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Agapito Maestre

Danza de la muerte

El periódico de Prisa es, desde hace décadas, un vulgar periódico del régimen político impulsado por el PSOE, que dista mucho de ser un sistema democrático.

Decía hoy, miércoles 6 de mayo, el periódico del Ibex 35 que el estado de alarma tiene que ser prorrogado, porque lo contrario provocaría en el sistema constitucional un nuevo destrozo que sumar a los muchos que ya tiene en su haber. Falso. El estado de alarma en manos de este Gobierno es la mejor manera para destrozar no sólo la Constitución sino el entero sistema democrático. Una vez más, El País ha demostrado que es el periódico más ideológico de España. Su información es sesgada y mala. Su opinión es legitimadora de todas las tropelías de Sánchez e Iglesias. Y, sobre todo, actúa como un rígido militante del partido del Gobierno.

El periódico de Prisa es, desde hace décadas, un vulgar periódico del régimen político impulsado por el PSOE, que dista mucho de ser un sistema democrático. El País es, como los periódicos del viejo orden político, prensa de partido. Aunque, para añadirle un poco de morbo y contradicción a la situación económica de esta antigualla ideológica, es un periódico mantenido por quienes tratan de confundir y mezclar toda la compleja y rica variedad humana. Es un periódico plebeyo. Vengativo. Quizá por eso recibe tan pocas críticas públicas. Jamás tratará a los seres humanos como diferentes. Ni siquiera se molesta cuando los diversos son tratados como iguales. Este periódico está en las antípodas del pensamiento de Ortega y Gasset. Hoy por hoy, quizá sea el periódico que mejor representa a esa terrible ideología que procura, por todos los medios a su alcance, no diferenciar entre Estado y sociedad. Sus colaboradores saben bien de lo que hablo, pero tragan. Callan, porque no tienen instinto de responsabilidad, o sea conciencia.

Este órgano de comunicación se ha convertido en la fuente principal de legitimación del Gobierno de Sánchez-Iglesias. Yo lo leo todos los días con verdadero pavor, pero no abandono su lectura. Persisto. A veces parece una novela mala por entregas. Creo que es la mejor manera de enterarse de la deriva totalitaria del Gobierno y, por supuesto, de sus élites sociales. Los egos de sus columnistas literarios compiten en cochambre con los de sus columnistas políticos. La mayoría de sus colaboradores están al margen de lo real. O mejor dicho, tratan de no escribir sobre lo que molesta al poder, cuando no desprestigian a la Oposición. El viernes pasado, por poner un ejemplo, el señor M. Reverte escribía que las caceroladas contra Sánchez-Iglesias eran fenómenos marginales de los "fascistas del barrio de Salamanca". No me detendré un instante en desmontar esa mentira.

Pero son sus editoriales, generalmente bastos y burdos, la quintaesencia de la doblez y la mentira para legitimar las burradas de la izquierdona totalitaria. A veces escriben alguno más fino, como el del domingo, 3 de mayo, titulado "Danza temeraria"; aunque pronto muestran su patita ideológica, su afán autoritario para marcar la línea de actuación de su Gobierno. Además, hacen ostentación para que su patético discurso se convierta en la narrativa del PSOE, o peor, del Gobierno de España. Bajo el pretexto de mediar entre los reproches mutuos del PSOE y el PP, emerge una crítica a la Comunidad de Madrid en general, y a su presidenta en particular, más propia del nuevo agente social, creado por los partidos totalitarios, el militante, que de un periódico creador de opinión pública-política. Dice el sedicente "periódico global" que "basta también de una oposición que, como la del Partido Popular, reclama con soberbia el monopolio de la eficacia, no porque la demuestre allí donde tiene ocasión, como es el caso de la Comunidad de Madrid y su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, sino porque lo que le sobra es, precisamente, soberbia". ¡Soberbia! De eso rebosa este periódico.

Sin embargo, mal muy mal tienen que estar las cosas en el periódico del Ibex 35 cuando al final del editorial osa lanzar una observación a un Gobierno que trata de mantenerse en el poder solo con agitación contra la Oposición y la Propaganda pagada a sus medios de comunicación: "Gracias a la estrategia de ofrecer pactos para en realidad no alcanzar ninguno, sacrificando el interés general, el ceremonial propagandístico se está convirtiendo en una danza temeraria". Más que temeraria, yo diría que es la danza de la muerte para ocultar no sólo su catastrófica gestión de la epidemia de la covid-19, sino para utilizar esta crisis pro domo sua. Sí, este Gobierno está llevando a cabo una serie de transformaciones de carácter totalitario con la utilización torticera de todos los aparatos del Estado.

El uso abusivo de la ley de estado de alarma por parte de este Ejecutivo pasará a los anales de la historia de España como paradigma de destrucción de las bases de un Estado democrático… En fin, todavía está por ver que este periódico haya levantado la voz para decir de verdad: "Basta. Ustedes, señores del Gobierno de España, están destruyendo las bases de la democracia". Entonces, ¿por qué El País levantó, el domingo pasado, su cínica vocecita contra este Gobierno? Seguramente, porque recibe poca soldada de Sánchez-Iglesias, o peor, porque alguien, aún más poderoso que los del Ibex 35, trata de sustituir a este periódico como intelectual orgánico, vulgar militante en la jerga totalitaria, del proyecto populista de este Gobierno.

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