El escándalo de los dispositivos antimaltrato ha puesto contra las cuerdas a la ministra de Igualdad, Ana Redondo, que sigue defendiendo un sistema defectuoso con graves consecuencias para la seguridad de las víctimas, tal y como han denunciado abogados, fiscales y jueces. Redondo, además, incurre en una seria contradicción en su defensa del modelo de gestión de las pulseras instaurado por su antecesora en el cargo, la podemita Irene Montero, puesto que, si funciona correctamente, ¿por qué anuncia la próxima licitación de un nuevo contrato?
La ministra de Igualdad insistía ayer en que "las pulseras funcionan, el dispositivo Cometa siempre ha funcionado y sigue funcionando correctamente, salva vidas a diario y está en conexión inmediata con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (…)", una afirmación que contradicen con pruebas jueces, fiscales y policías, tal y como recogen tanto la memoria anual de la Fiscalía General del Estado como los informes del Consejo General del Poder Judicial. El órgano de los jueces, de hecho, advirtió por escrito al ministerio de Igualdad del fiasco de las pulseras en dos ocasiones a comienzos de este año. El departamento de Ana Redondo no hizo nada en todo este tiempo para solucionar este grave problema y solo ha salido a la palestra a defender lo indefendible y anunciar mejoras cuando el escándalo ha saltado a las portadas de los medios de comunicación.
Como cada vez que se produce un escándalo, el PSOE y el Gobierno han salido en tromba para denunciar que son víctimas de bulos mediáticos alentados por la ultraderecha, concepto político en el que la izquierda radical sanchista engloba a Vox y el PP. Pero los hechos son contundentes y ninguna campaña de desinformación estatal va a cambiar la realidad, por mucho que se empeñen la ministra de Igualdad o la vicepresidenta Yolanda Díaz. Esta última, en un nuevo alarde del sectarismo naíf al que nos tiene acostumbrados, ha despachado el asunto sugiriendo que se podría hacer "una pequeña investigación", un argumento que supone un menosprecio añadido a las víctimas de este estropicio.
Se trata, como siempre, de escurrir el bulto incluso en un asunto como el de la violencia doméstica que, como ha recordado Sánchez en numerosas ocasiones, es el más importante para "el Gobierno más feminista de la historia". Pero la realidad es tozuda y la sociedad está harta de la incompetencia abrumadora de un Gobierno que estropea todo lo que toca, y cuya visión de la defensa de la mujer es fomentar los chiringuitos subvencionados y acusar de maltratadores a todos los hombres, mientras deja en libertad a los que atacan a las mujeres de verdad.

