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50 preguntas y ninguna respuesta. Ni falta que hace

No se construye una mayoría social con odio, miedo y división. Ni se ganan las elecciones a costa de destruir el país. Para eso ya están los vocingleros equidistantes que le hacen el trabajo a la izquierda.

No se construye una mayoría social con odio, miedo y división. Ni se ganan las elecciones a costa de destruir el país. Para eso ya están los vocingleros equidistantes que le hacen el trabajo a la izquierda.
El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante el pleno del Congreso de los Diputados este miércoles. | EFE

"España, España necesita un gobierno decente, este no lo es. España necesita un presidente honrado, este no lo es. Y España necesita un presente y un futuro mejor y lo tendrá". Espero que a esos tertulianos y opinadores "rottenmeller" que no le pasan una al PP y que tienen respuesta y solución para todo, les haya parecido adecuada la intervención del señor Núñez Feijóo en el debate sobre la corrupción socialista. Remató su réplica con ese párrafo que les he copiado y no fue menos contundente al comenzar: " Propuesta: sea usted decente, váyase. Dimita, convoque elecciones y deje hablar a los españoles". Observen la cara de Patxi "Nadie" López cuando Feijóo menciona la entrada en prisión de Rafael Vera y José Barrionuevo (minuto 1'30".Para quien no lo recuerde, o sepa, los amnistió el presidente Aznar). Seis minutos sacudiendo estopa, sin sobreactuación, con contundencia y credibilidad. Parece fácil, pero no lo es, se necesita convicción en lo que se dice.

Hace unos días le pregunté a Carlos Cuesta por qué motivo en las tertulias, cuando se menciona la corrupción sanchista -que es una fase superior de la corrupción socialista-, los comentaristas suelen añadir la coletilla: "anda que si esto lo hace la derecha o un gobierno del PP". No lo entiendo. Es como si anticipasen o cargasen con una culpa que no se les reprocha. Sin embargo, en la izquierda, cuando se les afea algo la contestación suele ser: "seguramente, sí ... Como el resto". O si se critica al líder responden: "Pues anda que Feijóo". Lo más desconcertante es que esto sucede también en las personas de derecha, al menos en las que yo conozco. Es como si hablar bien en público del Partido Popular fuese un tabú. No creo que sea por un exceso de espíritu crítico. No me atrevo a avanzar un motivo. Pero mientras en la izquierda es evidente un comportamiento psicopático (obsérvese al presidente del gobierno), el centroderecha da muestras de un comportamiento un tanto neurótico: baja autoestima y sentimiento de culpa. Resulta un contrasentido que sea uno de izquierdas el que los anime. Y no crean que resulta fácil, se resisten.

Según escribo esta columna he enviado algunos mensajes con el vídeo de la réplica de Feijóo. Me contesta un buen amigo: "A ver si sirve para algo"… Así no vamos a ningún sitio. ¡Pues claro que sirve! Afianza un liderazgo y sirve para que los ciudadanos -sobre todo esos que no son de derecha ni izquierda y algunos llaman de centro, porque existir existe- salgan de la modorra y comprueben que hay alternativa. Otro conocido me envía un mensaje: "Parece que Feijóo se está quitando la careta" ¿La careta? Recuerda a cuando los socialistas le llamaban "bambi" a Zapatero. Un dirigente político que aspira a ser el presidente de todos los españoles no va con careta. Si interviene con dureza es porque cree llegado el momento de hacerlo. Feijóo ha tenido cuatro mayorías absolutas en Galicia, precedidas de una bien ganada reputación como gestor de las principales empresas públicas españolas (INSALUD y Correos). Se hizo cargo de un PP en fase terminal y ganó las elecciones de 2023. Un discurso de división sirve para un desahogo, pero no para avanzar en el consenso social. El presidente del PP no levanta muros, porque su objetivo principal y prioritario debe ser derribar los alzados por la Coalición Negativa de socialistas y comunistas.

No se construye una mayoría social con odio, miedo y división. Ni se ganan las elecciones a costa de destruir el país. Para eso ya están los vocingleros equidistantes que le hacen el trabajo a la izquierda. Lo denunció Isabel Díaz Ayuso en marzo de 2023: "En Vox han decidido que el enemigo soy yo". Hoy el enemigo de Abascal es Feijóo. Como la memoria es selectiva y fugaz, les recuerdo la secuencia: 5 julio de 2024, Vox rompe el acuerdo con Meloni y pasa formar parte del grupo ultra de Orbán en el Parlamento Europeo; a los cuatro días, el 11 de julio, Vox sale de todos los gobiernos autonómicos y retira su apoyo al PP. Sin duda es un socio de fiar para el Gobierno de la Nación.

El Plan Estatal de lucha contra la corrupción anunciado por el presidente del Gobierno es humo. A la vuelta de vacaciones se deben elaborar y aprobar los Presupuestos Generales del Estado prorrogados desde 2023. Vano intento el de Zapatero en Waterloo; ya no dependen solo de Junts. La ministra de Hacienda está a la espera de dimitir "cuando nos aproximemos a la fecha electoral" de las autonómicas andaluzas. "En el contexto actual, con un Pedro Sánchez muy debilitado que parece cerca de su final…", escribía hace unos días el director de La Vanguardia. El presidente está amortizado. El interés de lo que sucedía en el Congreso de los Diputados estaba en Alberto Núñez Feijóo, que es el futuro y hay que ganarlo.

El centroderecha, que comenzó con la UCD y continúa en el PP, es, hoy por hoy, la única alternativa que tenemos los ciudadanos para que nuestro país siga avanzando en derechos, en igualdad y prosperidad. Y lo es, no solo por méritos propios, también porque la izquierda ha renunciado a ello. El PP es modernidad frente a la caspa, el aburrimiento y la censura. Se lo dice uno de izquierdas, háganme caso.

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