
Que sepamos, Francisco Franco, llevará 50 años muertos el próximo 20 de noviembre, día y mes en que también fue ejecutado José Antonio Primo de Rivera en 1936. Tan escandaloso fue esto último que Zenobia Camprubí, esposa del poeta Juan Ramón Jiménez, ha contado que desaparecía para no saludar a su primo, Federico Enjuto, íntimo de Indalecio Prieto y juez instructor del proceso al líder de Falange, una pantomima.[i]
Juan Ramón tampoco era insensible a ciertas barbaridades cometidas en nombre de la República. La propia Zenobia, en sus Diarios, relata cómo el poeta se negaba a darle la mano a Segundo Serrano Poncela, a quien todos atribuían una alta responsabilidad en los asesinatos de miles de personas de la derecha española en Paracuellos del Jarama y otras localidades. Decía que no había abandonado su país "para acabar dando la mano a un asesino".
Día de Difuntos de 2025. A pocas fechas de cumplirse los 50 años de la muerte de Franco, en la cama, no se olvide, tras una dictadura de 36 años, el gobierno socialista de Pedro Sánchez sigue empeñado en su magna tarea de promover la resurrección del general que ganó la Guerra Civil, una guerra civil que había deseado y proclamado no una, sino muchas veces, Francisco Largo Caballero.
Pero como en el caso de las calles y monumentos, sólo hay que prohibir, derribar y cancelar las que tienen como objeto de exaltación a Franco. Ahí sigue el monumento a Largo Caballero en los Nuevos Ministerios de Madrid y ahí sigue la Fundación Largo Caballero, vinculada a UGT. Pero, ¿hay quien exima, y es un ejemplo de los muchos que hay, a Largo Caballero de la responsabilidad de haber conducido a España a una Guerra Civil?
Ahora, tras el desenterramiento de Franco del Valle de los Caídos, le toca el turno de cancelación a la Fundación Francisco Franco. "Fulminación", se escribe en el diario El País. Sus fines incumplen, dice el gobierno, la Ley de Memoria Democrática inspirada por Pedro Sánchez. E incumple la legislación sobre fundaciones porque no persigue el interés general, hace apología del franquismo y "humilla la dignidad de las víctimas". Ah, y se beneficia fiscalmente obligando a los demás españoles a "pagar estas actividades antidemocráticas."
O sea, que, sigo con el ejemplo, la Fundación Largo Caballero, erigida en nombre de aquel que decía que buscaba la sovietización de España y la dictadura socialista sobre la nación[ii], seguirá legalmente reconocida y gubernamentalmente ayudada, pero la Fundación Francisco Franco, no. Es más, hay que fulminarla, extinguirla, destruirla.
Vamos que en España se puede ser socialista, comunista, separatista e incluso etarra, ex etarra o proetarra – y ninguno de ellos es defensor sincero de una democracia liberal y todos ellos tienen numerosas víctimas españolas sobre sus espaldas históricas -, y sus fundaciones, asociaciones o lo que sea, no serán fulminadas ni extinguidas. Pero, ah, amigo, si eres miembro de esta fundación franquista, mal lo llevas.
Hace unos años ya – en ¡2008!, fíjense cómo pasa el tiempo, escribía yo en este mismo periódico: "Faltaba tildar de extrema derecha a quienes consideramos impropio que un gobierno con una minoría exigua que le hace apoyarse en partidos nacionalistas se atreva, sin contar con los que representan al menos a la otra mitad de España, a desarrollar una reforma constitucional sin talante, ni diálogo, ni nada. Faltaba tildar de extrema derecha a los que creemos firmemente que no se debe dialogar políticamente con una organización terrorista. Faltaba tildar de extrema derecha a los que defendemos a las víctimas del terrorismo. Faltaba tildar de extrema derecha a los que creemos más en la reconciliación que en una "memoria histórica" de parte."
Y concluía: "Si esto es ser de extrema derecha, pues vale. Soy de extrema derecha." Pues ahora, seré franquista, porque no logro entender cómo la Fundación Francisco Franco debe ser fulminada mientras que la Fundación Largo Caballero recibe ayudas del gobierno, siendo como fue su titular de origen uno de los responsables de conducir conscientemente a España a una guerra civil.
Y no logro comprender cómo la Fundación Iratzar, afín a Bildu, otro ejemplo, sigue recibiendo ayudas del ministerio de Ernest Urtasun del gobierno de Pedro Sánchez. Pero, ¿acaso no es Bildu el disfraz político-legal bajo el que se esconde todo un conjunto de simpatizantes, de ex terroristas y de amigos de ETA, sí, esa organización terrorista que asesinó a 853 españoles? Con Bildu sí se puede cogobernar y se puede regar de dinero a sus fundaciones y sociedades afines. Pero, claro, a la de los amigos y simpatizantes de Franco hay que fulminarla.
O sea, que si ya me resigné a que me tildaran como individuo de extrema derecha, ahora me resignaré a que me tilden de franquista por decir en voz alta que es moralmente asqueroso que una democracia medio sana consienta extinguir y fulminar a una Fundación franquista mientras se nutre y riega de dinero a otras que ensalzan a personajes y organizaciones que no tuvieron nada de democráticos. Sí, es asqueroso, vergonzoso y espero que anticonstitucional.
Lo dicho. 50 años después, los que perdieron la guerra civil que contribuyeron a desencadenar, contribuyen ahora, no al entierro definitivo de Francisco Franco, sino a su resurrección. La hemiplejía moral de este gobierno lleva camino de ser insuperable. No se me quita de encima la visión de aquel Día de Difuntos de 1836 de Larra. Además de la media España que yacía muerta de la otra media, en demasiados corazones españoles yace también la esperanza.
[i] "No me puedo olvidar de que sentenció a P. R. (Primo de Rivera), y aunque sólo Dios sabe lo que uno haría si lo presionaran mucho, me desaparecí para no tener que darle la mano. No sé cómo pudo hacerlo y algún día tendré que verlo", se lee en sus Diarios, 1, Cuba.
[ii] Véanse, otro ejemplo, sus declaraciones al diario neoyorquino La Prensa el 21 de febrero de 1936.
