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Carmelo Jordá

El Papa putinejo

Francisco tienen un don para elegir la decisión moralmente más reprobable, para comportarse de hecho como un perfecto réprobo.

Francisco tienen un don para elegir la decisión moralmente más reprobable, para comportarse de hecho como un perfecto réprobo.
El papa Francisco. | Alamy

No hay lodazal moral en el que el papa Francisco no esté dispuesto a revolcarse con un ahínco y una alegría que uno llega a preguntarse si no será todo una broma, y cualquier día de estos Bergoglio se quitará la careta y aparecerá, qué se yo, Roberto Benigni o el propio Leo Bassi, que al pobre sus sátiras de mal gusto sobre el papado se le van a acabar quedando cortas.

Ni siquiera Podemos –han tenido que hacerlo los grupúsculos a la izquierda de la extrema izquierda– ha defendido a las claras lo que el Papa se ha atrevido a decir en una entrevista del Corriere della Sera de la que nos hacemos eco este martes en Libertad Digital: que la culpa de la invasión de Ucrania es "tal vez" de los "ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia".

Una vez más, el agresor presentado como falso agredido y las víctimas despreciadas, porque hay que recordar que Bergoglio no sólo es indecente sino que además es reincidente: recuerden que, ocho días después del atentado de Charlie Hebdo y en referencia precisamente a aquella barbaridad, pronunció su inolvidable frase "Si insultan a mi mamá, pueden esperarse un puñetazo. ¡Es normal!".

"Es normal", dijo el andoba, con doce muertos y once heridos la semana previa. Sí, es cierto que también dijo que "no se puede asesinar en nombre de Dios", pero recalcó que, oye, un poquito de culpa sí tenían las víctimas, que eran unos faltones:

No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No pueden burlarse de la fe. No se puede.

Siempre más comprensivo con los verdugos que con las víctimas, siempre a la izquierda de la extrema izquierda, Francisco tienen un don para elegir la decisión moralmente más reprobable, para comportarse de hecho como un perfecto réprobo: "A Kiev, por ahora, no voy", ha dicho en la misma entrevista; "yo siento que no debo ir, primero tengo que ir a Moscú y reunirme con Putin". Infalible en el yerro, pertinaz en la vileza y, además, ya parece que hasta no demasiado inteligente: al mismo tiempo de pedirle una entrevista ha reconocido que por el momento Putin ni siquiera responde a sus llamadas.

Hombre, Santidad –es un decir–, aun sabiendo de su predilección por los criminales de izquierda, ir primero a ver al tipejo que tiene a sus soldados masacrando civiles en el país de al lado quizá es demasiado hasta para usted. O quizá no; y es que una cosa hay que reconocerle a Bergoglio: que esta última barbaridad es, sobre todo, coherente con lo que ha hecho y dicho desde que empezó su nefasto pontificado.

Desde luego, si la Santa Iglesia Católica supera tener a este Papa, demostrará ser la institución más robusta de la historia de la Humanidad; pero tampoco descarten que con todo este aggiornamento en el mal cualquier día veamos bajar las campanas y subir muecines a los campanarios.

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