La actuación de Pedro Sánchez el pasado viernes en la sede del PSOE, interpretando el papel del dirigente sorprendido en su buena fe, es una de las escenas más vergonzosas que nos ha brindado el sanchismo en los siete años que lleva en el poder. Hasta la imagen demacrada del presidente era impostada, gracias a la utilización de trucos de maquillaje que pretendían adornar con cierto patetismo físico una escena lamentable. Al jefe de Ábalos, Koldo y Cerdán solo le faltó gimotear.
Pero como el propio Sánchez dijo en la moción de censura a Rajoy, en política no basta con pedir perdón; hay que asumir responsabilidades, dimitir y convocar elecciones, tres cosas que él no va a hacer jamás.
Sin embargo, los esfuerzos del sanchismo para librar al presidente de la oleada de corrupción que inunda al Gobierno y su partido van a resultar vanos, porque todos los indicios apuntan a Pedro Sánchez que, por mero sentido común y siguiendo el correlato de los hechos, es imposible que no conociera, como mínimo, las andanzas corruptas de sus compañeros del Peugeot.
Las grabaciones obtenidas por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil reflejan, sin el menor género de dudas, que la cúpula del PSOE conocía ya en 2022 las investigaciones que se estaban llevando a cabo en el entorno político más cercano al presidente del Gobierno. La constatación de un hecho de tal gravedad, sin embargo, no fue obstáculo para que Sánchez recuperara a su amigo Ábalos para las listas valencianas en las elecciones generales de julio de 2023. El propio Santos Cerdán se refiere a estas investigaciones en una conversación con Koldo García, al que pidió perdón por haberse distanciado, dado que le habían llegado noticias de que iba a ser imputado de manera inminente.
Si el núcleo duro del sanchismo sabía que la Guardia Civil estaba acorralando a sus integrantes más conspicuos, ¿Alguien en su sano juicio puede creer que Sánchez no sabía nada al respecto? Claro que lo sabía, él y la cúpula del PSOE, a pesar de lo cual no abrieron ningún expediente disciplinario a los presuntos corruptos ni hicieron nada para denunciarlos ante la Justicia. Es solo cuando estalla todo el escándalo y los medios de comunicación, incluso los más serviles, abren portadas y noticiarios con el informe de la UCO, cuando Sánchez reacciona y convoca una rueda de prensa lacrimógena, convenientemente maquillado para la ocasión.
Las investigaciones están en una fase incipiente. Hay mucho más material que está siendo analizado por las autoridades judiciales, del cual se derivarán nuevas imputaciones. Más pronto que tarde se conocerá la identidad de la X de esta organización criminal, que lleva incrustada en el Gobierno ya 7 años para vergüenza de todos los españoles. Incluidos muchos de los que entregaron su confianza a esta inmundicia.