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Carlos Pérez Gimeno

Alfonso Díez, a la busca y captura

El duque está en uno de sus mejores momentos, feliz, encantado, y según me cuentan, más guapo que nunca.

Al duque como poco le van a poner una placa con su nombre en el AVE, por ser uno de sus clientes más fieles. Desde que comenzó su noviazgo con la duquesa de Alba, hace ya algunos años, y a día de hoy, no hay semana que no se le vea cogiendo el tren. Antes era porque cada uno vivía en ciudades distintas, y no tenía otro remedio que ir a ver a su novia, y así ganar puntos, pero una vez cumplido el objetivo y lograr casarse, los motivos son muy diferentes. El caso es que Alfonso viene de forma regular a Madrid, y a pesar de vivir en Sevilla, está como loco buscando un local para abrir una tienda de antigüedades con su hermana Begoña. Me comentan que quieren que esté por el barrio de Chamberí, el mismo en el que hace años tuvo un negocio similar, al igual que su hermano Pedro hasta hace unos meses.

Mucho se ha especulado sobre su futuro profesional una vez convertido en duque consorte. Transcurridos unos meses después de su polémica boda, han llegado a la conclusión de que lo mejor que puede hacer es dedicarse a lo que le gusta: todo lo referente al mundo de las antigüedades. Una afición que comparte con Doña Cayetana, por lo que esta nueva andadura profesional cuenta con su beneplácito.

Alfonso está muy ilusionado porque, además de tener tiempo para él, al tener que venir tanto a Madrid ha vuelto a retomar sus amistades de siempre, que tenía completamente abandonadas después de su boda. No hay que olvidar que su vida ha dado un giro enorme, y desde hace un tiempo, la dedicación a su esposa es plena. Siempre se le ve acompañando a la duquesa a todo tipo de actos a los que son requeridos, salvo raras excepciones, como en algún certamen de moda. Cuando se le preguntó a la aristócrata por qué acudía sin su marido, respondió diciendo que Alfonso no iba porque eso era un tema de señoras, y a él no le gustaba.

El caso es que el duque está en uno de sus mejores momentos, feliz, encantado, y según me cuentan, más guapo que nunca. Sin lugar a dudas, el haber abandonado la fotocopiadora y dedicarse a lo que de verdad le gusta le ha sentado, como se suele decir, como un guante. No hay nada como hacer buena boda. En estos momentos continúa a la busca y captura de local de sus sueños.

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