. Su uso despótico de las instituciones para ponerlas a su servicio, la utilización de una tropa nacionalista alistada a sus órdenes, ha sido mimetizada por Pedro Sánchez en España. Como él logró disponer una mayoría política (que no social) en nombre de la nación asediada, Pedro Sánchez ha creado mediante la polarización, el líquido amniótico plurinacional que le permite tener una mayoría parlamentaria con todos los enemigos de España (de Izquierdas y derechas). Una falsa mayoría, cuya argamasa es la omertà, a costa de la degradación de las instituciones democráticas, y de la democracia misma. Con una sola diferencia, en Cataluña se hacía en nombre de "su" nación, y en el resto de España se hace a costa de la nación.

El modus operandi es el mismo: el propósito está por encima de las leyes, no constreñido por ellas. Los medios para lograrlo, idénticos: comprar con fanatismo étnico, en el caso de Cataluña, y con frentismo ideológico en el caso de España, para lograr un mismo fin: una mayoría cualificada de votantes fanatizados que le garanticen seguir en el poder a cualquier precio. Jordi Pujol lo logró en Cataluña; y Pedro Sánchez lo está mimetizando en España. El tufillo de pedo rancio que deja Parenostre es la charca putrefacta repleta de mentiras, relatos podridos y ambición sin reglas de Pedronuestro.

Los dos cuentan con una toxicidad sociológica fiel que les permite monopolizar el poder con la naturalidad de las sociedades mafiosas. ¡Qué asco da todo!

CODA: La corrupción no es solo de sus hijos, ni sólo de su mujer; tampoco empezó con él. La corrupción es una carga genética de la saga de los Pujol iniciada por Florenci Pujol i Brugat, su padre. Y no empieza con el procesamiento en pleno franquismo por evasión de divisas, estraperlo, y contrabando de oro con Marruecos de su padre Florenci. Es anterior, y nace en las estribaciones de la IIª República. Quien quiera seguir el hilo, ha de empezar con la confesión de Jordi Pujol del 25 de Julio de 2014. En ella declaró que tenía una cuenta en Andorra que no había encontrado oportunidad de regularizar en 34 años. Si la confesión era sorprendente, aún más lo era el responsabilizar a su padre de ella, pues tal cuenta de cuya cantidad nada dijo, sería fruto de la herencia que le habría dejado su padre, Florenci Pujol i Brugat a su esposa, Marta Ferrusola e hijos. Tampoco era esa toda la verdad. Pero esa es otra historia que un día u otro se escribirá. No tardando. Sé de lo que hablo.

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