
La confianza en los medios públicos de información e instrucción es un pilar de la democracia liberal, que se basa en un mínimo conocimiento común y una educación básica de modo que no puedan prosperar los demagogos y los trileros. Pero las radiotelevisiones públicas atraviesan una crisis de credibilidad que es uno de los factores del crecimiento de los regímenes autoritarios. Un ejemplo paradigmático de degeneración de estas instituciones es RTVE. Lo que debería ser un modelo de bien común comunicativo se ha convertido en una caverna platónica de simulacros y bulos a cuyo lado TikTok es la Academia de Platón. Bajo la dirección de José Pablo López, un doméstico de Pedro Sánchez, la cúpula de la corporación pública ha permitido —y en muchos casos fomentado— un sesgo ideológico evidente, alineado con los intereses del gobierno del PSOE. Dos episodios recientes ilustran esta deriva: una entrevista de Xabier Fortes al historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui, que pretendía avalar la Leyenda Negra antiespañola, y el ejemplo estupefaciente de la BBC, donde el director general ha dimitido por manipular información de manera similar a como RTVE lo hace de forma habitual en sus programas de opinión progubernamentales. Hace falta entrar en RTVE como Hércules en los establos del rey Augías para hacer una limpieza ética y política que restaure los valores fundamentales del periodismo: la imparcialidad, la defensa de la verdad y una información que contrarreste a los intereses espurios y la ideología putrefacta de los poderes fácticos.
Hace unos días, el programa Al rojo vivo de La Sexta —no, esperen, en realidad fue en el espacio de RTVE conducido por Fortes— se convirtió en el escenario de un intento flagrante de deslegitimar la historia de España. Fortes –a rebufo del ministro de Exteriores Albares que ha vendido servilmente la legitimidad de la historia española a la populista azteca Sheinbaum, esa caníbal epistemológica que devora verdades incómodas como Moctezuma devoraba corazones palpitantes–, entrevistó al escritor e historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui. Lo que debería haber sido un debate equilibrado sobre el descubrimiento de América derivó en una emboscada televisiva contra el pasado español. Pero Zunzunegui, un intelectual, no se dejó embaucar por Fortes, un trilero, que con preguntas cargadas de prejuicios buscó validar la "Leyenda Negra" —esa campaña propagandística del siglo XVI, impulsada por rivales europeos como Inglaterra y Holanda, que caricaturiza a España como un imperio de barbarie, oscurantismo y fanatismo—.
El demagogo Fortes insinuó temas como la supuesta "esclavitud indígena masiva" o la "conquista sangrienta" de México, pretendiendo extraer acusaciones antiespañolas del invitado por un supuesto "genocidio" imperialista y colonialista. Hay que matizar que la actual plana mayor del PSOE se encuentra a años luz de socialistas españoles sin complejos pero con ética como Indalecio Prieto, que lo primero que hizo cuando llegó exiliado a México fue buscar la tumba "desaparecida" de Hernán Cortés y reivindicar su buen nombre. En la estela de Prieto, Zunzunegui, lejos de complacer al anfitrión, desmontó punto por punto los mitos negrolegendarios con rigor histórico. "La conquista de México no existió como tal; fue una alianza entre pueblos indígenas contra los aztecas, y España sacó a México de la Edad de Piedra", afirmó el historiador, recordando que Isabel la Católica prohibió la esclavitud de los indígenas en las Leyes de Burgos de 1512, mucho antes que otros imperios europeos.
La réplica de Zunzunegui debería ser usada por los profesores de Historia como torpedo conceptual contra la Leyenda Negra que ahora recoge la extrema izquierda "decolonialista". Fortes, con su sesgo evidente y su clamorosa sumisión, utilizó la plataforma pública para promover una visión antiespañola que no solo distorsiona la historia sino que fomenta el autoodio nacional. RTVE se convierte así en un altavoz de narrativas antiespañolas, ignorando el contexto de alianzas indígenas y avances civilizatorios que historiadores como Zunzunegui destacan. Lo de Fortes no es periodismo, es propaganda. Y la responsabilidad recae en la cúpula que permite que figuras como Fortes —primus inter pares de una secta a la que pagamos entre todos en programas afines, de Javier Ruiz a Gonzalo Miró pasando por Intxaurrondo y Flitch— operen siguiendo la agenda del Ejecutivo.
Mientras RTVE se regodea en sesgos históricos, en Europa se aplican estándares éticos que aquí parecen un lujo. Tim Davie, director general de la BBC, y Deborah Turness, jefa de noticias, presentaron su dimisión tras un escándalo de manipulación informativa en el programa Panorama. El documental editó un discurso de Donald Trump para hacerlo parecer un incitador directo a la violencia, sesgándolo para ajustarlo a una narrativa anti-Trump. La edición fraudulenta provocó una avalancha de críticas, una amenaza de demanda por 1.000 millones de dólares del propio Trump y, sobre todo, la asunción de responsabilidad por parte de la cúpula británica. Davie no dudó en admitir "errores" y asumir "la máxima responsabilidad", priorizando la integridad de la cadena pública sobre su permanencia en el cargo. Porque asumir la responsabilidad implica dimitir, por mucho que Pedro Sánchez cuanto más admite la responsabilidad más se enrosca en la poltrona de la Moncloa.
¿Qué diferencia a la BBC de RTVE? En el Reino Unido y en la BBC la manipulación también está a la orden del día, como ocurre urbi et orbi con, por ejemplo, la narrativa antijudía y pro Hamás. Pero casos flagrantes conllevan dimisiones inmediatas. En España, Sánchez muestra el camino de corrupción a seguir, de la Fiscalía al CIS pasando, claro, por los paniaguados de RTVE: no dimitir jamás, transformando en vicio la virtuosa resistencia numantina. Los programas de opinión, los informativos e incluso los programas supuestamente de entretenimiento, como Broncano y Giró, se alinean sistemáticamente con Pedro Sánchez: desde minimizar escándalos como el caso Koldo o el Begoña Gómez, hasta amplificar narrativas favorables al Gobierno en temas como la amnistía o la reforma judicial.
Imaginemos si en RTVE se aplicaran los estándares británicos. No quedarían ni los cámaras. Pero la cúpula protege este ambiente tóxico de parcialidad en el que reciben a Sánchez bajo palio y convierten el argumentario del PSOE en la línea editorial de la cadena pública, aunque privatizada encubiertamente para estar bajo el designio del ministro de propaganda de Sánchez que cobra como presidente de RTVE.
La dimisión de la cúpula de RTVE —empezando por José Pablo López y extendiéndose a los directores de contenidos como Fortes— no es una opción; es una necesidad. Tolerar la apología de la Leyenda Negra erosiona nuestra identidad histórica, mientras que la manipulación sistemática en programas afines a Sánchez destruye la confianza pública. La BBC nos enseña que la ética periodística exige consecuencias, no excusas. Necesitamos reivindicar la figura de Hernán Cortés como liberador de pueblos respecto a una horda de caníbales totalitarios aztecas también porque necesitamos un modelo para un libertador periodístico que terminé con la tribu de manipuladores propagandísticos socialistas. Sesgo ideológico, manipulación sistemática, servilismo partidista, odio a España. El caso Fortes es paradigmático del callejón sin salida al que Pedro Sánchez ha conducido a nuestras instituciones democráticas, cada vez más cerca de degenerar sin remedio en un México bis: una dictadura invisible, putrefacta, perfecta.
