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Los errores del discurso del Rey ante la ONU

Sánchez corrompe lo que toca o se le acerca. Y nada lo prueba como el último caso de utilización de los ejércitos como servicio de seguridad particular.

Sánchez corrompe lo que toca o se le acerca. Y nada lo prueba como el último caso de utilización de los ejércitos como servicio de seguridad particular.
Felipe VI durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU. | Cordon Press/Anthony Behar/Sipa USA)

Vaya por delante que, a mi juicio, los diez años de reinado de Felipe VI son extraordinarios, que el Rey ha actuado de forma irreprochable en los momentos más difíciles de esta década aciaga, desde el Golpe de Estado de 2017 al barro de Paiporta, y que el trabajo de preparación de la Princesa de Asturias para la sucesión en el trono, me parece excelente, y a veces, como su primer acto como Princesa de Viana, heroico de puro melancólico. Pero precisamente por el valor del Rey y la Corona ante el futuro oscurísimo de nuestra nación, es obligado explicar los motivos que nos llevan a disentir de unos discursos que, aunque forzados por el Gobierno de Sánchez, ha pronunciado el Rey, en desdoro, en mi opinión, de su figura y su cargo.

El "palestinismo electoral" de los políticos occidentales

Si el Rey no ha llamado genocidio en la ONU a la guerra de Israel contra Hamas es, en primer lugar, porque no lo es, y, en segundo lugar, para evitar aparecer como escudero de un Gobierno corrupto y delirantemente antisemita, que encuentra en el "palestinismo electoral" (Manuel Valls) una forma de tapar los problemas que el déspota de la Moncloa, su familia, su partido y su Gobierno tienen con los Códigos Penal, Civil y Mercantil. Por desgracia, la literalidad del discurso es disparatadamente sanchista, y en la forma y el contenido no parecen de Zarzuela sino del siniestro Albares.

Veamos algunas frases que la prensa sanchista por excelencia, léase excremencia subraya del discurso real ante la ONU, ese monumento a la corrupción y la ineficacia, véase Ruanda. El País elige este párrafo digno de Barbie Gaza o Pedro Sánchez:

"No podemos guardar silencio, ni mirar hacia otro lado ante la devastación, los bombardeos, incluso de hospitales, escuelas o lugares de refugio; ante tantas muertes entre la población civil; o ante la hambruna y el desplazamiento forzoso de cientos de miles de personas..., ¿con qué destino? Son actos aberrantes que están en las antípodas de todo lo que este foro representa. Repugnan a la conciencia humana y avergüenzan al conjunto de la comunidad internacional".

Es sabido, pero en el discurso se olvida, que los violadores y asesinos de Hamás, ante los que no se ha movilizado ni la décima parte de medios y políticos occidentales que contra Israel, siempre han colocado sus arsenales bajo hospitales y escuelas, que la supuesta hambruna es obra de Hamás, que ha acaparado por completo la ingente ayuda para mejorar la vida en Gaza, empleada en crear 500 kilómetros de túneles, al modo del Vietcong, para provocar la derrota política, no militar, de Israel, como pasó con los USA. Es involuntariamente cómico, pero maldita la gracia que tiene en boca del Rey, los "actos aberrantes que están en las antípodas de lo que este foro representa". ¿Qué representa la ONU? ¿El foro donde el Che habló pistola al cinto? ¿El terrorista y corrupto Arafat con la pistola y la ramita de olivo, que se largó cuando iba a firmar la paz y los dos estados en Camp David? ¿El que no interpuso los cascos azules para evitar el genocidio en Ruanda? 800.000 muertos. ¿Y quién debía ordenarlo? Koffi Annan. ¿Cómo se le castigó por su criminal desidia? Haciéndole Secretario General de la ONU.

Totalmente fuera del estilo del Rey, con trémolos dignos de los Goya, es lo de que esos actos "repugnan a la conciencia humana y avergüenzan al conjunto de la comunidad internacional". ¿A cuál? ¿A la de China, Rusia, Irán, Corea del Norte o Venezuela? ¿A la saudí, catarí o yemení? La gran mayoría de los países de la ONU son dictaduras corruptas y asesinas. Una cosa es no escupir en el plato del anfitrión y otra alabar el plato de bosta.

Y si el Rey evitó el terminacho "genocidio" también podría haberse ahorrado la pregunta retórica sobre "el desplazamiento forzoso de cientos de miles de personas, ¿con qué destino?" La respuesta, evidente, era que querían evitar muertes en la población civil, y el destino normal debía ser Egipto, país que los reyes visitaron antes del esperpento antisemita de la ONU, y que mantiene cerrada su frontera con Gaza a cal y canto. Y no será por falta de sitio en el Sinaí, que Israel devolvió a Egipto tras derrotarlo en la Guerra de los Seis Días, como antaño Sharon devolvió la Franja de Gaza. ¿Quién quiere la paz como Israel? ¿Quién la impide sino los países árabes?

