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Catalanismo y racismo

Contraponer catalanismo a racismo viene siendo lo mismo que pretender que existe una incompatibilidad radical entre el pensamiento socialista y el ideal de la igualdad económica

Contraponer catalanismo a racismo viene siendo lo mismo que pretender que existe una incompatibilidad radical entre el pensamiento socialista y el ideal de la igualdad económica
Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll | Europa Press

A raíz del rechazo numantino de Podemos a que el Gobierno del PSOE en Madrid transfiera sus competencias sobre inmigración al Gobierno del PSOE en Barcelona, chorradita ingeniada por Pablo Iglesias a fin de marcar distancias con el resto de las vísceras de Frankenstein, se ha abierto un interesante debate filosófico a propósito de los vínculos entre el catalanismo y el racismo. Como supongo que el lector está informado, se trata de una disputa intelectual en la que el líder en la sombra de Podemos ha tildado de "racista" – y con razón – al prólogo que incluye el texto justificativo de la propuesta. Una crítica, esta, que ha merecido la réplica más indignada y descalificante que quepa imaginar en el País Petit. Así, desde Junts no ha dudado en calificar de "anticatalanista" el aserto.

Huelga decir que, como no podría ser de otro modo, en Podemos han encajado el golpe con dolor. De ahí que varios de sus dirigentes más notorios se hayan apresurado a desmentir el contenido de la diatriba de Turull; lo cual, en fin, demostraría que, tanto en Madrid como en Barcelona, hay ahora mismo graves lagunas de conocimiento histórico sobre la naturaleza doctrinal del catalanismo. Aunque yo me temo mucho que esa profunda burricie teórica resulta ser solo unidireccional, pues gente como el patriota Turull lleva toda la vida demostrando que sabe muy bien de qué va la parte subterránea del catalanismo, la que no se puede confesar en público.

Y es que contraponer catalanismo a racismo, qué quieren que les diga, viene siendo lo mismo que pretender que existe una incompatibilidad radical entre el pensamiento socialista y el ideal de la igualdad económica, o que el libre mercado resulta un principio económico incompatible con el liberalismo. Cualquier ciudadano de Cataluña – yo mismo lo soy – sabe que los separatistas llevan razón en su propósito de poner coto al notorio deterioro que está causando la inmigración incontrolada a la calidad de vida de los locales. Pero ahora, desde que apareció Orriols, son ya incapaces de disimular. Mira que era difícil escandalizar a su tonto útil del 1 de Octubre.

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