Ignoramos si el cada vez más desatado antisemitismo del gobierno español llegará al extremo de vetar la participación de nuestro país en toda competición deportiva donde se permita participar a Israel, tales como el Mundial y la Champions League de Futbol, la Eurobasket y Euroliga de baloncesto, el Giro de Lombardía de Ciclismo, el Mundial de Tokio de Atletismo, los torneos ATP de tenis, el Campeonato de Europa de Voleibol y un largo etcétera donde participan equipos y deportistas judíos. Lo que ya es un hecho infame es que el gobierno social-comunista de Pedro Sánchez ha propuesto este martes la expulsión del Estado judío de todas estas competiciones deportivas, así como la no participación de nuestro país en el Certamen de Eurovisión si sus organizadores no expulsan a Israel, cosa esta última que ha sido rápida y servilmente aprobada por la mayoría de los consejeros afines al gobierno de RTVE escasas horas después de exigirlo el ministro de cultura, Ernest Urtasun
Si tenemos presente que tan deleznable espectáculo se produce escasos días después de que el Gobierno de Sánchez alentara el boicot a la Vuelta Ciclista a España por participar en ella el equipo Israel-Premier Tech, y sólo veinticuatro horas después de que el partido de la vicepresidenta Yolanda Díaz propusiera marcar con un "etiquetado específico "a todos los productos comercializados en España por empresas israelíes, cabe preguntarse cual va a ser el próximo paso del Gobierno. ¿Va a recuperar la "estrella amarilla" con la que los nacionalsocialistas alemanes marcaban a los comercios y ciudadanos judíos? ¿O es que el "etiquetado específico" que propone Sumar va ser más disimulado? ¿Al margen de Eurovisión, va alentar también el gobierno que se vete festivales de música donde participen judíos, tal y como ha sucedido con el Festival de música clásica de Flandes donde se ha vetado al director de la Filarmónica de Múnich por ser israelí?
Lo que es un hecho es que, al equiparar a Israel con la Rusia de Putin, Pedro Sánchez no hace más que evidenciar el antisemitismo que pretende ocultar. Y es que sólo desde el antisemitismo o la desde la ignorancia se puede equiparar la agresión rusa y su ocupación de Ucrania con fines anexionistas con la ocupación israelí de Gaza como respuesta a la masacre terrorista del 7 de octubre. Eso es tanto como equiparar la agresiva ocupación alemana de Polonia en 1939 con la defensiva ocupación aliada de Alemania iniciada en 1944 destinada a acabar con el régimen nazi. Naturalmente que los bombardeos y la ocupación aliada de Alemania causaron muchos daños y muchas víctimas inocentes -muchos más numerosos que los que está causando Israel en su lucha contra Hamas- pero ninguna de las dos cabe denominarlas de "genocidas" y ambas se justifican en la desarticulación de algo tan execrable como el régimen nazi o como una organización terrorista no menos genocida y antisemita como Hamás. Y es que no son los israelíes los que matan a los palestinos por ser palestinos; es Hamás los que mata a los israelíes por ser judíos.
Lo que es evidente es que nada de esto le importa a Pedro Sánchez, como nada le importan los daños que pueda provocar a España con esta especie de apartheid que quiere instaurar en contra de Israel. A este respecto, que nadie se llame a engaño: El retraso en el veto a la importación de armas procedentes de Israel- veto más perjudicial para España que para el Estado judío- se debe más a la incompetencia en la gestión del Ejecutivo español que a la falta de ganas. A Sánchez sencillamente le interesa Israel únicamente como cortina de humo frente a su corrupción y como palanca electoral a causa del rechazo al horror que toda guerra provoca, incluida la que está librando Israel contra el terrorismo genocida de Hamás.

