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CURSO ACELERADO DE PROGRESISMO

Grandes instituciones solidarias: la SGAE

En contra de lo que propagan algunos neocon irreverentes, SGAE no es el acrónimo de Sinarquía de Gandules y Aprovechados de España, sino de la dignísima Sociedad General de Autores. La SGAE es un ejemplo extraordinario de institución solidaria. Teddy Bautista es nuestro Robin Hood canoro, y Ramoncín una Madre Teresa de Calcuta laica, punkarra y algo meona. Honrémosles como se merecen.

En contra de lo que propagan algunos neocon irreverentes, SGAE no es el acrónimo de Sinarquía de Gandules y Aprovechados de España, sino de la dignísima Sociedad General de Autores. La SGAE es un ejemplo extraordinario de institución solidaria. Teddy Bautista es nuestro Robin Hood canoro, y Ramoncín una Madre Teresa de Calcuta laica, punkarra y algo meona. Honrémosles como se merecen.
Sí, hubo un tiempo en que Ramoncín vendía discos.
Usted, querido lector, es un delincuente. Hasta que la ministra Calvo, luminaria de la intelectualidad posmoderna, no puso orden en el sector de los soportes audiovisuales, muchos como usted compraban cedés, deuvedés y emepetrés con toda impunidad, sin contribuir al engrandecimiento de nuestra cultura mediante el impuesto redistributivo que se ha dado en llamar, con gran originalidad, "canon digital".
 
Provistos de esos diabólicos soportes, los malhechores podían hacer copias ilegales de todo lo que se moviera por internet sin pagar el diezmo a Teddy y sus benefactores. De esta forma uno podía acceder a los pináculos de la cultura universal y, por ejemplo, hacerse con las obras completas de Suso de Toro o grabar joyas invalorables del Séptimo Arte como Pepi, Lucy, Boom y otras chicas del montón. Incluso se daban casos de personajes especialmente depravados que grababan a sus chiquillos episodios de dibujos animados de Walt Disney en lugar de ponerles a ver Los Lunnis en la Televisión Española, para que aprendan desde pequeñitos las virtudes y múltiples variantes de la homosexualidad.
 
Gracias a nuestro Gobierno progresista, si bien será difícil erradicar el delito, dado el nivel de corrupción a que ha llegado la sociedad capitalista, al menos se castigará a los forajidos que se niegan a contribuir al esplendor de nuestra cultura contemporánea. Desde que se aprobó la nueva ley de propiedad intelectual, cada vez que usted compra un soporte informático, felizmente una parte del dinero va a parar al bolsillo de aquellos que se encargan de decidir por usted qué debe ser subvencionado y qué no. ¿No se queda usted mucho más tranquilo sabiendo que toda esa pasta va a ser administrada por los amigos de Ramoncín?
 
La excusa patética con que los contumaces enemigos de la creación cultural pretenden negarse a esta benéfica contribución es que muchos de esos soportes no son utilizados para hacer copias ilegales de música, sino, por ejemplo, para guardar las fotos de la comunión del chiquillo. ¿Y? ¿Acaso no es eso también un delito? No me refiero sólo al hecho de que se obligue a un menor de edad a participar en una ceremonia reaccionaria por la simple razón de que los padres así lo desean, sino a la competencia desleal que se practica hacia los profesionales de la fotografía.
 
En una sociedad saludablemente progresista, debería estar prohibido este intrusismo profesional. Es más, debería estar prohibida la venta de soportes, excepto para los profesionales debidamente autorizados por el Gobierno. Así erradicaríamos la tentación de delinquir y, de paso, acabaríamos con esas tediosas veladas en que los amigos nos obligan a ver el video del bautizo de Jennifer Vanessa versión Director’s cut.
 
Por supuesto, todos los mafiosos del Top Manta tendrían que ser detenidos y trasladados a granjas especiales de reeducación progresista, donde aprenderían a crear plataformas, asociaciones y ONG con las que llevarse una parte del pastel redistributivo que por derecho les corresponde. Ya sé que la mayoría de ellos son inmigrantes ilegales, y que las fuerzas de progreso siempre hemos estado a favor del "papeles para todos". Pero coño, lo hacíamos en el bien entendido de que, una vez en el progresista suelo español, se dedicarían a agudizar las contradicciones del sistema burgués, no a perjudicar las finanzas particulares de quienes con tanto desprendimiento les concedimos nuestro apoyo.
 
Alguna mente calenturienta podría tachar esta actitud de hipócrita xenofobia. Nada más lejos de la realidad. Cuando Ramoncín exige la desaparición del top manta no lo hace porque ninguno de sus discos haya aparecido jamás en tan selecto escaparate, ni porque anteponga los beneficios de su empresa a la supervivencia de los inmigrantes que hacen de este "mercado subsahariano" su modo de vida. Lo hace precisamente por ellos, para arrancarles de las fauces mafiosas que les obligan a cometer, tal vez, el delito más grave: perjudicar a las gentes de la cultura, poniendo en riesgo su nivel de vida.
 
La cultura (la progresista, no la tradicional, que sigue yendo por libre, aclaro innecesariamente) necesita financiarse con el esfuerzo de todos; de todos los que pagan impuestos, como usted. Yo estoy en el sector de los preceptores netos, y estas cosas me afectan menos, por otra parte, como debe ser, pues para eso dedico mis desvelos al fomento de la cultura progre en busca de una sociedad fenomenal, más justa y mejor repartida.
 
Y ahora, si me perdonan, voy a ver cómo sigue la mula. Pero no se preocupen. Los cedés que utilizamos en mi ONG han pagado todos el canon digital, no en vano están subvencionados por el Estado. Alguna ventaja habría de tener ser un solidario profesional.
 
 

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