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Amando de Miguel

Memorial de agravios

El hecho político más notable de los últimos meses en España es la pérdida de legitimidad del PP. El reciente caso de la excarcelación de un terrorista vasco ha sido la gota de agua que ha llevado la indignación a las huestes de los partidarios del PP.

El hecho político más notable de los últimos meses en España es la pérdida de legitimidad del PP, partido que gobierna con mayoría absoluta. Puede que sea un coste inevitable de la crisis económica tan persistente que nos azota. Es más, la erosión de legitimidad alcanza a lo que se llama clase e incluso casta política. Esa actitud dominante en la opinión lleva a que prolifere un género literario muy español de todos los tiempos, el memorial de agravios. Su fundamento no es tanto la protesta en defensa de los intereses propios como la queja que se hace extensible a toda la población. El reciente caso de la excarcelación de un terrorista vasco ha sido la gota de agua que ha llevado la indignación a las huestes de los partidarios del PP. Curiosamente, algunos comentaristas políticos orientados hacia el PSOE están de acuerdo ahora con esa medida del Gobierno del PP. Es el mundo al revés. 

Como ilustración de ese género literario que digo se puede aducir el razonamiento que me envía Juan Díaz López-Canti, veterano de esta seccioncilla. Se considera "uno de los muchos sufridos y decepcionados votantes" del PP, "error que los más de nosotros no volveremos a cometer". La razón primordial es que el Gobierno de Rajoy ha continuado con "la política de templagaitas" respecto a la ETA. La prueba es que esa banda hoy "es más fuerte, está en las instituciones y sus adláteres crecidos". Mientras "los asesinos andan sueltos", la ley se aplica con rigor a los que se retrasan en pagar algún impuesto. La conclusión de su argumento es que nos encontramos próximos a una situación parecida a una guerra civil. "Se puede gobernar de muchas maneras excepto con timidez y miedo, por no pensar algo peor". Añado que no es previsible la salida más fácil, que sería la supresión de la autonomía vasca por parte del Gobierno central. 

Ya digo que la crítica no se dirige solo al PP por parte de sus votantes. Por ejemplo, algunos correos resaltan el extraño acuerdo entre los dos grandes partidos para conceder y mantener una serie de privilegios a los exes del anterior Gobierno socialista. Sin ir más lejos, la antigua vicepresidenta Fernández de la Vega se retira con sueldos y pensiones que multiplican por muchas veces las pensiones máximas. Se recordará que, bajo su mandato, se bajó el sueldo a los funcionarios y se congelaron las pensiones. 

La pérdida de legitimidad se produce asimismo a través del juicio que merece la no resolución de algunos problemas colectivos. Por ejemplo, Pedro Manuel Araúz se refiere a los incendios forestales. No se ha previsto bien que son la consecuencia del abandono de muchas tierras agrícolas y del pastoreo extensivo. Ya hemos hablado aquí de ello. Recordarán mi opinión: esa es una materia que debería volver al Estado central. La razón es técnica. Las llamas no entienden de fronteras. Es la misma razón por la que las epidemias son competencia del Estado central. 

También he adelantado algunas propuestas de cambio radical, como la redacción de una nueva Constitución. Avanzaba yo aquí mi idea sobre un nuevo tipo de sufragio. Los padres podrían acumular tantos votos como hijos menores tienen a su cargo. Comprendo que esa propuesta resulta un tanto arbitrista. Pedro Manuel Araúz la rechaza por demasiado utópica, "un ideal de una arcadia feliz". En cambio, él apunta a una reforma más sencilla: partir de una circunscripción única para toda España. Me parece muy bien, aunque seguramente dejaría sin representación a provincias enteras. Resulta igualmente atractiva su idea de que los votantes se inscriban previamente en un registro. Es una práctica norteamericana que haría descender la participación electoral, pero la haría más auténtica. Añado que de ese modo se podrían hacer las famosas primarias y no su imitación, como ahora quiere el PSOE. En fin, este rincón sigue abierto para quejas y propuestas. Al final siempre volvemos a lo mismo. La polémica política se explica porque las palabras no significan lo mismo para todos. 

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