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¡Hebrillas de nada como indigencia de todo!

León XIV no es el sucesor de Francisco I, como tanto se reitera, sino el sucesor de Pedro en la cátedra de Roma que es algo muy distinto.

León XIV no es el sucesor de Francisco I, como tanto se reitera, sino el sucesor de Pedro en la cátedra de Roma que es algo muy distinto.
El Papa León XIV | Europa Press

Un brote de verde esperanza trae la elección de León XIV para Antonio Piedra. Comparto el estado de ánimo de mi amigo. Quizá sea posible lo que deseamos. No es, sin embargo, Antonio Piedra, poeta y pensador, alguien que se conforme con el mero deseo para justificar una afirmación. No, no; al contrario, él siempre ancla su pensamiento, su poética filosofía, en el barro de la vida, en lo real, que reflejan las crónicas, género literario en el que Castilla, España, siempre fue pionera. Y si todos los relatos de los cronistas muestran una constante, entonces la conclusión es inapelable…También yo tomo muy en serio todas las razones expuestas por el humanista vallisoletano, en el Diario de Valladolid (10/5/25), para mantener que León XIV no es el sucesor de Francisco I, como tanto se reitera, sino el sucesor de Pedro en la cátedra de Roma que es algo muy distinto.

Sí, yo comparto la precisa apreciación de Piedra en un asunto clave para España: "Al nuevo Papa, por ahora, no se le nota el resquemor pastoral hacia la evangelización española de las Américas, que introdujo la aplicación de los derechos humanos al mundo nuevo y a todas las personas. Tampoco la polarización en la fe, basada en criterios políticos, medioambientales y de progresismo excluyente". No creo que los signos mostrados por el nuevo Papa sean sólo "hebrillas de nada como indigencia de todo", por utilizar una bella metáfora del propio Antonio Piedra; aunque muchos de natural pesimista, entre los que me cuento, ya nos felicitamos por esas hebrillas violetas en el vendaval negro de miserias que soportamos.

Robert Prevost Martínez trae alegría y aire fresco al mundo. La propia elección del nombre León XIV es, en efecto, toda una declaración de intenciones, "una vacuna preventiva", y, sobre todo, una voluntad para continuar la doctrina de León XIII, un Papa especialmente preocupado por España, cuya doctrina en el ámbito político no tuvo especial éxito en nuestro país, como demostró la guerra más cruel del siglo XX, nuestra Guerra Civil. Nadie mejor que la figura de Ángel Herrera Oria, en España, encarnó la doctrina de León XIII para bien y para mal. Los dos bandos enfrentados en la guerra mataron como "conejos" a los seguidores de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP). Los revolucionarios de los dos bandos despreciaban las doctrinas de la ACNP, aunque fueran perseguidas con más encono en el bando soviético… La democracia cristiana siempre tuvo mala prensa en España. Tanta o más que el liberalismo. Son los dos grandes fracasos colectivos de nuestro país. Esas derrotas condujeron al abismo de la Guerra Civil.

Herrera Oria luchó hasta la extenuación por extender en nuestro país el "cristianismo paulino" de León XIII: por un lado, el cristiano debe ser juzgado antes por ser ciudadano que por cristiano; y, por otro lado, el cristiano tiene "el deber de acatar los poderes constituidos ‘de hecho’, aunque estos, en su origen hayan sido ilegítimos". Aceptación, pues, del poder constituido y combatirlo desde dentro, naturalmente, si es injusto. Difícil doctrina. Complejo y grande su contenido. No hay lugar en ella para la rebelión ni para la sedición. Sólo tiene una aspiración "crear" buenos ciudadanos cristianos. He ahí el reto que trae León XIV. Un corte radical con todo los defensores de El derecho de rebeldía. Ni revolución ni sedición. Democracia liberal. ¿Era esto lo que defendía Francisco? ¡Quién lo duda! Quienes no albergan duda alguna sobre el anterior pontificado saben, conocen bien el camino que nos espera. Sangre, sudor y lágrimas para todos, sí, para cristianos y agnósticos de cultura cristiana.

La hoja de ruta revolucionaria, como diría un historiador del catolicismo de nuestra época, ha llegado a su fin, pero el totalitarismo, la "teología negativa", no se rinde fácilmente. El camino está lleno de conflictos, sobresaltos y violencia. Esto no ha hecho nada más que comenzar. Sí, sólo quien tenga aguante, resistencia, o sea, una conciencia moral y política muy desarrollada será capaz de transitar de Francisco a León XIV. El camino no es intransitable, pero sólo es apto para quienes sepan que están jugándose en esta caminata un peregrinaje de la esclavitud a la libertad. O revolución o democracia. O "cristianos por el socialismo" o "ciudadanos cristianos". No hay otra alternativa.

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