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Agapito Maestre

Limitación de mandatos

Todo sistema político de carácter democrático está en vilo. Tiene que legitimarse permanentemente.

La limitación mandatos exige educación política, que se puede ejercer por la pedagogía o por la vía del ejemplo; Aznar ha sido el único presidente del Gobierno de España que lo hizo por los dos caminos: explicó por qué era mejor limitarse a dos mandatos en el poder y, además, lo llevó a cabo. Después, todo han sido declaraciones y propuestas que está por ver su viabilidad. El lunes pasado, el presidente del Gobierno no ha descartado presentarse a unas nuevas elecciones, que ya serían las cuartas desde que está en el Gobierno. Los dirigentes de Ciudadanos se han mosqueado, por decirlo suavemente, porque Rajoy firmó un pacto con Rivera que fijaba claramente una limitación de mandatos. O sea si Rajoy se presentara a unas próximas elecciones estaría incumpliendo claramente una parte del acuerdo.

Sin embargo, los de Ciudadanos solo han hecho alguna objeción con la boca pequeña a las declaraciones de Rajoy, y han postergando el asunto para después de las vacaciones. Allá Ciudadanos con sus políticas, pero se equivocan si no lo plantean ya y con la seriedad que merece el asunto. De entrada, un dirigente del PP ha tomado la iniciativa sobre este pacto. Sí, Feijóo, presidente del Gobierno de Galicia, ha hecho una acusación a Ciudadanos de "atacar los derechos civiles" por exigir limitación de mandatos de Rajoy. Quizá sea un brindis al sol la declaración de Feijóo, o peor, una táctica para ocultar que él sería la persona mejor situada para sustituir a Rajoy como cabeza de cartel del PP. Da igual el motivo de su declaración, porque lo importante es lo que está planteando de fondo, a saber, si cambiaran las condiciones que condujeron al pacto, entonces sería legítimo darlo por finalizado. Al rebus sic stantibus, principal suposición por la que sigue rigiéndose la justicia, es decir, en un contrato, la obligación subsiste mientras las circunstancias originales permanezcan, se opondría la política, la lucha legítima por conquistar y mantener el poder; en pocas palabras, la lógica política nada tendría que ver con la lógica jurídica.

Y quizá no le falte razón a Feijóo, ¿o existe alguien que se atreva a decir que, cuando acabe esta legislatura, nada habrá cambiado respecto a la actual?, ¿quién es capaz de predecir que los resultados electorales serían más o menos como los actuales, o sea, que otra vez los de Ciudadanos tuvieran que prestar su apoyo a Rajoy? Nadie se atrevería a hacer ese tipo de conjeturas. Por lo tanto, Rajoy puede, pues, cumplir o no el compromiso suscrito con Ciudadanos sin que tenga mayores repercusiones en la próxima contienda electoral. Claro que siempre se podrá acusar al PP de inmoralidad, o gente poco de fiar para hacer política con ellos, pero muchos otros podrían acusar de ingenuidad, por no decir algo peor, a los de Ciudadanos. La política, como casi todo en la vida, es continuo cambio, mutación perpetua; las cosas humanas, sí, son históricas y no circunscritas a la fórmula rebus sic stantibus.

Por lo tanto, mucho me temo que el debate sobre la legitimación de mandatos se quede en nada, o peor, mera retórica si no es planteado con inteligencia y contundencia por los dirigentes de Ciudadanos. Por cierto, los tiempos en política son tan importantes como los contenidos, por eso, precisamente, no entiendo por qué esperar a septiembre a plantear el debate de la limitación de mandatos. Si ha sido ahora cuando el presidente del Gobierno ha dicho que quizá se presente a los próximos comicios, también debería ser ahora y a bombo y platillo, o sea, con Rivera a la cabeza quien le dijese a Rajoy: "Usted, señor, incumple lo pactado".

Todo sistema político de carácter democrático está en vilo. Tiene que legitimarse permanentemente. Por eso, sin duda alguna, cambian las coaliciones entre los partidos. La indeterminación es la regla clave de la democracia, pero eso no debería significar que los acuerdos firmados entre dos partidos están hechos para no cumplirse. Eso no es democracia sino cambalache. Sencillamente, para que los españoles distingamos entre chanchullo y democracia, entre líos y genuinos consensos, los líderes políticos, sí, Rajoy y Rivera y, por supuesto, Feijóo deberían salir a la palestra y hacer pedagogía sobre ese pacto entre el PP y Ciudadanos. Hagan, señores políticos, un poco de educación, eductio, educatio, que es la acción de sacar una cosa de la otra, de convertir una cosa menos buena, o sencillamente mala, en otra mejor. Salgan, pues, y hagan pedagogía sobre la limitación o no de mandatos al frente de las instituciones. Lo contrario, sí, es arriesgarse a que los odien o los desprecien.

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