La condescendencia ante los judíos

Hay dos párrafos del discurso subrayados por el pasquín sanchista de una condescendencia insultante para los judíos y analfabeta sobre España:

"España es un pueblo profundamente orgulloso de sus raíces sefardíes. Cuando hablamos al pueblo de Israel, estamos hablando a un pueblo de hermanos. Por eso nos duele tanto, nos cuesta tanto comprender lo que el Gobierno israelí está haciendo en la Franja de Gaza. Por eso clamamos, imploramos, exigimos: detengan ya esta masacre", (…) "No más muertes en nombre de un pueblo tan sabio y tan antiguo, que tanto ha sufrido a lo largo de la historia. Condenamos rotundamente el execrable terrorismo de Hamás, pero con la misma firmeza, demandamos que el Gobierno de Israel aplique sin reservas el derecho internacional humanitario en toda Gaza y Cisjordania".

Si ridículo es ese "clamamos, imploramos, exigimos", porque si imploras no exiges y si exiges no imploras, lo de las "raíces sefardíes" nos muestra al analfabeto Albares en toda su extensión. Será Israel el que tiene raíces españolas, porque Sefarad es el nombre que dan los judíos a España, pero cuando ellos aparecen fehacientemente en la historia de España, hacia el siglo II d.C. en Elvira (Granada) ya estaba formada la Hispania romana y cristiana, recuperada tras la Reconquista y expulsión del islamismo invasor. Las raíces, salvo para zotes diplomáticos, están antes, no después del árbol.

Peor es condenar "con la misma firmeza" el "execrable terrorismo de Hamas" y que Israel no aplique "sin reservas, el derecho internacional humanitario en toda Gaza y Cisjordania" y que para España sean iguales, y requieran "la misma firmeza", la masacre de civiles del 7 de octubre de 2024, y la guerra de Israel contra esos violadores y asesinos para recuperar los rehenes, vivos o muertos, que secuestraron los criminales de Hamas. Lo del "derecho humanitario internacional" es novedad del gramático Albares. Existía el "Derecho de gentes", de origen español, para las guerras clásicas y los ejércitos clásicos, difícilmente puede regir para las "guerras híbridas".

Es irritante y típico del sanchismo, la condescendencia del discurso con los judíos, a los que se recuerda lo que históricamente nos deben, como si salvar judíos del genocidio, este sí real, fuera un mérito a cobrar después. Pero hay algo todavía más grave por ser militar nuestro Rey, y es la forma de tratar al ejército de Israel, tantas veces heroico y constitucional, como si aceptara órdenes de masacrar civiles o si el Gobierno israelí las pudiera dar.

Porque no son civiles israelíes los que actúan en Gaza, es el ejército de Israel, siempre obedeciendo jerárquicamente a un Gobierno legítimo, el que trata de acabar, a riesgo de su vida, con los violadores y asesinos de Hamas, y de rescatar a los rehenes secuestrados, torturados y aún cautivos. ¿Es igual ese ejército que los salvajes de Hamas? ¿A cuántas gazatíes han violado los militares judíos y publicado su hazaña en las redes? A ninguna. ¿Y se les puede insultar tratándolos al mismo nivel que a esa gentuza? Eso puede hacerlo Sánchez y su corte, nunca un militar como el Rey, que ha acompañado a menudo a los sodados ucranianos que entrenan en Madrid.

La fragata antisemita y el abuso del Ejército

El Rey no se presenta a las elecciones. Y esa ventaja debería evitarle el "palestinismo electoral". Su popularidad no se forja por la atención a las agendas políticas, en este caso la gran manipulación contra Occidente, cuyo alfil en el Cercano Oriente es Israel, sino en la cercanía a los problemas de su pueblo, como en Valencia. Y precisamente allí se demostró que Sánchez es y será siempre enemigo de que las Fuerzas Armadas ayuden a un pueblo abandonado por los políticos. Ahí actuó muy bien el Rey. En esta ocasión, no. ¿De qué sirve discursear sobre el pueblo "hermano" de Israel, si al día siguiente se boicotea y humilla a Netanyahu, como en la ONU a Trump? ¿Qué papel cumple la Corona, el de legitimar las gamberradas de Sánchez?

Sánchez corrompe lo que toca o se le acerca. Y nada lo prueba como el último caso de utilización de los ejércitos como servicio de seguridad particular, y que debería invitar a la máxima prudencia de la Corona antes de acercarse demasiado a Sánchez. Y es el envío del barco Furor como escolta de la flotilla antisemita de Greta, Colau y Barbie Gaza, la portavoz islámica que oculta las represalias a los gays y dice que las violaciones de Hamas son "un bulo". A esa gentuza le pone escolta militar el Gobierno que niega tajantemente que apoye a una Guardia Civil desbordada en la lucha contra la inmigración ilegal y contra el narcotráfico en el Estrecho. El Almirantazgo de bolsillo ascendido por Sánchez puede decir que la Armada está para ayudar a los cayucos. Demagogia que se debe prohibir la Corona.

Para finalizar esta crítica, que ojalá no hubiera tenido que hacer, el Rey no puede olvidar que España vive un golpe de Estado que encabeza el propio presidente del Gobierno, para tapar sus delitos y sus pocos votos. La tentación diplomática –lástima no tener los audios de Albares y Villarino– es casi inevitable. Pero un poder legítimo nunca debe negociar con golpistas, ni en Barcelona, ni en Madrid, ni en la ONU, ni en Gaza, ni en Jerusalén.

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