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Carmelo Jordá

Día de la mujer en Ucrania

Qué lástima que no se haya aprovechado el 8-M para celebrar el día de la mujer ucraniana en lugar del día de la mujer que trinca del Presupuesto.

Qué lástima que no se haya aprovechado el 8-M para celebrar el día de la mujer ucraniana en lugar del día de la mujer que trinca del Presupuesto.
Ione Belarra, Irene Montero y Ángela Rodríguez, de manifestación feminista. | Carlos Luján / Europa Press

Occidente en general y España en particular se vuelcan cada ocho de marzo en una cada vez más ridícula escenificación para hacernos creer que las mujeres sufren una discriminación horrorosa justo aquí, justo en los países en los que hay más igualdad, más oportunidades y, en definitiva, donde menos trabas encuentran las mujeres para vivir la vida que deseen.

Los problemas del primer mundo nos abruman todos los años por estas fechas y encontramos dramas como una banquera que nos cuenta lo cruel que ha sido la vida con ella –¡y que en las fusiones bancarias españolas todos los directivos eran de la misma raza!– o una futbolista que, pobrecita, sólo cobra 400.000 euros al año por que nadie vaya a verla jugar, mientras que Cristiano gana 120 millones por llenar estadios de todo el mundo, generar audiencias televisivas masivas y vender como churros cualquier cosa a la que preste su nombre o su imagen. ¿Habrase visto brecha salarial más injusta?

Los estudios y las notas de prensa se agolpan en mi bandeja de entrada: artículos y monografías que mienten en el planteamiento, en el nudo y, por supuesto, en el desenlace; brechas de género que jamás se buscan entre los peones, peonas y peonos camineros; descripciones de una realidad que sólo existen en cabezas enfermas que reivindican matar como un derecho.

Y mientras aquí nos damos a este teatrillo, las mujeres de Afganistán no pueden trabajar y las niñas no pueden estudiar; mientras aquí dedicamos cifras astronómicas de dinero al negocio de señoras que tienen muy poco de víctimas y muy mucho de caraduras, las ucranianas son violadas y, encima, a las profesionales del "Hermana, yo sí te creo" les parece mal que les mandemos armas.

El mundo –y especialmente este Occidente tan poco acostumbrado al dolor de unas décadas a esta parte– ha sufrido dos sacudidas tremendas en los últimos años: un virus que casi nos lleva a la Edad Media y ahora una invasión que nos está devolviendo a la Guerra Fría. Es de esperar que al menos sirvan para que tengamos una idea realista de lo que es una emergencia y, ya puestos, de lo que son situaciones límite e injusticias. Mientras tanto, qué lástima que no se haya aprovechado el 8-M para celebrar el día de la mujer ucraniana en lugar del día de la mujer que trinca del Presupuesto. Ay, hermana, para eso sí que te creo.

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