
Es sabido que el plan de Sánchez consiste en conservar el respaldo de una parte suficiente del electorado a base de comprar su voto. Lo hace de la forma más descarada con pensionistas y perceptores del salario mínimo, pero no son los únicos. Y renuncia a convencer a nadie de la bondad de su gobierno sin molestarse en ocultar la colonización de empresas e instituciones públicas, ni le abochorna enchufar a su familia en puestos que no merecen así como descuida el mantenimiento y conservación de nuestras infraestructuras hasta el punto de provocar caos en las comunicaciones y un apagón de extensiones inéditas en Occidente. Entonces, si todo lo fía a los votos esclavos y le da igual que sus trapisondas y las de los suyos sean de dominio público, ¿por qué miente tanto? ¿Por qué repiten sus ministros esas mismas mentiras como papagayos? ¿Y por qué hacen lo mismo sus medios afines? No engaña ni a los suyos, que lo votarán por sectarismo o porque les conviene que siga gobernando él, pero no porque lo crean el mejor para el interés general.
Da toda la impresión de que tanta burda patraña no tiene más fin que la de encolerizar a quien le escuche y que la ofuscación que provoque tanta ira nos oculte lo que realmente se propone hacer. Que tal vez no sea sólo comprar votos con pensiones, salarios públicos, subvenciones, ayudas y subsidios. Y es que no parece posible que la actualización de las pensiones y las subidas del salario mínimo proporcionen suficientes votos para poder seguir siendo presidente. Tiene que estar pensando en algo más.
En las redes se ha difundido la sospecha de que tanto interés por dominar Telefónica e Indra se debe al propósito de dar un pucherazo electoral, ya que estas dos empresas controlan el escrutinio. Siempre me ha parecido un dislate pensar que en España pudiera hacerse algo así. Pero, luego llegó el escándalo del partido islamista que perpetró un fraude en el voto por correo en Melilla, lo que demostró que la trampa era posible. Y muy recientemente se ha sabido que, con un modus operandi muy similar (vaya usted a saber quién enseñó a quién), el PSOE hizo lo mismo en las elecciones municipales de 2019 en Albaida del Aljarafe. Se supo porque IU se quedó a seis votos de tener un concejal y, escamada por los muchos electores que allí votaron por correo, instó una investigación. Esto permite sospechar que lo mismo pudo hacerse en muchas otras localidades donde no se investigó nada porque los resultados no fueron tan estrechos.
En cualquier caso, queda acreditado que el PSOE, si tiene la oportunidad de hacerlo con alguna garantía de impunidad, está dispuesto a cometer fraude electoral. Si encima está dirigido por un señor que copia su tesis doctoral y convoca elecciones en mitad de las vacaciones forzando la multiplicación del voto por correo, la probabilidad de que en el futuro haya un intento de pucherazo es inquietantemente alta. Feijóo debe solicitar para las próximas elecciones generales la presencia de observadores internacionales que garanticen la limpieza. Constituirá una vergüenza que nos veamos obligados a someter a nuestra democracia al dictamen de una autoridad exterior independiente. Pero más vergüenza da tener como presidente a alguien como Sánchez y tener que reconocer que lo es por haber tenido los votos suficientes. Claro que a lo mejor no los recibió realmente. Y eso explicaría muchas cosas.